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— Voy por un trago, ahora regreso. —anunció la ojimiel poniéndose de pie.

Las chicas asintieron y reanudaron su plática. Anabeth las dejó atrás y se dirigió a la cocina a por un poco de jugo.

A su regreso, se detuvo en seco. Apretó los labios en una fina línea con disgusto al ver que Dalia, aprovechando su ausencia, le robó su lugar en el sofá. Ahora se hallaba sentada entre medio de Erika y Clara.

"Solo me fui por 30 segundos." Bufó con fastidio.

Dalia la observó desde la distancia y elevó el mentón en señal de victoria.

"Predecible e infantil." Pensó la castaña, contemplando su bebida tentativamente. "¿Cuánto costaría sacar el jugo de arándano de un vestido?"

Desplazó el pensamiento de su cabeza. No caería en tontas provocaciones ni dejaría que esas molestas actitudes de la azabache le impidieran disfrutar la noche. Dio un largo trago a su bebida y caminó con paso decidido hacia la sala.

Rodeó el sofá, ubicándose a espaldas de sus amigas y apoyó los codos sobre el respaldo, inclinándose hacia delante. Su cabeza apareció por encima de la azabache.

— ¿Estás cómoda? —su sonrisa ladeada se mantuvo en todo momento.

— Bastante, sí. —contestó, cruzándose de piernas a modo de demostrar su punto.

— ¿Quieres mi lugar? —ofreció Clara, mirando a la ojimiel.

— Nah, no te preocupes. —se encogió de hombros—. Siempre es un placer cederles el asiento a las ancianas. —bromeó.

Erika y Clara rieron por lo bajo. Anabeth sonrió para sus adentros mientras observaba el rostro de Dalia. Siempre podía sacar ventaja de las actitudes infantiles de la azabache.

— ¿A quién le dices anciana? —cruzándose de brazos.

— Lo eres, si no puedes estarte en pie por más de 5 minutos. —afirmó, satisfecha con su pequeña broma.

Podía sentir la mirada de Dalia clavándose en su frente, pero no le importaba en lo más mínimo. Lo mejor de todo era que Erika y Clara, al estar tan acostumbradas a sus bromas, no podían ver las verdaderas intenciones de ese inocente comentario.

— Vete al infierno. —insultó la azabache en el mismo tono bromista, aunque sus palabras eran todo menos amistosas.

— Querida, ya tengo tierras ahí abajo. —elevó una ceja a la vez que ensanchaba su sonrisa—. Bueno, voy a recorrer el lugar. —anunció, cambiando abruptamente de tema—. Las veo después chicas.

Enderezó su postura y se dirigió al jardín. No tenía ganas de estar en el mismo sofá con la azabache.

"Un poco de aire fresco me sentará de maravilla."

En el patio se encontró con varias caras conocidas. Anabeth reconoció a una en particular. Era un joven de mediana estatura, usaba campera de jean y tenía el cabello peinado hacia atrás en un intento por imitar el estilo de John Travolta.

— Hola, Fran.

El chico elevó la cabeza al reconocer la voz.

— ¡Anne! ¿A qué hora llegaste?

El hermano de Erika, Francis, se giró para ver mejor a la chica. Ambos se conocían desde hace años. No eran muy cercanos, pero habían hecho buenas migas con el paso del tiempo.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now