XXIII

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Advertencia: El siguiente capítulo puede contener violencia, contenido delicado, leve mención de pedofilia y/o abuso sexual.









































Alas de olvido.

























- Eurdo. - llamó. Su espalda estaba recargada en el espejo. Ya no cabía como hace seis años. Pero aun así amaba pasarse encerrado en el ropero.

-Dime, Jungkook. - escuchó desde alguna parte.

La sombra en el espejo se llamaba Eurdo. Eso le había dicho a Jungkook. Se la pasaba allí dentro desde que tenía ocho años. Y casi no hablaban mucho. El pequeño niño le contaba sobre lo que lo hacía sentir triste. Había veces en la que el ente salía del espejo. Pero con la única condición de que Jungkook no podía abrir los ojos para mirarlo. Confiaba en él. Aunque no podía ver su rostro. Para él solo era una sombra. Una silueta. Pero era su compañía.

Pasaron dos años más. Y Jungkook se sentía tan bien solo con Eurdo. Había muchas veces en las que no deseaba vivir más, algo perturbador en un pequeño niño de diez años. Pero se levantaba de la cama solo por visitar a su amigo imaginario.

-Tu no me vas a dejar ¿cierto? Te amo muchito - le decía el niño mientras miraba a la silueta.

-¿Muchito? ¿Qué tanto kookie? -

-Mucho... Aunque no puedo verte. -

-Si me vieras. Te daría miedo. - le dijo la sombra que observaba los movimientos de Jungkook.

-No, no me daría miedo. Soy un niño grande...-

-Algun día me tendré que ir, y tú igual. Vas a crecer. Y me vas a olvidar. -

Jungkook cerró los ojos.

-No. Cuando sea grande, cuando sea grande, me casaré contigo. Así no te iras nunca.-

Eurdo miró como el menor le mostrá su pequeño meñique. - lo prometo. -

Y eurdo enlazó su largo falange igual con el del niño.

Jungkook mientras pasaba el tiempo. Anhelaba que el ser a traves del espejo lo tocara, que estuviera cerca, a veces colocaba su mano en el espejo solo para sentir lo parecido a una brisa. Pero cuando cerraba los ojos. El contacto se hacía sólido.

-Cierra los ojos Kookie. - le decía la... Cosa.

Jungkook se dejaba hacer. La confianza que había crecido con el tiempo dejaba que se paseara por su cuerpo. A veces lo hacía por lugares que normalmente no son tocados. Pero las caricias le hacían sentir tan bien. Solo en una ocasión le dolió al inicio. Pero no preguntó, se dejó llevar mientras le entregaba ciegamente su cuerpo al ente en el espejo.

-eres tan pequeño, y tan ansioso de mi. - recuerda que le murmuraba sobre su oído mientras era arrasado por nuevas sensaciones. Apretaba sus ojos. Y sus manitas, sabiendo lo que sucedía pero fingiendo que no. Un niño de trece años no debería hacer eso.

A veces el ser sólo acariciaba sus cabellos mientras lloraba.

-Nadie me quiere Eurdo... - decia sollozando con los ojos cerrados - mamá me quiere internar... Yo sólo... Quedate conmigo siempre. - le decía entre el llanto.

Demon's Witch. Where stories live. Discover now