Capítulo 24

2.1K 218 18
                                    

Narra Purre

Paré el motor y apagué las luces, haciendo que la oscuridad de la noche nos inundara por completo. Me quité el casco aun teniendo aferrada a Pilar a mi cuerpo. Estaba tan asustada que me apretaba con fuerza el estómago.

No es que me importara que se pegara a mí, pero me estaba empezando a hacer falta la capacidad de poder respirar, y con la fuerza que estaba ejerciendo sobre mi abdomen me dificultaba la cosa. Puse mis manos sobre las suyas y las intenté apartar.

—Pilar ya hemos llegado. —dije en alto para que me escuchara. —Ya puedes soltarme.

Y si puede ser pronto porque mis pulmones no dan más de sí.

Poco a poco, se fue soltando hasta que pude notar como el aire volvía a circular con normalidad por mi organismo llegando hasta mis pobres pulmones. Respire hondo varias veces.

Madre mía. Para ser tan pequeña tenía mucha fuerza.

—Perdón. —contestó con un susurro y se bajó de la moto con ayuda de uno de mis brazos.

Nada más bajarse yo hice lo mismo. Tomé la moto y la empujé hasta meterla en el garaje.

— ¿Dónde estamos? —preguntó antes de darme tiempo a que me girara.

Ella ya se había quitado el casco y miraba a su alrededor confusa. Porque no, no la había llevado a casa.

—Te lo explicaré dentro. No te vendría mal un vaso de agua y la noche es bastante fría como para estar aquí fuera. —contesté y la anime a que subiera las escaleras de la entrada.

Al principio se me quedó mirando como si lo que le acabara de decir fuera una de las locuras más grandes del mundo, pero finalmente, cedió y ando lentamente hacia allí.

Pasó delante de mí y yo la seguí unos pasos por detrás.

Al estar frente a la puerta busqué, bajo la mirada de Pilar, la llave de repuesto que estaba bajo alguna de las macetas de la entrada.

Al levantar un pequeño cactus la encontré. Metí la llave y entramos dentro.

— ¿Nos estamos colando en una casa? —preguntó Pilar a oscuras y yo solté una carcajada.

—Claro que no. —dije y me apresuré a encender la corriente de la luz.

Cuando subí todos los interruptores, se iluminó el salón. Pilar miró a los lados asombrada y fijó su mirada hacia la pared de cristal que cubría toda la pared.

— ¿Estamos en la playa? —preguntó al poder ver al otro lado el agua del mar.

—Sí. Irnos a casa era muy arriesgado ya que la policía tendría cortadas todas las salidas de la carretera para ir hacia esa dirección. Por lo que en vez de ir al norte, he bajado hacia el sur y he decidido venir a la casa de mi madre. Isabella y Jackson están de camino. —expliqué.

— ¿Esta casa es de tu madre?

Que preguntona era.

—Era. —la corregí. —Cuando me vine a estudiar a San Francisco mis padres y mis hermanos decidieron venirse conmigo. Mi hermano mayor también había conseguido aquí un buen puesto de trabajo y ahora que su hijo mediano estaba por empezar la universidad en el mismo lugar, les pareció una buena idea.

Me encogí de hombros y pasé los dedos por la encimera de la cocina.

—Vivían aquí junto a mi hermana. Yo y mi hermano no pasábamos mucho tiempo por aquí. Yo vivía en la residencia de estudiantes y mi hermano se había comprado una casa cerca de mi universidad, que ahora es en la que yo vivo. Hace varios años mi madre murió de cáncer y mi padre decidió mudarse a otro sitio porque decía que no aguantaba seguir viviendo en el mismo lugar donde mi madre había pasado sus últimos meses de vida.

Mi vecino me espía [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora