𝓣𝓻𝓮𝓲𝓷𝓽𝓪 𝔂 𝓭𝓸𝓼

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A pesar de los que dije hace unos instantes, nadie se movió y mejor nos quedamos en silencio mirando hacia los destellos de la enorme ciudad. Supongo que era un momento de reflexión y relajación pero decidí romper el hielo cuando escuché el bostezo de Madi.

—Amor, tú también deberías dormir—le dije a Chris.

—No te quiero dejar sola—veía la guerra consigo mismo por mantenerse despierto. Sus ojos soñolientos lo delataban.

—Y yo no quiero que dejes solos a los niños. Así que ve con ellos a dormir, después iré yo con Andrew, ¿esta bien?

—Elle...—le di una mirada de insistencia y él no pudo continuar contradiciéndome—esta bien—suspiró y yo sonreí por la victoria—voy a dormir con los niños, pero avísame si sucede algo, ¿okay?—se levantó cargando a Madi quien estaba durmiendo en sus brazos y Dean estaba a nada de estar igual.

—Si llama James, contéstale por mi—pedí imitando su acción y él asintió—vamos, Dean. A dormir, pequeño—le di un beso en la mejilla y con los ojos medio cerrados tomó la mano de Chris—te amo—le di un beso en los labios a mi novio.

—Yo más—sonreímos—descansa, estaremos en la camioneta—asentí.

—Linda noche—le di un beso en la mejilla a cada uno antes de se fueran.

No me quedé mucho tiempo afuera porque comenzó a darme frío así que fui a la sala de espera y me encontré con Andrew quien me dijo que había estado en revisión con un doctor para saber como seguían sus heridas: nada empeoró pero todo sigue estando igual. También comentó que hablando con la doctora, ella le dijo que muy pronto habrían nuevas noticias de Shawn, y ambos rogamos por que fueran buenas

Pasaron dos horas más dando las tres de la mañana en San Francisco. Ha habido movimientos en todo el pasillo, si parar ni un solo segundo mientras que nosotros miramos hacia la pared contraria o intentábamos hablar de algo, pero era imposible porque Shawn siempre salía a relucir en nuestra conversación. Ni siquiera hemos logrado dormir más de diez minutos.

—Hola—dejé de recargar mi cabeza sobre el respaldo y miré a la portadora de la voz femenina.

—Camila—Andrew sonó sorprendido.

—En persona—eructó.

Por el olor que desprendía era más que obvio que estaba ebria.

—¿Qué estabas haciendo?—cuestioné para asegurarme.

—No preguntes lo que es obvio—me susurró Andrew.

—Pues...es-estaba, con una amiga en...un...ba-bar—respondió arrastrando las palabras mientras se sentaba a un lado mío.

—¿Sabes lo qué pasó con Shawn?

—Si, por eso estoy aquí, linda—me dio un leve golpe en el hombro como si fuéramos las mejores amiga en el mundo.

No me molesté porque sabía que no se encontraba en sus cinco sentidos. Ni siquiera podrá acordarse de esto en un par de horas.

La miré a detalle y se veía mal, tal vez se preocupó tanto que decidió ahogar sus penas en alcohol o simplemente no le importó un carajo lo que sucedió. Venía vestida con un jogger gris oscuro, una playera de algodón blanca, llevaba un maquillaje algo producido que terminó en parte del cuello de su playera, y su cabello pudo haber estado amarrado hace un rato.

—Es mejor que duermas, después veremos qué pasa—le aconsejé y ella no dudo ni un segundo en acurrucarse en el asiento.

—¿Por qué hace eso?—preguntó Andrew extrañado.

𝓝𝓾𝓮𝓼𝓽𝓻𝓪 𝓱𝓲𝓼𝓽𝓸𝓻𝓲𝓪 ・*:.˛ ˚𝗦𝗠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora