1 "Un buen inicio"

559 15 0
                                    

Daniel:
Hoy ha sido un buen día. Ya hace dos meses que Vicenta y yo matamos a Chucho Cazares y la relación de vuelve cada vez más estable y eso me hace feliz. A decir verdad, de no ser por Vicenta, no sé cómo habría superado la muerte de mi madre hace seis semanas. Aún duele demasiado, pero entiendo que quería estar con mi papá y con Annie en donde sea que estén. Quiero pensar que están en un lugar hermoso, lleno de amor y felicidad. Me reconforta que logré vengar a mi familia. A pesar de he los extraño, he logrado rehacer mi vida con alguien a quien también habían derrumbado, pero nos dimos cuenta de que juntos, podíamos tomar escombro por escombro y reconstruir nuestras vidas. Ya son cuatro meses juntos y dos desde que renuncié a todo por ella. Estoy parado frente a la cama, esperando a que ella salga del baño cuando escucho sonar mi teléfono. Lo tomo y veo que es Sánchez, así que decido contestar:

—¿Hello?

—Bro, I have something important to tell you. Te va a cambiar la vida—me dice y se le escucha feliz, ¿qué será eso que me quiere decir?

—Dime. What's up?—pregunto curioso.

—Lograron probar tu inocencia aquí en el ICE y Brown personalmente te quiere ofrecer unas disculpas—me dice emocionado.

Esto me preocupa porque Indira me lo dejo muy claro el día que me obligó a liberarla: si mi nombre se limpiaba, el de Sánchez se hundía en el fango. Necesito arreglar esto, pero eso abriría un proceso en el cual yo quedaría preso un tiempo y en el peor de los casos, me condenarían a pasar años en prisión. Pienso en Vicenta, estaría demasiado angustiada por mí si eso pasa y conociéndola, seguramente haría hasta lo imposible por visitarme a la cárcel y eso la pondría en demasiado riesgo. Decido ser sensato y no precipitarme a sacar conclusiones apresuradas.

—Wow! Sánchez... este... that's great, men! ¿Qué se supone que tengo que hacer?—pregunto aún en shook.

—Ven al ICE Desde que puedas, preferiblemente antes de pasado mañana, si quieres recibir las disculpas de Brown en persona, si no, las recibirás por escrito—me explica.

—Bueno pues, mañana estoy ahí—le digo precavido.

Cuelgo el teléfono cuando siento unas manos en mi abdomen y un rostro apoyado en mis hombros.

—¿Pasó algo, amor?—la escucho decir dulcemente.

Es Vicenta, la mujer que amo con todo el corazón. Volteo y acuno su rostro con mis manos.

—Aún no lo sé, babe—le digo con un tono de voz suave y dulce—pero ten por seguro que mañana lo averiguo ¿sí?—beso su frente.

—No entiendo—me dice haciendo una mueca de confusión.

—Confía en mí ¿sí? Mañana te prometo que te lo cuento todo—le regalo una sonrisa y acaricio suavemente sus mejillas.

—Bueno pues, yo confío en usted con los ojos cerrados—me dice sonriéndome y apoyando su cabeza en mi pecho—¿te confieso algo?

—Dime—la abrazo.

—Jamás me había sentido así, tan bien con alguien—me dice pegando un suspiro—esto de vivir juntos como una pareja normal, es un sueño para mí y a veces me pregunto si en verdad me merezco toda la felicidad que me das—levanta su cabeza y posa sus ojitos medio entristecidos en mí.

—Te la mereces—beso su frente—porque tú me haces sentir de la misma manera—la aprieto fuerte entre mis brazos y ella se aferra fuerte a mí.

—Te amo, mi gringo, ojalá y la vida me deje retribuirte TODO lo que me haz dado—me dice y besa mi mejilla dulcemente.

—Yo te amo más, mi vida, y lo mismo digo—le digo también dulcemente.

Siento que sus manos empiezan a acariciar mi cuello. Ella me mira pícaramente y sonríe. Siento su mano bajar por mi pecho, por mi abdomen, hasta colarse por debajo de mi pantalón y de toda tela a su paso hasta llegar a mi parte sensible, la cual empieza a masajear.

—¿Te gusta, mijo?—me dice con una sonrisa pícara y se muerde el labio inferior.

—Me encanta—le digo con una sonrisa.

La tomo por la nuca y empiezo a besarla. Es un beso apasionado, de esos que le das a esa persona especial que te hace delirar. Nuestras lenguas juguetean un rato. Siento nuestras respiraciones agitadas y nuestros latidos, acelerados también cuando me doy cuenta de algo y me separo rápido.

—¿Qué pasa, mi vida?—me pregunta con la respiración agitada y un gesto de confusión en su rostro—¿No quieres?

—Sí, sí quiero, pero debemos ser responsables—le digo respirando agitado también.

—¿A qué te refieres?—me pregunta confundida.

—No tenemos con qué cuidarnos esta noche, ya se nos acabó todo—le informo precavido.

—¡Ja! Y que debía durar dos semanas más—me dice riendo—somos tremendos pues.

—Sí, lo somos—me rio también.

—Mijo, pero no importa si no hay con que cuidarnos esta noche, ¿a ti te importa?—me pregunta arqueando una ceja.

—No, lo dije por ti—le digo levantando mis hombros.

—A mí no me importa, a parte, dicen que sin cuidarse, emociona más—me susurra cerca de mi boca, lo cual me hace perder la razón.

La tomo por la nuca y empiezo a besar fervientemente sus labios una vez más y con más intensidad que antes. Ella me responde igual de apasionada y siento como me quita el pullover que traigo puesto con sus manos. Sus manos recorren mi pecho y abdomen mientras ella me devora con la mirada. Trae puesto un vestido que de repente, lo veo como el traje más sexy del mundo. La siento despegarse de mí y me guiña el ojo. Veo que se saca el vestido, quedándose solo en su panty.

—¿Te gusta lo que ves?—me dice sonriendo con picardía.

—Me encantas, mujer—le digo caminando hacia ella y usando mis manos para pegar sus caderas a las mías, dejando nuestros pechos pegados.

Empiezo a besar su cuello, el cual, también acaricio con mis manos. Bajo una de estas y la hago pasar entre sus pechos, luego pasa por su abdomen. Poso ambas manos en sus caderas y la pongo contra una pared. Coloco mi mano izquierda cerca de su boca y con mi pulgar, acaricio suavemente sus labios. Bajo con mi otra mano hasta su vientre y hago que la misma se cuele por debajo de su panty y acaricio su zona con mis dedos, lo cual, me deja notar el efecto que provoco en ella, el cual, me provoca una sonrisa. Hago que mi otra mano haga lo mismo para aumentar la intensidad de lo que está sintiendo y la beso. Verla disfrutando, hace que yo lo disfrute también. Siento que empieza a morder mis labios y a rasguñar mi espalda, lo cual, me deja saber que le gusta lo que le estoy haciendo. De repente, paro para retirar su panty y ella no espera. Me empuja en la cama y me desnuda, luego se pone encima de mí, haciéndome entrar en ella lentamente y casi al instante, la siento derramar todo su amor sobre mí, mientras un grito de placer desenfrenado se escapa de su boca. Una vez se incorpora, empieza a moverse como solo ella sabe hacerlo y cada vez que hacemos el amor, me convenzo más de que si la tengo a ella, no necesito de nadie más. Admito que alguna vez fui un Don Juan que le gustaba pecar con diferentes flores, pero Vicenta me da un buen motivo para serle fiel: amor. Amo a esta mujer con todo mi corazón y me hace sentir bien siempre que hablamos, nos reímos, nos besamos, nos amamos, incluso si lloramos, me hace sentir mejor porque eso es ella para mí: lo mejor.

Amor Prohibido [Señora Acero: La Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora