Capítulo 8

7.5K 508 106
                                    


Regálame tu risa.


Mi primera reacción al leer el último mensaje de Ezra fue de alivio, ¡por fin me iba a dejar en paz! Pero conforme se va acercando las doce y tras la conversación con mi madre, vuelvo a tener dudas sobre qué debo o no hacer. ¿Me da pena? Pues sí, un poco, pero también me doy pena yo que tengo que aguantar sus ilusos sueños de conquista. Repaso cada mensaje enviado en estos últimos días una y otra vez, releo las frases y me es inevitable pensar que por lo menos se lo curra, porque son de lo más bonitas, pero es una chica. Y yo soy una chica. Y soy hetero. Y esto no va a salir bien.

Voy a cerrar la sesión, estoy a un solo click de hacerlo. Pero algo en mi cabeza me lo impide. Ni siquiera me he fijado en su número de teléfono y quedan 15 minutos para cambiar de año.

Conforme voy redirigiendo mi dedo hacia el chat de Ezra, me voy convenciendo de que es una locura, que me voy a arrepentir, que va a ser más pesada aún de lo que ya es porque va a pensar que le estoy dando una oportunidad. Y sí, tendría razón, porque si acepto agregarla a Whatsapp es que le estoy dando una oportunidad en contra de todo lo que pienso. Ella no me gusta, jamás me podría gustar una mujer habiendo tanto chico atractivo en el mundo.

"Nunca sabes cómo es una persona por dentro, simplemente, déjate llevar".

Las palabras de mi madre no dejan de resonar en mi mente mientras apunto el número que me ha asignado a mi lista de contactos.

Una vez que le doy a guardar, entro en Whatsapp y busco su nombre. Ezra. He estado tentada de ponerle "la chica pesada", pero sería demasiado cruel por mi parte y no me considero así. Su contacto me aparece al instante con una foto de perfil de lo más llamativa: el dibujo de una vagina. Cayetana, ¿qué narices estás haciendo? ¿Acaso no ves que está chiflada? ¿Quién tendría esa foto expuesta a que lo vea cualquiera? ¿Qué pensarán sus padres al verlo? No sé si quiero saberlo, lo mismo son igual de pervertidos que ella, viene de fábrica. O quizás tiene dos madres. O dos padres. Así ha salido... No, Cayetana, no hables así, sabes perfectamente que las cosas no suceden de esa manera. Da igual tu familia, al final eres tú y solo tú la que decides cómo ser, no me vengas con comentarios homofóbicos, no te pegan nada.

Discuto conmigo misma mientras tecleo sobre la pantalla táctil. Ni siquiera sé qué ponerle. Escribo, borro. Escribo, borro. Leo, no me convence, borro. Vuelvo a escribir. Finalmente, me quedo con esto.

 -C: No quiero que pienses que te estoy dando una oportunidad, solo que no quiero que inundas mi chat de mensajes todo el tiempo. No sé si tu advertencia es real, pero la verdad es que tampoco quiero parecer la mala por no querer conocer a alguien que sé de antemano que no me va a gustar. En fin, no sé ni por qué te escribo esto. El caso es que aquí me tienes, lo que tú querías, espero que estés contenta. Psdt: Igualmente.

Una vez que sale el doble check, me muerdo el pulgar, ansiosa por conocer su respuesta, aunque me la puedo imaginar. Se volverá loca de contenta y dirá que sabía que acabaría rendida ante ella como si de una diosa se tratase. Si es que no sé ni por qué cedo a hacer estas cosas. Este tipo de locuras las hace Maribel, no yo. En fin, ya no hay vuelta atrás para arrepentimientos, tendré que pensar ahora en nuevas maneras para sortearla y convencerla de que se busque a otra con quien ligar que no sea yo.





Apenas quedan cinco minutos para que el 2017 se instale en nuestras vidas y Ezra sigue sin dar señales, así que empiezo a preocuparme. ¿Será que no he apuntado bien el número y le he escrito a otra persona? Si es así, solo hay una manera de comprobarlo. Abro instagram, entro en su chat y me cercioro de que ambos números, el que me ha dado y el que he apuntado, coincidan perfectamente.

Yo te vi pasar...Where stories live. Discover now