INTERRUPCIÓN

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Interrupción

El sonido del timbre resonó por todo el departamento, luego volvió a inundar el silencio que anteriormente había estado.

Otro timbrazo.

Nadie atendió.

Otro.

Entonces se oyó la puerta quebrarse y pasos acercándose a la habitación principal.

Antes de abrir la puerta, la persona vaciló, pero de igual manera abrió la puerta.

Lo que vio lo dejó con los ojos abiertos de par en par.

—Oh, por el Ángel —murmuró volteando la mirada a otro punto de la habitación que no fuera la cama.

Se oyó un jadeo y las sábanas al jalarlas.

— ¿En serio, Herondale? ¿Entras así como así? —dijo una voz desde la cama.

—Bueno, nadie me abría, ¡podría haber habido un demonio en la casa! Uno nunca sabe.

—Sí, claaaro —dijo esa voz con sarcasmo.

—Bueno, Magnus, ¿puedes decirle a mi parabatai que salga de debajo de las sábanas?

Magnus rio bajito y estiró su mano para revolverle el cabello negro, en un gesto de cariño, a la persona que estaba al lado de él, debajo de las sábanas. Esta resopló.

—Jace, ¿qué haces aquí? —preguntó éste enojado al sacar la cabeza de las sábanas.

—Vaya, vaya, qué poco acogedor eres con los invitados, Alec.

Alec suspiró.

Jace.

—Bien, bien —dijo éste alzando las manos en señal de rendición pero con una sonrisa en el rostro.

— ¿Y para qué nos honras con tu agradable y siempre bienvenida presencia? —exclamó Magnus con sarcasmo.

—Lo sé, tienen suerte de que los honre con eso. De cualquier manera, Alec, Maryse me mandó para llevarte al Instituto.

— ¿Para qué? —preguntó con curiosidad.

El semblante de Jace se endureció y todo rastro de humor se fue de su tono de voz.

—Robert está aquí.

Alec palideció notablemente y tragó saliva audiblemente.

— ¿Y por qué está aquí?

—No estoy seguro, la verdad. Llegó de sorpresa y habló con Maryse a solas en la Biblioteca. Luego ella me mandó a traerte.

—Jace, ¿podrías voltearte en lo que me visto y en lo que nos cuentas lo demás?

Jace rodó los ojos.

—Como si no te hubiera visto desnudo antes.

Magnus alzó una ceja y Alec enrojeció.

—Sólo hazlo, ¿quieres?

—Bien —accedió Jace y se volteó mirando a la pared.

— ¿Y qué más? —siguió preguntando Alec en lo que salía de debajo de las sabanas y se ponía su ropa interior, seguido de su pantalón y playera. Magnus seguía repantigado en la cama, con las sábanas cubriéndole hasta las caderas y los brazos cruzados por detrás de su cabeza, recargado en la cabecera de la cama.

—Pues no sé mucho más que tú. No tengo ni la menor idea si vino por asuntos de la Clave o por otros asuntos (asuntos personales o algo así), no sé.

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