MOMENTO INCÓMODO

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Momento incómodo

Robert Lightwood caminaba por los pasillos del Instituto dirigiéndose al cuarto de su hijo mayor, Alexander.

Los asuntos en Idris, siendo Inquisidor, eran bastante exhaustivos que ni siquiera le daban tiempo de visitar el Instituto de Nueva York, en donde había vivido muchos años junto con sus hijos y su esposa, Maryse.

Debido a esto, Jia, la Cónsul, le había dado un descanso de sus obligaciones para poder ir y visitar a su familia por una semana, en la cual otro cazador de sombras se haría cargo del puesto.

Había sido muy repentino y sí, le habría dado tiempo de avisar que iba, pero decidió no hacerlo para ver cómo estaban las cosas por allá en un día normal.

Al parecer, casi todos los habitantes del Instituto estaban fuera.

Se dirigió hacia la Biblioteca y se encontró con su esposa, quien le dijo que el único de sus hijos que se encontraba era Alec, así que Robert se puso en marcha a buscarlo porque Maryse le dijo que no tenía idea en qué parte del Instituto estaba.

El primer lugar donde buscó fue, obviamente, su cuarto.

Y sí estaba allí.

Oh sí.

Pero no solo.

Robert abrió la puerta y se quedó congelado al ver la escena.

Su hijo se encontraba entre el colchón y el brujo, quien tenía sus piernas al lado de las caderas de Alec y le estaba comiendo la boca. Su hijo dejaba escapar jadeos de atrás de su garganta. Y además de todo, el brujo no tenía camisa y su hijo tenía su suéter a medio quitar.

Robert debió haber dejado escapar un sonido de sorpresa porque rápidamente Alec volteó hacia la puerta y empujó a Magnus para quitarlo de encima. El brujo también volteó y abrió mucho los ojos al ver al padre de su novio mirándolos sorprendido. Al menos no se mira repugnado, pensó Magnus.

—Amm —tartamudeó Robert—, vine a hablar contigo, Alexander. Magnus Bane, ¿podrías dejarnos solos?

Alec le echó una rápida a Magnus y éste se encogió de hombros.

—Claro, señor Lightwood —respondió Magnus. Se levantó de la cama y se puso rápidamente la camisa, y se arregló un poco el cabello ya que lo tenía despeinado porque a Alec le encantaba pasar sus manos por su cabello mientras se besaban.

Salió rápido y cerró la puerta tras él. Se recargó contra la pared y suspiró, dejando salir una risa entrecortada.

—No me esperaba eso.

Se empezó a acomodar la camisa arrugada al igual que el pantalón.

Pudieron haber prevenido eso, pero como Alec siempre le pedía que insonorizara la habitación para que nadie oyera nada, no habían oído a Robert entrar. Bueno, también Alec cerraba la puerta con seguro, pero no habían planeado que pasara esa tarde. Fue de improviso y de lo único que se acordó antes de ceder antes las caricias de su novio, fue de insonorizar el cuarto.

Además, Robert Lightwood también llevaba una Runa de silencio. Por eso no oyeron ni la puerta, ni sus pisadas, mas que el sonido que hizo.

Magnus rio. Hace mucho que no le ocurría algo parecido que hiciera que tuviera la adrenalina en las venas. Ay, Alec, suspiró, lo que me haces. Sonrió con cariño.

Pero, ¿debería irse o esperar a su novio? Lo mejor era esperar, así que eso hizo.

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