El comienzo de todo

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Hoy, a día de hoy chicos, que les cuento.

Irme a retrospectiva no me cuela mucho, así que lo diré en exámenes resumido.

Me he tirado al profesor.

¡Qué me he tirado al puto profesor!

La atención a lo que atención merece la verdad, y mi atención está en el baño de la universidad, retocando mi falda, y mi cabello, que la verdad está echo mil desastres.

—Madison, ¿con el de literatura? Qué me estas jodiendo. —Deja caer su cartera sobre el lavabos, optando una postura de indignación.—Que me importa una mierda que te metas con cualquiera cariño, pero no quiero que te lleves ningún problema por calenturienta, ni mucho menos me lo hagas a mí.

La escucho con cansancio mientras me quito la liga que tengo alrededor de la muñeca.

—Que es el maestro, Mad. —Repite como si no la hubiese escuchando la primera vez.

Llevo las manos a mi cabello para atarlo en una coleta alta, apenas levanto la mirada le sonrió a través del espejo.

—No es mi culpa que el maestro esté tan bueno.—Apenas me escucha toma su bolso dispuesta a marcharse.—Vale lo siento..¡Jaz para! Que lo siento ¿vale?

Se detiene al escuchar mi suplicante voz a sus espaldas, a pesar de que ella tanto como yo, sabemos que en realidad, eso no es verdad. Se gira dando cara.

—No puedo darme el lujo de perder mi Beca, y cuando tú haces cosas como estas, temo que me involucren en tus asuntos.

¿Acaso me esta jodiendo?

—¿Y que dirán para quitarte tu beca? —La miro haciéndole saber lo tonto que me parece su comentario.—¿Que estábamos haciendo un puto trío, Jazmín?

Ella me retó con los ojos, diciéndome en silencio que no hiciera esos comentarios en su presencia. Apretó el agarre en su bolso, hablando de nuevo, para mi sorpresa.

—Olvide por un momento que tú eres una riquilla más, perdona.—Me sonrió a labios cerrados, confirmando mis sospechas, de que solo soltaba dagas de sarcasmo.—Hay cosas que tú no entenderás, aunque quieras hacerlo con todas tus fuerzas.

Me giré hacía el espejo por segunda vez, cerrando dos botones de mi camisa. La miré a través del cristal.

—Tú eres la que no respeta mi vida personal.—Tome mi bolsa del lavabos, la cual estaba junto a la de ella minutos atrás.—Hago lo que la mayoría de los hombres en esta universidad hace, solo que a mi no me llaman "Machote."

Jazmín desvió la mirada hacía los baños. Soltó un suspiro, regresando la mirada hacía mí.

—Comprendo que tu no tengas etiquetas en tus relaciones, que te tires al primero que te guste, que.. —Me giré alzando la palma de mi mano en su rostro, dando a entender que ya había entendido su punto.—Yo solo quiero que nada de lo que tu hagas, perjudique mi beca.

Le sonreí cuando su ceño comenzó a desaparecer.

—Conmigo haz lo que te salga del culo Mad.—Continúo hablando mientras que una pequeña sonrisa hacía aparición en su rostro.—Pero a mi beca no te le acerques.

Reafirme el agarre de mi bolso, soltando un sonoro suspiro lleno de drama.

—Jamás tocaría tu beca.—Le aseguré.—Y de hacerlo haría que mis padres te paguen la puta carrera en esta universidad llena de niños riquillos.

Jazmín soltó una risotada al darse cuenta que me burle de su comentario. Me tomó entrelazando su brazo con el mío mientras salíamos del baño, encontrándonos que la manada de estudiantes que se dirigían al comedor de la universidad.

—Pero es que no me creo que mientras yo vaya a tomar mi almuerzo, ya tu hayas echado un polvo.

—No es mi culpa que tu seas una virgen de pacotilla.

Pronto sentí un codazo en mis costillas, la miré riendo.

—Que me respetes niña.—Me soltó, mientras se enfilaba para recibir su almuerzo. Yo imite su acción.—Mira que cuando llegue tu chico indicado, y venga a por tu flor, desearás tanto que aún estuviera allí, que me pedirás que te preste la mía.

—Madre mía, desde ya me pido mi deseo de cumpleaños número veinte, el cuál será nunca desear volver a ser una virgen de pacotilla, como tú.

Me miró mal, para luego prestar atención a la cocinera que tenía enfrente, Martina, la cuál le sirvió el menú del día de hoy. Hizo lo mismo conmigo, solo que dedicándome una sonrisa, si, le caía más que bien.

Pecho afuera, abdomen dentro. Musite mirando a Martina mientras me alejaba de ella.

El final del día transcurrió con normalidad, unos cuantos números de teléfono me encontré al abrir mi casillero, la mayoría de hombres, otros incluso de chicas. Que les digo, que soy irresistible.

Pronto escuché un sin fin de murmurós a mi alrededor, como cotilla buena me acerqué a un grupo de chicas, preguntando en mi ignorancia que era lo que tanto pasaba en esta universidad tan aburrida, a lo que uno de ellas no tardó mucho en responder.

—El hijo de la directora comenzó hoy su curso aquí. —Comenzo hablando, aunque creo que sus manos hablaban por ella, porqué no paraba de moverlas.—Dicen que lo expulsaron de su anterior universidad porqué se tiró a su profesora de Matematicas.

Levanté una ceja sin poder contenerlo, mientras que una sonrisa se expandía por mi rostro.

—¿A que si? —Pregunté con fingida sorpresa.

—Si, y solo con verle te das cuenta como pudo tirarse a una profesora.—Tras decir aquello miró por detrás de mí.—Míralo, es un guaperas de los que no hay por aquí.

Me giré encontrando a mi próxima víctima.

Este chico era de los míos.

EK.

Alma gemela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora