ÚLTIMA OPORTUNIDAD (parte 2)

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ÚLTIMA OPORTUNIDAD (parte 2)

Magnus se debatía internamente entre ir o no ir con Alec.

Las palabras que le había dicho Simon lo habían dejado pensativo, ya que tenía razón. La guerra iba a estar dura y se iban a perder muchas vidas.

Al final se decidió y se levantó de su cama, dónde había estado toda la mañana, y se cambió lo más rápido que pudo.

Se fijó en el reloj: 14:34 pm, día martes.

¿Martes? ¡Martes! ¡Ese día se iban los nefilim del Instituto de Nueva York a la batalla contra Sebastian en quién sabe dónde! ¡Se iban a las 3:00 pm!

Magnus salió corriendo de su apartamento sin maquillarse ni nada. Sólo tenía algo en mente: Alcanzar a Alec.

Cuando llegó al Instituto, iba muy cansado y apoyó sus manos en sus piernas. Ya que se calmó, tocó el timbre del Instituto y vio su reloj: 15:05 pm. Espero haberlos alcanzado, pensó Magnus. Enseguida oyó un taconeo del otro lado de la puerta y ésta se abrió violentamente. Allí se encontraba Isabelle Lightwood con una mirada determinada. Al ver a Magnus su rostro se volvió serio y duro.

—Iz, ¿quién es? —oyó decir Magnus desde dentro. Era una voz muy conocida para él. Alec.

— ¿Qué haces tú aquí? —exigió saber Iz cruzándose de brazos.

Magnus pasó adentro y miró a las escaleras.

— ¡Hey! ¡No dije que pudieras pasar! —le gritó Isabelle intentándolo detener pero Magnus ya había pasado. Éste vio hacia dónde había oído que venía la voz y allí se encontraba Alec con su traje de combate, su arco en una mano y su carcaj en otra.

El nefilim abrió mucho los ojos al verlo.

—Magnus... —empezó a decir.

— ¿Qué haces aquí? —le volvió a preguntar Isabelle a Magnus.

—Iz —la reprendió su hermano.

—Vengo a hablar con Alec —confesó el brujo.

—No puedes hablar con él. A parte ya nos íbamos.

—Iz, yo puedo manejar mis asuntos solo —dijo Alec.

— ¿Vas a hablar con él? —había incredulidad en la voz de Isabelle que no se molestó en cubrir.

—Sólo hablaremos. No me tardaré, no te preocupes. Pero a solas.

Isabelle chasqueó la lengua.

—Bien, los dejare solos. Pero escúchame bien, Magnus Bane, que no lo voy a repetir: Si le haces algo a mi hermano te las verás conmigo —dicho esto se fue a grandes zancadas de allí. Magnus alcanzó a ver qué Isabelle abrazó a Simon que estaba en el fondo del pasillo; éste le guiño un ojo a Magnus como diciéndole hiciste lo correcto. Bueno, pensó Magnus, Simon sí que aprovechó el tiempo. Vaya, me acordé de su nombre.

Magnus sacudió su cabeza alejando sus pensamientos y centrándose en el nefilim que lo miraba expectante.

—Alec... —empezó a decir el brujo. Dio unos pasos al frente, hacia Alec, pero éste retrocedió. Alec se fijó en que una mueca de dolor atravesó el rostro del brujo para desaparecer tan rápido como vino—. No voy a hacerte nada, Alec.

— ¿Qué quieres?

—Hablar, conversar. Arreglar las cosas.

Alec hizo un sonido incrédulo.

— ¿Arreglar las cosas?

—Sí.

—Claro... —dijo Alec con sarcasmo.

—Es verdad.

— ¿Cómo creerte cuando el otro día te vi besándote y casi... acostándote con la otra chica? —la voz de Alec estaba teñida de dolor.

—No...

—No habían pasado ni tres semanas, incluso un poco más, y ya estabas revolcándote con otras. ¿Cómo creerte, Magnus? Yo aquí sufriendo por ti cuando a ti ni te interesa —la voz de Alec sonaba dura pero en sus ojos empezaban a aflojar lágrimas. El nefilim salió del Instituto y se quedó parado en el patio del Instituto.

—Eso no es verdad... —intentó explicarse Magnus siguiéndolo afuera.

— ¿Entonces qué? No te entiendo, Magnus, en serio no lo hago —el nefilim sacudió muchas veces la cabeza.

—Alec...

— ¿Qué vamos a arreglar? Si de todos modos tú dices que ya no hay relación que salvar, que todo se acabó. Además que en un rato estaremos todos muertos, ¿qué oportunidad tenemos? Ninguna.

Alec bajo la cabeza conteniendo las lágrimas que se asomaban en sus ojos y Magnus se apresuró a su lado y lo abrazo. Alec soltó su arco y su carcaj, y se tensó al principio por el contacto de Magnus pero luego le devolvió el abrazo y escondió su rostro en el pecho del brujo, luego empezó a sollozar.

—Todo estará bien, Garbancito —decía Magnus.

—No lo estará...

—Tranquilo, bebé.

Magnus le acariciaba el pelo y Alec lo abrazaba con fuerza.

—No me sueltes —pidió Alec.

—No lo haré. Prometo no abandonarte jamás. Estaremos juntos pase lo que pase.

—Lo haremos.

Y así estuvieron los dos, en el patio, abrazándose como si su vida dependiese de ello. Porque tal vez ese iba a ser su último abrazo. Luego se besaron urgentemente y transmitiéndose todo lo que habían pasado cuando habían estado separados. Magnus tomó con firmeza la cabeza del nefilim y éste intentó acercar más a Magnus abrazándole por los brazos.

Sobraban las palabras en ese momento, todo ya estaba dicho: Se amaban y se habían perdonado el uno al otro sus errores.

El Portal que los transportaría a la batalla ya casi estaba listo en un extremo del patio y allí se encontraban ya todos. Eso sólo significaba una cosa: a luchar.

—Alec, tenemos que irnos… —oyó Alec decir a Jace, pero lo ignoró y siguió besando a Magnus. Ahora no le importaba que los vieran, no le importaba qué dijeran sobre él. Sólo le importaba Magnus, a quien tal vez no iba a volver a ver.

Algunos regresarían de la batalla; otros no. Aprovechar el tiempo era lo mejor.

Si no lo hacían tal vez ya no iba a haber otra vez.

Era su última oportunidad.

Para ellos.

Para todos.

De amarse.

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Aww, no sé ustedes pero a mi me gustó :3 Jeje. 

De la imagen que está en multimedia me influencié un poco para la parte que le dice Jace a Alec que se tienen que ir. De hecho ya había acabado de escribir esto pero cada vez que la revisaba por algún error, se me ocurría algo nuevo. Y una de las últimas veces que lo revisaba me acordé de esa imagen y dije Ay, la pondré. 

Bueno, antes pensaba preguntarles si seguir con la parte 3, pero creo que mejor se queda así. Sí, así se quedará. Para que quede a la imaginación de cada lector. 

Bueno, gracias por leer y votar y obviamente sus hermosos comentarios <3 

¡Hasta la próxima! (Qué espero sea pronto). 

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