Seguro que está hablando de Rama. Aún no le conté a él todo lo que pasó con Merlina, quiero esperar porque probablemente me diga "ti li diji" y voy a tener que aguantar todo el discurso de que él es brujo y ve el futuro. Sí, se cree vidente.

—Buenas tardes —saludo entrando a la habitación. Está la encargada de la limpieza y el chico de soporte técnico.

—Buenas tardes, señor Lezcano —contesta la mujer. Me pongo a hacer mi café y me mira con expresión extraña, así que yo le devuelvo el gesto—. Es raro verlo por acá.

—Sí, hoy tenía ganas de estirar las piernas —replico—. Pasé mucho tiempo sentado.

Me quedo parado contra la encimera tomando mi infusión mientras ellos comen su almuerzo en silencio. Un minuto después, Merlina y sus seguidores entran al lugar y me miran con sorpresa.

—Hijo, ¿qué estás haciendo? —cuestiona mi padre atónito. Arqueo las cejas y le muestro el vaso.

—Tomando mi café, pa.

—¿Por qué no le pediste a la secretaria que te lo lleve a la oficina?

—Porque no tenía ganas. Me quería hacer yo la bebida. —Ruedo los ojos y le hago caso omiso a lo que dice, sobre que voy a ser el próximo jefe y no puedo descuidar ni un segundo el teléfono.

—Bueno, vinimos para sacarle fotos a Manuela y Elías —interrumpe la organizadora.

—¿A nosotros? —inquieren los nombrados a la vez.

—Sí, porque ustedes también son importantes en la empresa. Sin ustedes estaría todo sucio y las máquinas no andarían, nadie podría trabajar, nadie podría hacer nada, y ustedes logran que el trabajo sea posible gracias a su participación. De hecho, creo que son de los pilares fundamentales, ¿se imaginan esta empresa con ratas y cosas rotas? No, yo tampoco —continúa ella con voz dulce—. Así que, obviamente, van a estar en las fotos. Ya le sacamos a sus compañeros, ustedes estaban escondidos.

Ellos se ríen, contentos por las palabras que les dedicó la chica, y se comienzan a preparar. Yo miro con admiración a Merlina, creo que me ayudaría muchísimo tenerla a mi lado en la empresa. Sacudo la cabeza. ¿Qué estoy diciendo? ¿Acaso estoy pensando en algo a largo plazo? Apenas estamos empezando, aún no somos nada. Ni siquiera sé lo que va a pasar dentro de una semana, menos voy a saber lo de dentro de un año.

Termino mi café en silencio mientras observo la sesión de fotos a los empleados. Arturo hace posiciones extrañas para acomodar la cámara, incluso se tira al suelo, creo que es buen fotógrafo. Tiro el vaso descartable y paso por al lado de ella, rozando su brazo "sin querer". Me sonríe, pero sigue sin decirme nada.

—Emanuel, no seas tonto, llevá a la señorita Ortiz a su casa —me dice mi papá antes de que salga.

—No, está bien, igual voy a almorzar con Arturo y Valeria —replica la interpelada rápidamente—. No hay problema.

—¿Segura? —cuestiono, a lo que hace un sonido afirmativo.

—Sí, no se preocupe. —Mira al fotógrafo—. Ya terminamos, ¿no?

—Así es, mi querida, ya podemos irnos.

Mi padre los despide dándole la mano y hacen lo mismo conmigo. Luego observo como salen por la puerta y se alejan riendo. Frunzo el ceño, pensé que no quería fingir que no somos nada delante de Ricardo, ¿será que se arrepintió?

—Vuelvo a la oficina —murmuro, caminando a paso lento, arrastrando los pies.

Efectivamente, la secretaria no está en su puesto, lo que significa que ya la vinieron a buscar para irse a comer. Entro a mi despacho y cierro la puerta antes de sentarme y seguir comiendo almendras. De repente veo una nota sobre el teclado de mi computadora y abro el papel para leer lo que dice. Me hace sonreír al instante.

Un flechazo (des)organizadoWhere stories live. Discover now