El Cuento de los Tres Hermanos

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Bella se volvió hacia Harry, Ron y a Hermione. Ninguno de ellos parecía haber entendido tampoco lo que había dicho Xenophilius.

—¿Ha dicho usted Las Reliquias de la Muerte? —repitió Bella.

—Eso es —dijo Xenophilius—. ¿No han oído hablar de ellas? No me sorprende. Muy, muy pocos magos creen en ellas. Como esos jóvenes cabezaduras en la boda de su hermano —se inclinó hacia Ron— ¡me atacaron por ostentar el símbolo del bien conocido Mago Oscuro! Que ignorancia. Al menos no hay nada Oscuro en las Reliquias, no en esencia. Uno simplemente utiliza el símbolo para mostrarse a sí mismo ante los otros creyentes, con la esperanza de que puedan ayudarle en la Búsqueda.

Dejó caer varios terrones de azúcar en la infusión gurdirraíz y bebió un poco.

—Lo siento —dijo Harry—. De verdad, todavía no lo entiendo.

Por ser educado, también tomó un sorbo de su taza, y casi se ahoga: la cosa estaba bastante asquerosa, como si alguien hubiera licuado Grageas de Sabores de sabor a moco.

—Bueno, verás, los creyentes buscan Las Reliquias de la Muerte —dijo Xenophilius lamiéndose los labios con evidente aprecio a la infusión de Gurdyroot.

—Pero ¿qué son Las Reliquias de la Muerte? —preguntó Hermione.

Xenophilius dejó a un lado la vacía taza de té.

—¿Doy por supuesto que todos ustedes están familiarizados con «El Cuento de los Tres Hermanos»?

Harry dijo. «No», pero Bella, Ron y Hermione dijeron «Sí». Xenophilius asintió con seriedad.

—Bueno, señor Potter, todo esto empieza con «El Cuento de los Tres Hermanos»... Tengo una copia en alguna parte...

Miró vagamente por la habitación, hacia los montones de pergaminos y libros, pero Bella dijo:

—Hermione tiene una copia, señor Lovegood, allí fue donde puede ver la historia.

—La tengo aquí mismo —dijo Hermione.

Y sacó Los Cuentos de Beedle el Bardo del pequeño bolso de cuentas.

—¿El original? —preguntó Xenophilius con agudeza, y cuando ella asintió, dijo—. En fin, ¿por qué no lo lee en voz alta? Es la mejor forma de asegurar que todos lo entendemos.

—Eh... de acuerdo —dijo nerviosamente Hermione. Abrió el libro, y Bella vio de nuevo el símbolo que estaban investigando encabezando la página, mientras ella se aclaraba la garganta y empezaba a leer.

—Había una vez tres hermanos que viajaban al atardecer por un camino solitario y sinuoso.

—A medianoche, mamá siempre nos lo contaba así —dijo Ron, que había extendido los brazos detrás de la cabeza para escuchar.

Hermione le lanzó una mirada de enfado.

—¡Lo siento, creo que es más espeluznante si es medianoche! —dijo Ron.

—Sí, porque necesitamos realmente un poco más de terror en nuestras vidas —dijo Harry antes de poder contenerse.

Xenophilius no parecía prestar mucha atención, sino que miraba fijamente el cielo a través de la ventana.

—Continúa, Hermione —le dijo Bella.

—Con el tiempo, los hermanos alcanzaron un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Sin embargo, estos hermanos habían aprendido las artes mágicas, y con el sencillo ondear de sus varitas hicieron aparecer un puente sobre el agua traicionera. Iban ya por la mitad del puente cuando encontraron el paso bloqueado por una figura encapuchada. Y la Muerte les habló...

Bella Price y Las Reliquias de la Muerte ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin