Casi me reí en su cara, casi.

—¿Por mí, dices? Tengo veinte años mamá, entérate. No tengo quince años, y les voy hacer un berrinche por no querer seguir juntos.

—Hija, el problema principal no es el separarnos, es el quién es mi pareja. El como lo tomarías tú.

—Dejate de excusas de mierda, ¿quieres? A mi me importa una mierda si tu nueva pareja es mujer, hombre, o transformista. Y tú sabes eso. No me uses de excusa.

Mis palabras la lastimaban, podía verlo en sus ojos, que cada vez estaban más rojos.

—Tenía miedo de dejarlos, son mí única familia.

—¿Y prefieres ir y engañarle a mi padre? ¿Te agrada hacerle sufrir? Pues de puta madre mami, lo has logrado de puta madre.

Comencé a aplaudirle como quién se le fue la olla. Pero esos sentía, que me estaba volviendo loca y esto realmente, no estaba pasando.

—No deberías hablarle así a tu ma..

—Tú te callas, ¿Me escuchas? ¡Te callas! —Le grité a la pelirroja, la cuál al instante, se calló mirando a mi madre.

—Madison, creo que deberíamos ir a otro lugar hablar.

—Tienes que tener los los huevos muy bien puestos, mamá. —Hablé, ignorando su comentario anterior.—Para presentar a tu familia, a esta tipa como tu amiga. Joooder.

Golpee el auto que tenía a mi lado, el cuál evidentemente debía ser de la pelirroja, con todas mis fuerzas. Al instante, un penetrante dolor se presentó en mis nudillos. Pero no me importó.

Mi madre al escuchar el ruido, se llevó las manos a la boca, sorprendida.

—¿Como te presentaste? —Me dirigí hacía la mujer, con una sonrisa.—¿Carla, Sofía, Amanda? Jodeer, es que sois tal para cual. Les debo un puto premio, por mejor actuación del puto año. ¿O de tu puta vida, mamá?

Pronto sentí el golpetazo en mi mejilla. Vaya costumbre.

Mi mano al instante se fue hasta mi mejilla, para intentar calmar el ardor, que sentía con fuerza. Busqué la mirada de mi madre, la cuál al instante reflejó arrepentimiento.

—Me falto mencionar el puto premio a madre del año.

Alguien me tomó por la cintura, y yo a la defensiva, me intenté soltar.

—Soy yo Mad, anda, vámonos.

Y por primera vez, no quise ser impulsiva, ni mucho menos una terca de mierda, y me dejé llevar de regreso al auto. Las miradas de las que personas que estaban en la fiesta, estaban sobre nosotros. Vaya show presenciaron.

Con ayuda de Dylan subí al auto, y él segundos después comenzó a conducir. Apenas el auto avanzó nada, comencé a llorar.

Las lágrimas salían de mis ojos sin poder contenerlo, sentía como si una parte de mí hubiese sido arrancada. Me sentía vacía, y como asfixiada.

Para nada me importaba que a mi madre le fueran las chicas, pero el haber engañado a mi padre, era imperdonable para mí. A mí padre, y a mí, claro. No era algo fácil de digerir, ni de disculpar. Faltó el respeto a nuestro hogar, de una manera horrible.

—¿Quieres quedarte en mi casa?

La propuesta de Dylan me sorprendió de diferentes maneras, pero en lugar de responderle, levanté el rostro limpiando las lágrimas con mis manos, mi compañero, me extendió una camiseta que tenía en los asientos de atrás en su auto, la tomé limpiando mi rostro, el cuál quedó con maquillaje esparcidos por todas partes, ya lo podía imaginar.

Alma gemela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora