16- Joven del hoy.

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─ Qué niña tan valiente. ─ Tsukuyo respingó al escuchar la voz de una persona, sin poder distinguir el género. ─ ¿Sabes que estas son trampas ninjas? ─ cuestionó el extraño.

─ S-sí. ─ su voz se entrecortó, estaba temblorosa, como sus extremidades, pero aún así respondió.

─ Entonces eres la primera en saberlo y que aún así se mete en ellas. ─ la silueta más grande que haya visto en su vida se apareció entre la maleza, alzándose imponente. ─ Eso era una bomba de humo normal, así que no te preocupes por tu bienestar ni el de… ellos. ─ apuntó la silueta del extraño hacia los cachorros que cargaba en sus brazos. ─ ¿De qué escapabas? ─ el tono de voz de la silueta se volvió sereno, tan tranquilizante que hizo que Tsukuyo se sintiera aliviada y se dejara caer al suelo. ─ ¡He-hey!

─ Demonios come-hombres atacaron mi casa, mataron a mi hermano mayor, a mis padres, a los lobos… a todos. Uno me perseguía y se detuvo a luchar contra otros dos ninjas. ─ estaba en su límite, quería echarse a llorar a mares por la muerte de su familia y después no levantarse en semanas. Pero aunque se sintiera tranquila con ese hombre, que no dejaba ver su rostro aún, no podía solo bajar la guardia y dejarse llevar por sus emociones.

─ ¿Demonios? ─ cuestionó con tono de voz escéptico el dueño de la alta silueta, entonces se acercó a la niña. ─ ¿Come- hombres? ¿Quieres decir que … existen? ¿no estarás confundiendo a algún asesino con un monstruo y nada más? Cálmate un poco. ─ se agachó intentando verla, pues la podía escuchar y ver su silueta y la de los cachorros caninos, pero la oscuridad ese día de Luna nueva era muy espesa como para distinguir rasgos..

Tsukuyo no podía distinguir su rostro pero sí todo lo demás. Lo vio acercarse, a pesar de que este no hizo un mínimo ruido al pisar, vio su banda de shinobi, también su bolso con, seguramente, shuriken y quién sabe cuántas armas más, además de cuchillos kunais colgando en su cinturón.

Se movió velozmente hacia atrás al ver que él ponía una mano sobre su cinturón. Tal acción sorprendió al shinobi.

─ ¿Por qué te alejas? ─ era imposible que pudiera verlo en tan oscura noche, y tampoco lo escucharía, pensó él.

─ Puedo verte…, aunque no distinguir tu rostro. ─ dijo en respuesta.

Y el ninja soltó una pequeña carcajada. No era la situación adecuada, pues la niña estaba muy asustada, pero no pudo evitarlo.

─ Está demasiado oscuro para… ─ se pausó a sí mismo, dándose cuenta de cierta cosa que había pasado por alto. ─ Espera, espera. Tú… ¿estabas escapando?

─ Ya-ya lo sabía usted. ─ respondió ella, extrañada porque se lo preguntaba cuando hace poco le había preguntado de qué escapaba.

─ ¿Y vienes del pueblo? ─ ahora se puso de cuclillas, para estar más o menos a la altura que suponía tenía la niña allí tirada en el suelo.

─ N-no. Vengo de la montaña.

─ Bien… ¿y estuviste corriendo sin parar desde allá hasta llegar aquí? ─ la escuchó responder afirmativamente. ─ Imposible, son como seis o siete kilómetros. ─ suspiró, todavía incrédulo. No veía cómo mentir de manera tan obvia podía beneficiar a esa niña, ¿qué quería conseguir? ─ ¿Y cómo hiciste para pasar las otras trampas antes de las bombas de humo?

─ Las esquivé.

Puso una mano sobre su boca, pasándola después por toda su cara, confundido, escéptico y sin saber si debía reírse o no.

En serio, ¿tan mal estaba su aldea que una niña podía esquivar sus trampas? Ya veía porqué estaban en ruinas. ¡Ja! Sí, claro, como si fuera posible.

[HIATUS] Aliento del lobo • Kimetsu No Yaiba.Where stories live. Discover now