XXXI

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El ángel desterrado.
































Siempre fui extraña.

Desde que era pequeña, mi madre y mi padre me hacían a un lado.

Se que fui un accidente, no como mis hermanas.

Mis siete hermanas eran perfectas. Pero no me querian. Ya que había arruinado la secuencia.

Cada una de ellas eran un año mayor que la otra. La diferencia entre cada una de ellas era de un año.

Yo en cambio, nací cuatro años después de la que sería la séptima.

Ahora éramos ocho, yo sobraba en la foto.

No recuerdo mucho de mi infancia. Era tan triste supongo que mi cerebro fue eliminando los momentos que pasaba.

Terribles momentos, seguro.

Uno una época a mis diez años que mi conciencia y recuerdos están intactos. En mi mente, de mis recuerdos de los seis años brincaban hasta mi primera década viviendo.

Jamás me pregunté qué pasó en esos cuatro años. No me interesaba.

Un sentimiento de ausencia habita siempre en mi interior. Nunca me he preocupado o necesitado algo. Sin embargo, había algo que faltaba en mi vida.

Pero tampoco iba a investigar por ello.

O eso pensé hasta aquel día. Recién había cumplido mis diesinueve años.

Trabajo en una floristería, ya que en la escuela no me querían mas por mi actitud extraña.

No es mi culpa, mis bolsas oscuras bajo mis ojos salían por más que durmiera. Se que mi piel es pálida, tampoco entiendo la razón, mis ojos... Muchos niños les temían. Lloraban cuando los miraba. Y ni entiendo el por qué. También se asustaba de mis dibujos, ya que eran personas con ojos salidos de su lugar, o criaturas espeluznantes, incluso muy sádicos, al igual que formas y símbolos que, miraba en mi sueño, todo lo que dibujaba era por que lo había soñado con anterioridad.

Muchos papás se iban a quejar con la directora del instituto por mi simple existencia. Y mis padres bueno, nunca me defendieron, por lo que optaron por dejarme en casa. Encerrada.

No importaba, mi padre en su oficina tenía una biblioteca entera, es allí donde pasaba todo mi día y mi tiempo.

Cuando tenía quince años conseguí un empleo... Bueno, muchos empleos. De mesera, de ayudante de sastre, reparador de relojes Cu cú, de bañar caballos, ayudante de estilista...

Pero al final, todos los jefes que he tenido terminaron por echarme a patadas, diciendo que el aura que liberaba era simplemente horrible, y ahuyentaba la clientela, o hacia que los caballos enfermaran.

La verdad, quizá si era yo, pero nunca me cuestione por ello, no cuando llegó él.

Era un chico, tenía quizá unos dos años más que yo, pero me dio empleo en su floristería. Y aunque las flores se secan cada que me acerco, el dice que no importa, que me quede en la caja así nadie salía herido.

Parecía ser como yo. No tenía amigos eso lo sé. Siempre se pierde en sus pensamientos pero me sonríe cada que puede.

Tampoco viste elegantemente como los hombres en mi ciudad, al igual que yo me niego a usar aquellos vestidos con corset.

Siempre usa un guante de cuero color negro, solo en la mano izquierda, una vez le pregunté el por qué y se puso completamente serio. Recuerdo que no fue a trabajar casi dos días.

Pero ese no es el punto. Lo que quiero decir. Es que aun estoy sorprendida.

Mirando en mi cama, de la habitación del sótano de mi casa.

Yo tenía la herencia de todo lo que antes le pertenecía a una señora.

Tomé aquella carta, mirando la dirección.

Si no mal recuerdo, es justo en frente de donde antes solía vivir con mi familia, de pronto mis padres se mudaron a donde vivo actualmente, nunca pregunté el por qué el repentino cambio.

Había heredado una casa junto con cierta cantidad de dinero y muchas antigüedades.

No esperé más. Tomé una balija de uno de los roperos de mis hermanas.

Metí un par de prendas, las más importantes que me hacían sentir cómoda. Metí mi libreta de notas y unos libros que solía leer en mis tiempos libres.

Dejé una nota, sobre mi cama. La cual sabia que no la leerían hasta que me buscaran para que les dé los gastos de la casa con mi sueldo.

Pero ya no, no más.
























































"váyanse a la mierda, y que satán no se apiade de ustedes"

-Nathalie.



































































































El destino es cruel.































































Los amo bais. Lamento no actualizar.

Demon's Witch. Where stories live. Discover now