Capítulo 12

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Narra Pilar

— ¿Esa sudadera es de Purre? —me preguntó alguien y cerré mi casillero.

—Puede... —le contesté a Jack y él levantó una ceja.

—Puede no, es. Conozco esa sudadera porque era una de sus favoritas hace años. — siguió hablando a mi lado mientras andábamos hacia la cafetería. —No me digas que tú y él.... —hizo un movimiento con sus dedos. Ese movimiento.

— ¿Qué? No. —respondí rápido y le conté por encima lo que había ocurrido.

—Le voy a matar. —habló al terminar.

—Tranquilo. Si no llega a ser por él lo más probable es que yo no estuviera hoy acá. —le dije y su expresión cambio a una de arrepentimiento.

—Lo siento, Pilar. Sé que no deberíamos haberte dejado sola. No sabes cómo me puse cuando no te vi fuera esperándonos y cuando el de seguridad me dijo que te habías marchado con Purre. Pensé que te había obligado. —me dijo y llegamos hasta la mesa donde nos sentamos ayer. —No era mi intención que esto pasara. Si hubiera salido contigo no habrías pasado por todo aquello.

—Tranquilo, olvidemos lo que ha pasado ¿vale? —le hablé y él asintió.

A los pocos minutos, llegaron Zelia, Trinity y Colin como tres zombis vivientes.

—Isabella estaba K.A.O. ¿verdad? —me preguntó Trinity y yo asentí. —No me extraña. Ayer bebió muchísimo.

—Alex debe de estar igual. —habló Zelia. —O incluso peor.

—Yo lo dejaría en un empate.

Hablamos poco en la comida ya que ninguno de los presentes teníamos la fuerza suficiente. Al volverme el dolor de cabeza me tomé otra pastilla y al levantar la mirada, Colin me observaba fijamente. Le ignoré, pero al ver que llamaba la atención de Jack y le preguntaba algo en voz baja no pude evitar mirarles. Lo que le dijo a Colin le debió sorprender porque abrió los ojos. Cuando Jack me miró me vocalizó "la sudadera" y yo bufé. Al parecer todos los chicos sabían cuál era esa sudadera y si realmente había sido muy importante para Purre, ¿para qué me la daba a mí?

—Me marcho, que me tengo que recorrer todo el campus para ir hasta mi siguiente clase. Bye, amores. —nos dijo Trinity y vi como su cabellera pelirroja se alejaba de la mesa.

Poco a poco, cada uno nos fuimos yendo a nuestras respectivas clases. Colin, antes de marcharse, me dirigió una última mirada. Intenté ignorarlo de nuevo, pero en mi cabeza seguía preguntándome el por qué de la decisión de Purre de darme esa sudadera a mí.

— ¿Alguien sabe por qué Giménez no asiste hoy? —preguntó el profesor de teatro avanzado.

No estaba en la universidad, ni en casa. Entonces ¿dónde estaba?

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Narra Purre

Me bajé de la moto y me quité el casco. Correr siempre me ayudaba a soltar toda la ira que tenía dentro. Desde lo que había pasado con Aitana, subirme a aquella moto y correr sin parar me liberaba. Se había convertido en una droga muy mala.

La coloqué en su respectivo sitio y cerré de un golpe la puerta del garaje. Al darme la vuelta y caminar por la pista vi en las gradas a las últimas personas que deseaba ver.

—Maldita sea. —mascullé y todo el grupo se acercó a mí.

—José, Josito. —Habló Markus. —Me he enterado de varias cosas que pasaron ayer.

—No sé de qué me hablas. —contesté y me crucé de brazos. Él se rio y todo su grupo nos observó.

Markus aparte de ser un gran cabrón, era uno de los narcotraficantes de drogas más peligrosos del país. ¿Cómo terminé metido yo en todo eso? Todo tiene una explicación larga, pero la versión corta sólo tiene dos palabras: Carreras ilegales.

— ¿No sabes de qué te hablo? —dijo repitiendo con ironía lo que acababa de decir. Acto seguido me dio un puñetazo en el estómago que me sorprendió y me doblé en dos.

Joder. No estaba ahora yo para esto.

— ¿De verdad no te suena una paliza a dos de mis chicos? Uno ha venido con el brazo roto, varios de mis hombres están en la cárcel y más de un kilo de droga ha sido entregado a la policía. ¿No te suena? —volvió a decir.

—Puede que me suene algo. —contesté con una sonrisa y me llevé otro puñetazo, pero esta vez en la cara.

—Te has metido con quien no debías Purre. Yo pensé que éramos amigos. —dijo y yo reí.

—El que se ha metido con quien no debía fuiste tú. No haber metido esa droga en mi fiesta y no estaría ahora en manos de la policía. —le reté. Me miró de cerca y se alejó de mí.

—Nunca pensé que fueses a atreverte a entregar tan cantidad a la policía, pero ya está hecho y me parece que sabes de sobra que las huellas de muchos de mis hombres y gente muy importante están en esos paquetes. Y ahora esas huellas las tiene la policía y sabrá la identidad de muchos de mi clan. —habló dándome la espalda. —Créeme que lo hubiera dejado pasar si hubiera sido una cantidad menor, pero no es así y me parece a mí que la última vez que pasó algo parecido no aprendiste la lección.

Varios de sus chicos comenzaron a acercase a mí y sabía perfectamente lo que me esperaba. Uno contra veinte hombres de 1,80. Aquello era imposible.

—Pero tranquilo, ahora te va a quedar bien claro que si juegas con el rey, el peón siempre acaba perdiendo. —terminó y desapareció de mi vista.

Un hombre me intentó agarrar del brazo, pero me lo quite de un empujón. Aunque muchos de ellos recibieron varios puñetazos de mi parte, cuando se lanzaron unos ocho hombres contra mí, sabía que no iba a poder aguantar más. Me agarraron de los brazos para mantenerme de pie y uno por uno me comenzaron a dar.

—Esto es por lo de ayer. —dijo aquel chico del pelo azul que tenía la mitad de su cara morada. Sin descanso, me dio tantas veces quiso.

Cuando acabé en el suelo casi sin aire pensé que se iban a ir, pero me equivoqué. Me tapé con los brazos la cara para que ninguna patada llegara hasta allí y cuando noté que nadie más tocaba ni una parte de mi cuerpo, me coloqué boca arriba dolorido.

— ¿Ahora lo has entendido? —dijo Markus colocando su pie sobre mi pecho. Lo agarré con las manos y él apretó hacia abajo.

—Sí. —dije en un susurro por la falta de aire. La presión de su pie en mi pecho aumentó.

— ¿Qué dijiste? —preguntó.

— ¡Sí! —grité aunque fue más bien un grito de dolor. Me sonrió, asintió satisfecho y desapareció de mi vista.

Escuché como las pisadas de los hombres se alejaban y respiré con dificultad, quedándome tirado sobre la arena. Cerré los ojos y perdí el conocimiento. 

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Mi vecino me espía [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora