Camila: Pregúntamelo.

Dijo contra mi oído, causándome calofríos.

-Karla Camila, ¿Te gustaría...

Camila: Sí.

Me interrumpió, riendo, besando mi cuello, mi mejilla y mis labios. Siendo correspondida por mi de inmediato.

*Fin Flash Back.*

Toqué la puerta de mi casa, esperando pacientemente ver a Camila.

Nada.

Volví a tocar la puerta, un poco más fuerte y en cuestión de segundos esta se abrió, mostrando solo la cabeza de mi esposa, mientras que el resto de su cuerpo estaba escondido tras de la puerta.
Su cabello estaba mojado.

-Lo siento. -me acerqué a ella y la besé.- Se me olvidaron las lla...

Al entrar por completo la casa noté que estaba con vaqueros y sujetador. Estos estaban empapados.

-¿Qué rayos te sucedió?.

Camila: Nuestra pequeña y dulce hija me hizo una zancadilla y caí a la piscina.

Me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos por la cintura, sin importarme que estuviera mojada.

-Te ves muy sexy.

Camila besó mi labios, y yo lo corté de inmediato para besar y lamer suavemente su cuello. Con deseo y lujuria.

Cameron: ¿Qué están haciendo?.

Camila me empujó, apartándome de ella, avergonzada frente a lo sucedido.

-Estoy reconfortando a mamá, porque la hiciste caer a la piscina.

Volví hacia Camila y la abracé, esta vez mi esposa se encontraba tensa entre mis brazos.

Cameron: Lo siento, mamá.

Se unió al abrazo, por las piernas obviamente, y le besó la mano a Camila.

No quería de ninguna manera romper el abrazo, pero lamentablemente el teléfono de Camila comenzó a sonar.

Camila gruñó y cortó nuestro abrazo, volteando y yendo a buscar su teléfono que estaba sobre el sofá.

-¿Cómo haz estado, bebé?. -le pregunté.- ¿Qué hiciste hoy?.

La tomé en mis brazos y caminé con ella hasta el jardín.
Nos sentamos en el césped, justo al lado del desorden de juguetes y acaricié su cabello.

Cameron: Bien. -asintió.- Hice que mamá cayera a la piscina.

Apuntó la piscina de nuestro costado y rió silenciosamente, la cual seguí casi instantáneamente, ya que era imposible no reír con ella. Poseía una risa hermosa, una armonía perfecta.

-¿Y qué más?.

Cameron: Aprrrrendí a contar hasta el número veinte. -aplaudió con entusiasmo.- Antes sabía solo hasta el diez.

-¿En serio?.

Pregunté asombrada. ¿Qué rayos?. Un niño aprende a contar hasta el veinte cuando tiene cuatro y medio.

Cameron: ¡Sí!. -sonrió.- También sé escribir mi nombre.

-Eso es fantástico, bebé.

Besé su cabeza y comencé hacerle cosquillas en su estómago y en su cuello.

-Eres increíblemente inteligente.

Cameron: ¡Mami!

Dijo entre risas, tratando de alejarme, pero resultando ser en vano.

Ours Mistakes. DFM 2da Temp. «Camren»Where stories live. Discover now