POLVO DE HADA

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Polvo de hada

Alec veía hacía el centro del Pandemónium donde estaba la marea de personas. Se sentía incómodo estar allí, pero no podía irse sin Magnus, no parecía lo correcto, a pesar de que Magnus lo haya dejado solo en la barra al irse con sus amigos subterráneos. Aunque no era su culpa. Cuando habían llegado al club, Magnus y Alec se habían dirigido a la barra cuando un grupo de subterráneos captó a Magnus y lo saludaron alegremente, ignorándolo por completo. Magnus sonrió y los saludó efusivamente, como si se conocieran de toda la vida, que tal vez era posible. Luego el grupito lo fue tragando, rodeándolo y se fueron caminando hacia otra parte del club. Alec intentó seguirlos pero la gente le bloqueó el paso. Además de que todo pasó muy rápido.

Suspiró aburrido. La noche iba a ser larga. Al menos podía pedir algo de tomar, estaba sediento.

Alec iba a pedir una bebida al de la barra cuando vio que no había nadie que atendiera. Gruñó. Luego volteó la vista hacia la izquierda y vio una mesa que tenía varios vasos con una bebida que se veía completamente normal. Bueno, se ve normal, y tengo tanta sed… pensó.

Se decidió y fue a por una. Dio el primer sorbo y pensó que era lo más rico que había probado en su vida. Se acabó la bebida y pensó Bueno, al menos esto no está tan mal.

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Magnus se encontraba en medio de una plática acerca de las fiestas de hombres lobo y quién sabe qué otra cosa. La verdad es que no le estaba prestando atención. Sólo quería ir con Alec y pasar la noche como habían quedado, pero sabía que irse a mitad de la plática haría que el grupo se enojara con él… otra vez. Y no eran muy agradables enojados.

Se dedicó a buscar en la marea de gente a su perfecto novio, pero no lo veía por ninguna parte.

—… sí, ¡para que toda la gente se divierta! Obviamente tuvo que pagar para que la barra no estuviera abierta pero bien que valió la pena, ¿no? Esas bebidas están increíbles, voy por una… —fue lo último que captó Magnus de la conversación antes de que el que estaba hablando se despidiera y el grupo se empezara a dispersar por todo el club. Al fin, pensó Magnus.

Su mirada escaneaba cáda parte del club pero no veía a ningún pelinegro de ojos azules. Se estaba empezando a desesperar cuando alguien chocó contra él en un intento de abrazo.

— ¡Magnus! —gritó Alec mientras intentaba ponerse derecho luego del abrazo fallido.
— ¡Alexander! Te estaba buscando... —éste lo interrumpió.
— ¡Vamos a bailar! —lo tomó de la mano.
— ¿Bailar? ¿Tú? ¿En serio? No es que no quiera, claro.
—Sí. ¿Qué tiene? —se encogió de hombros.
—Bueno, en primera, no te gusta...
— ¡Sólo vamos! —río Alec.
— ¿Alexander? ¿Estás bien?
—Shh, calla.
Lo besó ferozmente y enredó sus dedos en el cabello de Magnus; éste dejó escapar un jadeo. ¿Por qué Alec se comportaba así?
—Vamos.
— ¿A dónde?
—Allá —Alec apuntó un lugar en la esquina del club donde había un sillón.
— ¿No que querías bailar?
—Cambié de opinión.
— ¿Y...?
—Quiero tener sexo contigo.
— ¿Qué? —se sorprendió Magnus.
—Lo que oíste. Vamos, no aguanto más —lo agarró de la mano y lo guiaba hacia fuera de la pista pero Magnus frenó.
— ¿Qué pasa? —preguntó Alec
—Podría preguntarte lo mismo
— ¿Eh? —preguntó confundido
—Alec, este no eres tú. Y por mucho que quiera tener sexo contigo, algo te pasa.
—Estoy perfectamente, Magnus, ¿ok? No tengo nada.
Magnus alzó una ceja.
—O bien podríamos empezar aquí —susurró Alec antes de estampar sus labios con los de Magnus. Lo tomó fuertemente de las muñecas y lo acercó a sí pegándolo completamente contra su cuerpo.
Magnus al sentir la cercanía de Alec no pudo evitar suspirar y dejarse llevar por el beso.
Alec se separó para respirar pero siguió pegado a Magnus y agarrándole las muñecas.
—Alexander...
—Shh... No quiero que hables, sólo que actúes —lo volvió a besar con pasión y cuando Magnus se estaba dejando llevar con el beso, una idea se le vino a la cabeza.
— ¡Alexander! —éste hizo un mohín porque Magnus se separó. Volvió a quererlo besar pero Magnus se alejó más para poder hablar.
— ¿Bebiste algo de aquí?
—Mmm… ¡sí! Una bebida que estaba en la mesa de allá. Tenía sed y era lo único que había, además no estabas y la tomé, ¿por qué?
Magnus suspiró y se pasó una mano por el cabello.
—Ya sé por qué estás así. Esas bebidas tienen polvo de hada, para que las personas se "diviertan". Uff. Bueno. Vamos a casa.
— ¿Qué? ¡No! ¡Aún no me quiero ir! —Alec hizo un mohín y se cruzó de brazos intentando verse desafiante pero sólo parecía un niño pequeño que le quitaron algo.
—Alexander, vamos.
—Pero, Magnus...
—Vamos, Alexander.
Alec no parecía querer moverse de donde estaba así que Magnus lo tomó de la mano y lo guio afuera. Alec se detuvo.
—No me obligues a hacer esto, Alexander —advirtió Magnus. Éste levantó una ceja desafiante. El brujo suspiró y chasqueó los dedos. Alec abrió los ojos como platos y se fijó en que no podía moverse y se fue para adelante, pero antes de caer al suelo Magnus lo agarró y cargó.
— ¡Magnus! ¡Bájame!
—No, no. Te dije que no me obligaras, garbancito.
El nefilim hizo un ruido de exasperación que a Magnus le pareció tiernísimo.

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