Las Estrellas Brillarán

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Will se apresuró a levantarse de la silla y caminar hacia ella.

—Deberías estar en cama —dijo al mismo tiempo que la tomaba del antebrazo y de la cintura, con cuidado para poder guiarla a la silla.
Aunque Elizabeth se iba contoneado cual pavo, cojeaba un poco.

—Debería, pero no quería —tomó un pedazo de tostada del plato—. Además, decidí honrarlos con mi presencia para el desayuno.

Jace levantó la cabeza de golpe y sonrió.

—Decidió venir a ayudarlos para procesar mi increíble belleza.

—Exactamente.

Los presentes suspiraron. Esto iba para largo.

Emma trató de entrar lo más sigilosamente al cuarto de Jules, él estaba sentando en la orilla de la cama con la cabeza entre las manos. Una madera crujió en el piso del Instituto y levantó la vista, se miraron a los ojos.

—Hola —murmuró Emma mientras cerraba la puerta tras ella, Jules le sonrió y palmeó la cama. Emma se sentó a un lado de él y recargó la cabeza en su hombro, ambos suspiraron.

E-S-T-Á-N-D-O-R-M-I-D-O-S —escribió Jules en la palma de ella.

— ¿C-Ó-M-O-E-S-T-Á-S?

Él suspiró.

— ¿Q-U-I-E-R-E-S-S-A-L-I-R? —Ahora lo miró a los ojos y él asintió.

Jules echó una última mirada a sus hermanos quienes dormían plácidamente.

— ¿Qué pasó? —Le preguntó Emma en cuanto estuvieron en la privacidad el pasillo.

—No lo sé —Jules se encogió de hombros—. No quiero tenerlos aquí con Sebastian cerca... Ya vez lo que le pasó a la tal Elizabeth.

Emma puso los ojos en blanco.

—Eso fue su riesgo, no le pasará lo mismo a tus hermanos.

Él la miró a los ojos.

—Pero si....

Emma le puso la mano en la boca.

—Mírame —dijo en tono serio—. No dejaré que le pase nada a tus hermanos ¿entiendes? Antes de eso entregaré mi vida —retiró la mano de la boca de Jules—. ¿Comprendes?

Jules medio sonrió.

—Gracias, Emma. Por todo —dijo y la abrazó.

—No es nada —murmuró contra su hombro.

—Entonces ¿tenemos un trato, señoritas? —Magnus levantó una ceja.

—Creo que sí, Brujo —respondieron ambas—. Llámanos cuando estén listos.

—Claro que lo haré, disfruten de su viaje a casa.

Madame Vittoria le sonrió y sus colmillos relucieron contra su blanca piel que hacía contraste con su oscura melena.

—Gracias, y claro que lo haré —dijo para después adentrarse a las profundidades del bosque.

La Reina de la Corte de Berlín miró a todos lados, como esperando que alguien no los viese.

— ¿Qué pasa, mi Reina?

La Reina le sonrió.

—Toma esto —sacó lo que parecía un frasquito de su vestido azul—. Le ayudará a Elizabeth, los ataques con armas influenciadas por energía demoníaca suelen dejar estragos.

A Magnus le parecía raro todo ese asunto, las hadas nunca habían sido corteses con nadie.

La Reina se rió y su risa resonó por todo el bosque.

Cazadores de Sombras: La hija de Magnus BaneWhere stories live. Discover now