Capítulo 1

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Narra Pilar

Suspiré hondo, le pagué al taxista y me bajé del auto. Observé la casa que estaba en frente mía con una sonrisa.

Tenía 21 años y este era mi último año para acabar la universidad. Estaba estudiando teatro en una de las mejores universidades de México, pero el último año de carrera se tenía que hacer en el extranjero, y yo elegí San Francisco en EEUU.

Sí. De toda la lista que nos habían dado yo fui la única que eligió San Francisco. Cuando me aceptaron, me puse eufórica y comencé a mirar habitaciones en la residencia de estudiantes del campus, pero estaban llenas, por lo que tuve que buscarme un piso.

Encontré un anuncio donde se decía que se necesitaba un compañero de alquiler para pagar una casa de dos pisos. Me pareció muy buena idea y podía aceptarme el presupuesto del alquiler, al haber trabajo en México, tenía dinero, así que decidí mandarle un mensaje a la chica del anuncio. Ella se llamaba Isabella. Ya había hablado con ella y era muy buena onda. Habíamos estado hablando por mensaje y videollamada desde hace un mes y medio, y tenía grandes expectativas con ella. Por lo menos estaba segura de que no iba a dormir en la misma casa que un asesino.

La puerta principal se abrió y apareció mi compañera de piso.

— ¡Pilar! —exclamó y se acercó a mi corriendo.

Me dio un abrazo y yo sonreí.

—Bienvenida, ¡qué ilusión tenerte aquí por fin! —me dijo con acento inglés.

—Muchas gracias, Isa —respondí. —Tenía tantas ganas de conocerte.

El taxista sacó mis maletas e Isabella me ayudó a cargarlas hasta la entrada.

Isabella era de Argentina, pero llevaba en Estados Unidos desde hace 2 años. No podía mantener el piso ella sola, por lo que siempre buscaba compañeros para que lo pagaran a medias.

— ¡Bienvenida a nuestra casa! —exclamó y extendió los brazos al estar ya dentro.

Me enseñó la casa por completo. La había visto por fotos, pero en persona era mucho mejor.

—Y esta es tu habitación. —dijo abriendo una puerta en el piso de arriba.

Me quedé boquiabierta. La habitación era más grande que el salón de mi casa. Una gran cama matrimonial se localizaba en medio de la sala, junto a dos mesillas a cada lado. El vestidor, que por fuera era un espejo, era de una pared entera de largo. La habitación tenía su propio baño personal. Había una cómoda y una estantería con varios libros, pero lo mejor de todo, era el gran banco de madera que había junto a la ventana.

— ¡Esto es gigante! —dije dando una vuelta.

—Sí. A mí me encanta, pero lo malo es que es muy difícil concentrarse con el vecino. Además, nos odiamos mutuamente y empeora las cosas, por eso te la cedo. —me respondió

— ¿Qué le pasa al vecino? —dije y me tiré sobre la cama.

Que cómoda.

—Ya lo conocerás... —contestó. —Venga vamos a comer que estarás muerta de hambre.

Y a aquello no le faltaba razón. Volvimos a bajar al piso de abajo y me empezó a contar su rutina, su vida, sus gustos, etc. Un poco de todo.

Decidimos ir mañana al supermercado para comprar comida y así saber que nos gustaba a cada una. Hoy lo único que quería aparte de terminar de comer, era dormir.

Cuando terminamos, ayudé a recoger y me subí a mi habitación para deshacer la maleta.

—Bueno, me voy al gimnasio. —dijo asomándose en mi habitación después de media hora. —No nos destroces la casa. — y me lanzó mi juego de llaves a la cama.

Mi vecino me espía [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora