Un Lugar Donde Esconderse

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Todo parecía confuso, lento. Bella y Hermione saltaron sobre sus pies y esgrimieron sus varitas. Muchas personas se estaban dando cuenta ahora de que algo raro había ocurrido; algunas cabezas todavía se estaban volviendo hacia el gato plateado cuando desapareció. El silencio se extendió hacia fuera en frías ondas desde el lugar en que había aparecido el Patronus. Entonces alguien gritó.

Bella y Hermione se lanzaron entre la multitud despavorida. Los invitados corrían en todas direcciones; muchos Desaparecían; los encantamientos protectores que había alrededor de la Madriguera se habían roto.

—¡Ron! —lloró Hermione—. Ron, ¿dónde estás?

—¡Barny! —gritó Bella, mirando de derecha a izquierda. No podía gritar «Harry» tan descaradamente.

Mientras se abrían paso a empujones hasta el otro lado de la pista de baile, Bella vio como unas figuras enmascaradas salían de entre la multitud; luego vio a Nehyban, con su varita levantada, dirigiéndose rápidamente a donde estaba Luna, la cual tenía una expresión de estar allí por equivocación, y escuchó que gritaba, «¡Protego!» en tanto colocaba a Luna detrás de él.

—¡Ron! —llamó Hermione medio sollozando, al ser envueltos por los aterrorizados invitados. Bella la estaba tomando de la mano para asegurarse de que no fueran separadas, cuando una línea de la luz zumbó sobre sus cabezas, aunque no supo si era un encantamiento protector o algo más siniestro.

En ese momento aparecieron Harry y Ron. Cogieron los brazos libres de las muchachas, y Bella giró sobre sí misma; la visión y el sonido se extinguieron mientras la obscuridad se cernía sobre ella; todo lo que podía sentir era la mano de Hermione y la de Harry mientras era lanzada a través de espacio y tiempo, lejos de la Madriguera, lejos de los Mortífagos que descendían, lejos, quizás, de Voldemort mismo...

—¿Dónde estamos? —dijo la voz de Ron.

Bella abrió los ojos. Por un momento, pensó que no habían abandonado la boda, después de todo; todavía parecían estar rodeados de gente.

—En Tottenham Court Road —jadeó Hermione—. Camina, simplemente camina, tenemos que encontrar un sitio para que se cambien.

Bella y los demás hicieron lo que le decía. Medio corrieron subiendo la amplia y oscura calle, atestada de trasnochadores y llena de tiendas cerradas, mientras las estrellas brillaban sobre ellos.

Un autobús de dos pisos rugió al pasar y un grupo de parroquianos alegres se los comieron con los ojos cuando pasaron; Harry y Ron todavía llevaban sus túnicas de etiqueta.

—Hermione, no tenemos nada para cambiarnos —dijo Ron, cuando una mujer joven se echó a reír tontamente al verle.

—¿Por qué no me habré asegurado de traerme la capa de invisibilidad? —dijo Harry, maldiciendo interiormente su propia estupidez—. Todo el año pasado la llevé encima y...

—¡Dios! ¡La peluca! —dijo Bella, casi deteniéndose, pero Hermione siguió y, como seguían tomadas de mano, hizo seguir a Bella.

—¿Qué pelusa? —inquirió Ron, totalmente seguro de que esa era la palabra que Bella quiso decir.

—Está bien —los interrumpió Hermione—, tengo la capa, tengo ropa para los dos y tengo la peluca. Sólo traten de actuar con naturalidad hasta... esto servirá.

Los condujo a una calle lateral, y luego a la protección de un callejón sombrío.

—Cuando dices que tienes la capa, la ropa, y lo demás ... —dijo Bella, frunciendo el ceño a Hermione, que no llevaba nada salvo su pequeño bolso bordado, en el que rebuscaba en ese momento.

Bella Price y Las Reliquias de la Muerte ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt