EL JUEGO DE LA BESTIA. ® [02]

Capítulo 2.

Ethan.

Capítulo 2.

MYKE WALKER.

Kendo no deja de quejarse por lo mucho que estoy tardando en terminar de vestirme. A veces me gustaría estamparle la cabeza o tirarlo por el hueco de la escalera, después recuerdo que es el idiota de mi amigo y se me pasa un poco, solo un poco. Su vocecita, la cual pone para sacarme de quicio resuena en mi cabeza y salgo del baño enfurecido.

— Si llegamos tarde Yulima te matará.

— Si no abres la boca no pasará nada. —Él ríe, cruza los brazos y asiente con la cabeza.

— Reconoce que no puedes esconderle nada, se lo cuentas todo.

— ¿No es lo qué se hace en una relación? —Pregunto mostrándome inexperto a pesar de que han pasado dos años desde que oficialmente estamos juntos.

— Bueno, si quisieras esconderle algo ella lo descubriría y no queremos verla enfadada.

Me hace reír con sus idioteces. Tiene razón, cuando mi dulce chica de ojos canela se enfada se convierte en una gritona insoportable a la que se debe dejar más de media hora hablando sola y rechistando hasta que se le pasa. La primera vez que nos enfadamos al principio de vivir juntos, no entendía como podía hablar tantísimo, ahora casi la entiendo cuando le pasa.

— Anda tira. —Lo empujo, cojo el móvil, las llaves y salimos para entrar en el ascensor.

— Vale, pero que conste que yo le tengo más miedo que tú.

Cuando estoy apunto de pulsar el botón para llamar al ascensor, este se abre. Un chico rubio con un montón de cajas se deja ver tras abrirse. Él levanta la mirada. Sus ojos son azules pero uno de ellos muestra diferencia al otro, la mitad del iris es de color marrón. Me sonríe, Kendo y yo nos apartamos para dejarle paso pero me es imposible dejar de observarlo, algo en él se me hace conocido. Saca todas las cajas de dos en dos y las deja en la puerta del apartamento enfrente del nuestro.

Entro en el ascensor.

— ¿Qué ha pasado? —Pregunta Kendo confundo por la manera en la que me he quedado observando al nuevo vecino.

— No ha pasado nada. —Respondo serio pero por su cara está claro que no me cree una sola palabra.

No pregunta nada más. Sabe que siguen sin gustarme las preguntas y la insistencia. Todavía me queda mucho por mejorar pero creo que no podré mejorar nunca el hecho de que me ponen muy nervioso las preguntas repetitivas. Salimos del ascensor y nos dirigimos al coche.