Perfecto señor Lezcano: lamento mucho haberlo evitado un poco, pero necesita mostrarme algo más responsable frente a su padre. Dejando de lado la formalidad, estamos en el restaurante de la esquina, si tenés hambre, te esperamos. Yo tengo muchas ganas de comer, pero a vos. Ups, no era así. Bueno, no importa. Nos hablamos más tarde. Merlina.

Por las dudas de que alguien encuentre la nota, me la guardo en el bolsillo y salgo directo al restaurante, avisándole al de seguridad que voy a almorzar. La verdad es que no tengo hambre, pero sí que muero por estar con ella o, al menos, ver qué pasa. La veo desde afuera, riendo con su amiga y su nuevo amigo Arturo. Me pongo nervioso al instante, ¿qué pensarán? ¿Valeria ya lo sabrá? Con algo de duda, entro y me dirijo a su mesa.

—Hola... ¿Puedo? —interrogo señalando la silla vacía a su lado. Me dedica una sonrisa y asiente.

—¡Obvio, señor Lezcano! Estaba reservada para usted —dice. Mira a su amiga, quien arquea las cejas y hace una mueca de indiferencia. Me siento con algo de incomodidad—. Ya pasó el mozo, pero pedí algo para vos también. Si no venías, me lo comía yo —agrega encogiéndose de hombros.

—Gracias. —Me aclaro la voz mientras Arturo me observa con bastante atención. Le devuelvo la mirada con irritación y desvía la vista—. ¿Y qué me pediste? —cuestiono volviendo a mirar a la organizadora.

—Pollo con ensalada —replica.

—Ah, qué bien —expreso y luego me acerco a su oído—. ¿Ella no sabe nada?

Niega con la cabeza y toma mi mano por debajo de la mesa. Es un simple gesto que me provoca electricidad en todo el cuerpo, por lo que solo puedo acariciar el dorso de su mano con el pulgar.

—Valeria, ¿hablaste con Rama hoy? —cuestiono dirigiéndome a la secretaria. Se le nota bastante el brillo en los ojos en cuanto nombro a mi amigo y hace un gesto afirmativo.

—Sí, él está bien. Justo me estaba diciendo que si te veía te dijera que te espera esta noche, al parecer tienen noche de chicos o algo así. Que te mandó un mensaje y no lo viste.

—Ah, no estoy con el celular encima, me lo olvidé en la guantera del auto y me dio fiaca volver a buscarlo —replico—. Decile que a la noche voy.

—Podríamos hacer una salida los cuatro —dice Merlina de repente, por lo que la rubia frunce el ceño y la mira como si estuviera loca—. Bueno, los seis, Arturo también puede ir con Francisco.

Ah, creo que el fotógrafo me miraba mucho porque es gay. Ahora lo entiendo.

—No creo, tengo una sesión de fotos de una chica que cumple quince —contesta haciendo puchero con los labios—, ¡pero en otra ocasión cuenten conmigo!

—¿Por qué los cuatro? A ver, ¿no es que no querían verse ni en figurita? —inquiere Valeria confundida.

—Sí, pero nos hicimos amigos en la fiesta de Andrés —comenta mi acompañante de nuevo.

Amigos, claro. Suspiro y aprovecho a que el camarero trae la comida para soltar su mano. Me siento algo ofendido, la verdad. Esbozo una sonrisa tensa y asiento.

—Sí, nos conocimos mejor. Mucho mejor diría yo —manifiesto casi con la mandíbula apretada. Creo que ella se da cuenta de mi tono y toma aire.

—Nos conocimos de más —expresa asintiendo rápidamente.

Arturo aprieta los labios, intentando contener una sonrisa, y se lleva una papa a la boca en un intento de no hablar, pero creo que entendió el mensaje. En cambio, la secretaria aún se muestra confundida, o se está haciendo.

—Me parece genial —opina clavando su tenedor en una lechuga—, entonces es genial si se llevan bien, podemos salir los cuatro sin problemas. A Ramiro le va a encantar saber eso, se la pasa diciendo que le gustaría que salgamos los cuatro juntos como buenos amigos que somos todos.

—A mí también me lo dice —digo como si fuese obvio y cortando un pedazo de pollo. Merlina revuelve sin parar su arroz y resopla.

—Vale, en la fiesta de Andrés nos conocimos mucho —sigue diciendo y ruedo los ojos—. Demasiado para ser amigos, digo, somos amigos, pero nos conocimos de una manera diferente a la que se conocen los amigos, porque Ema...

Cansado de tanta palabrería, aprovecho el instante en que me mira para acercarme rápidamente a su rostro y plantarle un beso en sus labios. Fue apenas un beso de cinco segundos, pero lo justo y necesario para desear más. Ella se sonroja y mira a su amiga encogiéndose de hombros.

—¡Ay, por Dios, Mer! ¿Tanto te costaba decir que se conocieron hasta los pelos de la...? —exclama Arturo en voz alta, pero Valeria le tapa la boca justo a tiempo. Suelto una carcajada y contengo el comentario de que yo no conocí ni un pelo.

—En fin, ¿están juntos? —cuestiona la rubia con interés.

—Se podría decir que sí, pero no tanto —vuelve a responder a Merlina. Supongo que es cierto, no llevamos ni un día y ni siquiera pudimos estar a solas como para hablarlo, pero me gustaría que dijera un sí definitivo.

—Perfecto, espero que no se peleen ni se separen porque van a ser los padrinos de mi boda con Rama y van a tener que verse de por vida —comenta Valeria con diversión—. Y me encanta la pareja que hacen, así que en serio, no se peleen.

—Mi olfato me dijo que estaban juntos cuando les saqué esa foto —continúa Arturo con tono suave y tocándose la nariz guiñándonos un ojo—. Supongo que el señor Ricardo aun no lo sabe.

—No. Y falta para que lo sepa —contesto cortante. Merlina hace un sonido ofensivo y me aclaro la voz—. Quiero decir, antes de presentar una relación, quiero que sea algo oficial, de algunos meses...

—Claro —murmura la secretaria terminando su ensalada. Decido seguir comiendo antes de hablar y meter más la pata, porque me da la sensación de que a mi... loquesea, no le gustó nada lo que dije.

Creo que a nadie le gustó, porque todo se puso en un completo silencio incómodo. Emanuel, siempre la estás cagando bien feo, pienso terminando mi plato.

-----------

¡Hola! ¡Volví! Jaja, feliz añoooo. Las extrañé!!

Y como prometí, una pequeña maratón al volver. Ya saben, cuando lleguemos a los 30 votos subo el siguiente.

Gracias por leer!

Un flechazo (des)organizadoWhere stories live. Discover now