Ashton

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—¿Eso es lo único que sabes hacer? ¿Matar?

—Es lo único en lo que soy bueno—respondo mientras limpio la sangre de mis manos.

Dejo el trapo con el que me estaba limpiando a un lado y tomo el vaso que había enfrente mío; la observo seguir con sus ojos los rastros de sangre que hay en mi camisa. Tal vez debí de haberla cambiado en el auto.

—No te obligo a que estés conmigo—suelto, tomándola por sorpresa; dejo el vaso ya vacía sobre la mesa—; al fin y al cabo, todos terminan alejándose de mí en algún momento—sonrío levemente.

—No pienso alejarme de ti, Ashton—frunce el ceño—. ¿Por qué dices eso?

Enarco una ceja. —¿Acaso no es obvio?—señalo las manchas en mi ropa—. Soy lo que una persona cuerda llamaría asesino.

Suaviza su expresión y se acerca hasta quedar enfrente de mí.

—Eres eso porque no tuviste elección; nadie te dio la oportunidad de elegir serlo o no—veo la convicción en sus ojos—. Pero sí sé que eres una buena persona, Ashton.

—Dile eso a todas las personas que maté—retrocedo hasta sentir el borde de la encimera contra mi espalda baja—. Porque, aunque tu creas que hay algo bueno en mi ser, sigo siendo un asesino.

Intenta decir algo pero la detengo; niego con la cabeza.

—Es como dijiste—sonrío amargamente—, matar es lo único que sé hacer.

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—¿En dónde dejaste a tu chica?—veo como Bret se acerca y se sienta en el lugar vacío; sonríe con satisfacción, dejando sus cosas sobre la mesa.

Me limito a darle otro sorbo a la botella de cerveza, e intentar ignorar el hecho de que tiene un pequeño rastro de sangre en su mejilla.

—Sentada sobre las piernas de aquel tipo nuevo—señalo con la cabeza.

Mira en aquella dirección y ríe.

—No hablaba de aquella, niño—hace una seña para que le traigan una cerveza para él—. Estaba hablando de aquella chica, la que se rumoreaba que era tu novia.

Inmediatamente siento como un nudo se instala en mi garganta, impidiéndome hablar o beber; apoyo la botella en la mesa y fijo mis ojos en el sonriente rostro de Bret.

Mi respiración estaba acelerada, mi pecho subiendo y bajando más rápido de lo normal.

El tipo en el suelo escupe sangre y sonríe. —¿Qué esperas, niño?

El brazo que sostenía el arma tiembla; nunca antes había dudado o temblado. Pero esto era diferente.

—¿Acaso porque está tu chica no tienes las agallas suficiente para hacerlo?—vuelve a burlarse, incorporándose del suelo; limpia con su puño la sangre que seguía corriendo por la herida en su rostro.

Mis ojos viran hacia ella, y algo en mi interior se rompe; el verla atada y amordazada me hacía mal.

Comprendo que ella nota algo distinto en mis ojos porque niega rápidamente con su cabeza; noto como las lágrimas caen por su rostro.

Vuelvo mi atención hacia el tipo que le hizo todo aquello a ella, y no dudo un segundo; se escucha un ruido y vuelve a estar en el suelo, esta vez sin poder incorporarse de nuevo.

—Lo siento, nena. Lo siento—tiro el arma y corro hacia ella.

Aparto mi vista de Bret y vuelvo a tomar la botella.

—Ella entró en razón.

Imagina; 5SOSWhere stories live. Discover now