19 "Sueño realista"

75 9 0
                                    

Vicenta:
Daniel se va, dejando una mecha prendida con lo que le dijo a Anthony, quien voltea y me mira raro.

—¿Por qué lo buscaste?—me pregunta regañándome.

—Yo no lo busqué, Indira me arrestó y por casualidad ahí estaba él. Me estaban interrogando, pero me sentí mal y me trajeron aquí, y él apareció en el medio de la ecografía. Tuve que decirle la verdad y pues en eso, rompí la fuente y di a luz—le explico calmada

—Y se puede saber ¿por qué rayos estás son las santas horas que yo me entero de eso?—me dice conteniendo su enojo.

—Porque me quitaron mi celular.

—Pudiste pedírselo a Philips.

—No tengo la cara tan dura, Anthony.

—¿No tienes la cara tan dura?—me dice rodeándome con sus brazos, apoyándolos uno en cada lado de la cama y acercando su enojada mirada a la mía.

Tengo miedo, nunca lo había visto así.

—Anthy, ¿qué haces?—pregunto asustada.

—¿Te besó?

—¿Qué?

—¿Te besó?

—Sí—digo cerrando mis ojos y sintiendo que me va a matar.

De pronto, siento a Anthony besándome, pero esta vez, más brusco que nunca, como si me estuviese atacando.

—Para que te quede claro quién es tu hombre ahora—me dice molesto.

Veo que se dirige a la cuna y con ese humor, no quiero que se acerque a mi hija.

—¡Espera!—le digo segura—está dormida, mañana la cargas.

—¿Por qué tengo que esperar?

—Porque está dormida y si la despiertas, va a llorar toda la noche. A demás, los niños son como esponjas, lo absorben todo, y no quiero malas emociones cerca de mi hija.

De repente, veo que cambia la expresión de su rostro a una sonrisa. Camina hasta mí y me abraza.

—¿Sabes qué me enamoró de ti?—me dice ¿ahora con tono dulce?

—¿Qué?—pregunto desconcertada.

—Lo buena mamá que eres. Te amo, Chentita—me dice con una sonrisa y besa mi frente.

Veo que se sienta en el mueble de visitas y yo me acuesto en la cama. Empiezo a pensar en lo raro que se comportó Anthony hoy: pasó de ser un ogro furioso, a ser un dulce algodón de azúcar y eso me desconcierta un poco. Es la primera vez que se porta así y yo asumo que es porque tiene miedo de perder a la mujer que ama. Entonces empiezo a sentir culpa por no amarlo yo, y siento una rabia inmensa y unas ganas de desaparecer el amor que siento por Daniel, pero no puedo.

Despierto en una cama que conozco bien, es la cama del rancho de mi familia, ¿cómo llegué hasta aquí? Veo que la habitación tiene una puerta de conexión con otra. Me levanto y abro esa puerta, entrando en un cuarto de bebé precioso. Me dirijo hasta la cuna y veo a mi bebé durmiendo plácidamente como el angelito que es, pero luce mayor, como si tuviese unos tres o cuatro meses. Me quedo mirándola cuando siento unas manos en mi cintura y un mentón apoyado en mi hombro. No puede ser ¿Daniel? Miro hacia un lado y lo distingo por sus ojos Aqua que me pierden, y por su cabello Güero.

—¿Daniel?—pregunto confundida.

—¿Por qué te sorprende verme, mi vida?—me pregunta curioso.

—Porque estaba en el hospital, recién di a luz hace unas horas—digo confundida—y tú te habías ido porque llegó...

Daniel me calla pegando sus labios a los míos y dándome un tierno beso que me deja sin aliento.

—Solo tuviste un mal sueño, mi vida. Desde hace tres meses no pisas un hospital, bueno, no como paciente, solo para las vacunas de Caro—me dice sonriente.

—Esto es un sueño ¿verdad?—pregunto confundida.

—Es tu sueño hecho realidad. Ahora, ¿qué te parece si regresamos a nuestro cuarto y hacemos lo que mejor nos sale?—me dice con una sonrisa pícara y besa mi cuello.

—¿Amarnos?—digo mordiendo mi labio inferior.

—Sí, mi coyote—me susurra al oído, lo cual, produce que mi respiración se altere.

Me toma de la mano y me lleva a nuestro cuarto. Cierra la puerta y me pone cuidadosamente en la cama. Yo traigo puesta una bata de dormir bastante corta, y no traigo ropa interior, mientras que él, solo carga unos sweat pants. Empieza a besar mis piernas, y va subiendo, mientras las acaricia, haciendo que mis latidos se aceleren. Sus besos llegan hasta mi zona, en donde causan estragos mayores. Sus manos, que estaban posadas en mis muslos, ahora se posan en donde estaban sus besos, mientras que los mismos van subiendo hasta llegar a mis pechos. Daniel masajea mi zona de una forma celestial, como sólo él sabe hacerlo. Con sus dedos en mí, se me escapa un quejido que llevaba varios minutos siendo ahogado en mi garganta. ¡Ay, mi amor! Me encanta la forma en que me tocas. Sus besos suben hasta mi boca y empieza a rozar su cuerpo contra el mío. Nuestras caderas están muy pegadas y nuestros cuerpos, muy acalorados, sudados y deseosos de más. Nos volteo y empiezo a besar el pecho de Daniel, y luego voy bajando por su marcado abdomen, hasta llegar al elástico de su pantalón. Al juguetear con el mismo, me doy cuenta de que no trae nada por debajo, lo cual, dibuja una sonrisa pícara en mi rostro.

—Amo verte sonreír—me dice Daniel con una sonrisa y su respiración muy agitada.

—Estando contigo, me es demasiado fácil sonreír, mi amor—le digo sofocada y regalándole más sonrisas.

Retiro sus sweat pants y empiezo a besar cada parte de su cuerpo hasta llegar a su boca. Siento que nos voltea y pasa su mano por detrás de mi cabeza y toma mi cabello. Poco a poco, voy sintiendo el rigor de su amor entrando en mí, lo cual, me hace gemir. Siento como mi cuerpo se estremece al llegar a un climax de amor único y al sentirlo, un efecto parecido sacude el cuerpo de Daniel. Cada beso, cada caricia, cada movimiento en mi interior, me dan la certeza de que estoy con el hombre perfecto: bueno, honesto, fiel, guapo, y demasiado bueno en la cama.

Entonces despierto y de nuevo estoy en el hospital. Miro a mi lado y veo la cuna de mi hija recién nacida, y en el mueble de visitantes, está dormido Anthony.

Amor Prohibido [Señora Acero: La Coyote]Where stories live. Discover now