Capítulo 23

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Larga vida a los amantes locos.


Estamos en la sala de la filmoteca esperando a que empiece "Un paseo para recordar". Recuerdo que leí el libro hace años, pero no sabía que había una película. Ezra me ha sorprendido al traerme para verla, porque pensaba que, al ser una adaptación de un libro, podría gustarme. Del libro recuerdo poco, la verdad, pero si soy sincera, no me importa nada. Me lo estoy pasando demasiado bien con ella, así que me da igual donde me lleve o lo que veamos.

No soy muy aficionada a ir al cine, pero esta tarde no me puedo quejar, la sala no está muy llena y nos hemos puesto arriba del todo, justo en la última fila, para poder comentar la peli sin molestar mucho.

Por el camino hasta el cine, Ezra me explicó que ayer estuvo en el médico con su madre, que sufrió una caída hace unos días y tiene un esguince. Tenía cita para ver cómo seguía y tenía que acompañarla.



Mientras esperábamos en la cola para comprar las palomitas y las bebidas, le he estado contando la conversación que había tenido con mi hermana sobre su compañero de clase que ha empezado a hormonarse. Desde entonces, la duda estaba en mi mente y decido preguntarle lo siguiente:

 -¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza cambiarte de sexo?

 -Sí, alguna vez -responde ella despreocupada, como si fuera la cosa más normal del mundo. Reconozco que me encanta la naturalidad que le da a todo-. Cuando era pequeña -dice mirando al techo, como recordando ese momento de su vida.

 -¿En serio? -exclamo alucinada.

 -Sí, de verdad. Pensaba que no podía estar con una chica por ser chica, así que se me pasó por la cabeza hacerme chico cuando me hiciera mayor. Incluso llegué a decirle a mi mejor amigo de entonces que me llamara Toni -comenta poniendo una mueca divertida.

 -¿Toni? No te pega nada -comento soltando una carcajada.

Ella me ríe la gracia y entonces varias personas nos chistan, la película está a punto de comenzar. Por inercia, nos acomodamos en nuestros asientos y mantenemos la vista fija en la pantalla durante un buen rato. En alguna ocasión nos miramos para comentar algo en voz baja, pero en seguida, volvemos la mirada al frente. Algunas cosas logro recordarlas del libro y reconozco que la película me está gustando bastante.

 -La prota es guapa -me dice en un momento en que hacen un plano de cerca de ella.

 -Bah, prefiero al chico -respondo imitando indiferencia para picarla.

Ella abre la boca divertida, haciéndose la sorprendida.

 -No sabes lo que te pierdes, entre mujeres nos entendemos mejor -comenta aguantando las ganas de reír.

 -Pues haber si me lo demuestras... -dejo caer sorprendiéndome a mí misma.

Por el rabillo del ojo, veo la expresión perpleja de Ezra, y tengo que morderme la lengua para no romper en carcajadas. Lo que esta chica me hace hablar no es normal, se me pegan sus bromas con mucha facilidad.





Cuando los protagonistas se besan la primera vez, sabemos que es por el teatro que están interpretando, sin embargo, me derrito de amor con su primer beso, el de verdad. Al momento, noto como Ezra me observa, como si hubiera estado esperando este momento para hacerlo. Primero la miro de soslayo y vislumbro una media sonrisa. Me mantengo en mi postura y me repito que no voy a mirarla, pero ella no aparta la vista de mí y al final logra ponerme nerviosa.

 -¿Qué? -pregunto tratando de no elevar mucho la voz y devolviéndole la mirada.

 -¿Y si nos besamos como ellos? -suelta de golpe, como si fuera la cosa más normal del mundo.

Su pregunta desencadena el estado de nervios en mi interior, un revoltijo de sensaciones entre mi cabeza y mi corazón. Miro sus labios y pienso en las ganas que tengo de besarlos de nuevo. Mis ojos se pasean por toda la sala; en nuestra fila estamos solas y nadie se va a dar la vuelta para mirarnos teniendo una pantalla gigante frente a ellos.

Miro a Ezra otra vez y me olvido de todo lo que nos rodea. Me inclino sobre ella y nos besamos, dejando caer varias palomitas al suelo, chocando nuestras manos torpemente buscando el cuerpo de la otra donde sostenerse. La mía acaba en su mejilla, la suya en mi espalda donde da un leve empujón para acercarme más a ella. El beso se prolonga unos segundos que ya desearía que fueran infinitos. Volver a sentir el sabor de sus labios me hace revivir la misma sensación de la primera vez. Ezra me besa con dulzura, yo con cierta torpeza y muchos nervios.

Esto era lo que necesitaba, experimentar que me falta el aire por tener mi boca sellada con la suya y separarme lo justo y necesario para coger una bocanada de aire y continuar besándola. No quiero dejar de sentir esto, no quiero dejar de sentirla.





Vuelvo a casa y me cuesta controlar las ganas de sonreír a cada rato que se me viene a la mente lo ocurrido en el cine. Ya se puede decir que hemos comenzado una relación y sin haber hecho falta decir nada, con un beso ya se dice todo. Durante la cena, mi hermana y yo intercambiamos miradas cómplices, en silencio. Ella sabe que las cosas han ido bien, me conoce lo suficiente como para captar mi estado de ánimo sin tener que escucharme hablar. Aun así, en cuanto subimos a mi cuarto, empieza a bombardearme con preguntas. Trato de responder a todo, controlando la sonrisita nerviosa para que no piense que ya estoy mega enamorada de ella. No es la verdad. Hay algo, pero todavía estoy en búsqueda de saber qué es exactamente. Hay ilusión, eso está claro. Pero de momento, solo eso.

Penélope, como es su costumbre, alucina con todo lo que le cuento por muy básico sea, y sobre todo, cuando llego a la parte del beso, es incapaz de no soltar unas palmaditas celebrando nuestro comienzo de relación.

Esa noche me acuesto más feliz que cualquier otro día de mi vida que recuerde. No dejo de dar vueltas y vueltas en la cama, de sonreír recordando ese abrazo tan fuerte que me ha dado en la Alameda, y el beso en el cine. Tenía miedo de que nos vieran, que nos miraran con cara rara, que cuchichearan, pero sería capaz de repetirlo mil veces. Es como si sus besos inyectaran una droga que me hace vulnerable cuando estoy cerca de ella. Vuelvo a reír con este pensamiento y acabo escondiendo mi cara contra la almohada, la felicidad me sale por todos lados, tengo que ser precavida para que no se me note demasiado. 

Yo te vi pasar...Where stories live. Discover now