— Soy una insensible y una idiota. —Dice agachándome la cabeza para que ambos quedemos con las frentes juntas. — Lo último que quiero es hacerte daño.

Le doy un beso. Seguir hablando nos llevaría a seguir discutiendo y no quiero que sigamos en una guerra interminable. Quiero besarla, que me bese y me haga sentir seguro como lo ha hecho siempre. Ahora que la bestia ha regresado la necesito más cerca que nunca para no perderme a mí mismo. Sin ella estoy vulnerable porque mis sentimientos lo están, con ella me siento invencible.

Sonríe en mi boca.

Le devuelvo la sonrisa, sujeto la cintura y uno nuestros cuerpos. De un momento a otro su respiración se agita, la mía también, y como de costumbre nos deseamos después de discutir.

Podría ser masoquismo, estupidez o simplemente que como mejor resolvemos todo es en la cama. Sinceramente lo prefiero.

— No hay —Susurra mientras le beso el cuello.— preservativos.

— No sería la primera vez.

— Ya... —Jadea y ríe. — Dijimos que no volveríamos a hacerlo sin.

Lo dijimos. Fue curioso porque siempre lo hacíamos sin condón hasta que un día casi me da un paro cardiaco al saber de un retraso. Desde ese momento ninguno de los dos queremos sin, no por el momento.

Le doy un beso más en el cuello que la hace suspirar brevemente y agarrarse a mi camiseta.

Suena el móvil de Yulima.

Salvados por el tono horrible y cursi que tiene como tono de llamada.

— ¿En serio?

— Poner esa voz no te ayudará. —Me dice— Tengo que responder.

— Más le vale a Janet que sea algo de vida o muerte.

— ¿Cómo sabes qué es Janet?

— Porque nadie se queda más allá del tercer tono. —Ruedo los ojos molesto. —Cógelo.

Lo hace. Tarda hablando con ella unos minutos hasta que por fin le dice la razón por la que ha llamado. Cody acaba de despertar. Dudo que sea una buena noticia si sigue siendo el mismo que me insultó y trató de suicidarse tirándose solo por las escaleras. Solo espero que no se despierte para seguir acusándome de algo que él provocó por bocazas.

Cuando cuelga me mira con ojos de cordero.

— Te llevo.

— Vale ¿No te importa?

— ¿Ir con alguien qué casi se deja la cabeza tirándose por las escaleras y qué me ha acusado de ello? —Pregunto sarcásticamente— Claro que no.

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Yulima me pide varias veces que piense las cosas antes de hacer cualquier comentario. Si lo hago solo lo haré para no empeorar las cosas pero claro, no suelo mentir. Al bajar del coche nos encontramos a Kendo que camina por la entrada del hospital con una gasa en la cabeza.

— Kendo.

— Tío ¿Estás bien?

— Yo debería preguntarte lo mismo.

— No te preocupes, los hermanos tienen roces. —Bromea y yo rio por su estupidez— Veo que lo habéis solucionado.

— No de esa manera, cerdo. —Le contesta ella.

— ¿Me has oído insinuarlo?

— Con la cara que has puesto ha sido más que suficiente. —Me coge la mano— ¿Cody sigue despierto?

EL JUEGO DE LA BESTIA. ® [02]    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora