CAPÍTULO 40

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Era una hermosa tarde de verano, todos estaban felices y emocionados, en especial un joven con una dulce sonrisa. Kong iba rumbo a la casa de Arthit, hoy era su cumpleaños número 25.

Él ya era un hombre prácticamente, sin embargo, decía amar a ese muchacho de tan solo 17 años.
Era un sentimiento único y especial lo que rodeaba a la joven pareja.

No obstante, nada es perfecto, a lo lejos un par de ojos observaba detalladamente a Kongphob.Todo debía estar bajo control y el plan saldría a la perfección.

Ajeno a esa mirada, Kongphob caminó hacia la gran puerta de la mansión Perawat. No tuvo ni que tocar el timbre cuando está fue abierta, dejando ver al hermoso dueño de sus suspiros.

—Feliz Cumple.... —en un instante fue silenciado por un rápido beso —No hagas eso P', alguien nos puede ver. —Murmuró el joven con algo de desconcierto.

—Todos están en el patio de atrás, además no te he besado en dos días, ya te extrañaba ¿tú no? —habló el mayor con un puchero.

— Claro que sí P'Arthit —el mencionado sujetando la mano del pelinegro con fuerza, lo guió hacia el interior de la gran casa.

—Vamos arriba Kong

—No — murmuró su boca pero no puso resistencia al agarre de Arthit, dejándose guiar a su lugar “secreto”, el baño del segundo piso.

—Humm P'... No más...— suspiró el menor, tratando de alejar el cuerpo ajeno.

—Kong dame mi regalo de cumpleaños —informó el mayor desabrochando el pantalón de pequeño cuerpo.

Kong no dejaba de soltar pequeños gemidos cuando la mano de Arthit se introdujo en su ropa interior para  apretar su pene con firmeza pero con un ligero toque dulzura.

—Ahhh P....mmm

— Kong eres tan lindo —musitó, besando el cuello que tanto deseaba marcar.

Mientras sus labios dejaban un sin fin de besos en la delicada piel, sus manos sujetaban con fuerza y deseo la estrecha cintura.
Los dos cuerpos estaban tan cerca del  clímax. Por el momento y por las obvia circunstancias solo con el roce de sus partes bajas podían complacerse. Estaban tan pero tan cerca de llegar; pero…

—Arthit ¿Estás aquí?

La voz que atraviesa la puerta y llega a sus oídos, paraliza los rítmicos movimientos de la pareja por un instante, el mayor respira profundo para poder estabilizar la voz y responder.

—Ha... si...papá, ya salgo.

—¿Estas bien?

—Si...sii...mmm solo me...—mientras trataba de mantener la calma, su pequeño acompañante tenía otra idea. De la nada Kong apretó con fuerza el miembro de Arthit, él sabía que sólo necesitaba un pequeño toque para terminar —Haa ¡duele! —Gritó por la repentina acción.

—¿Qué te duele? Abre la puerta

—El estómago... —suspiró cuando por fin se liberó —Ya tomo la medicina, en un momento bajo.

—Bueno, pero ¿estás seguro que ya no duele?

—Si, ya no duele —respondió Arthit antes de besar los labios de su pareja, que todavía no podía creer que su tío Gun casi los descubre, aunque lo que más le atormenta es saber que se vino en la mano de su hijo mientras sólo una puerta los dividía, Kongphob no sabía cómo lo iba ver a la cara.

— Bueno, apresúrate, todos ya están aquí.

—Si, papá.

Ya arreglados y listos, los dos jóvenes bajan tratando de mantener la calma y no parecer tan obvios. En especial, rogaban para que nadie note lo que había pasado en el baño.

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