× 7 × ANDREW

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NARRA ELIZABETH:

Hoy era mi primer día de trabajo.

Thomas se había ido de viaje a grabar una nueva película.

Llegue antes de las 7 al trabajo. Y allí estaba, entrando al cuarto de quien seria la persona de la cual me tenia que encargar.

Andrew estaba durmiendo como un bebé, cubierto de su fresada.

En la mesa encontré una especie de horario. La hora que se levantaba, sus clases en otra de las habitaciones, todo.

Me acerqué a donde estaba durmiendo y...

¿Él estaba llorando?

Sus mejillas tenían lágrimas, estaban empapadas y su rostro no expresaba ese dolor, era neutro, pero el llanto no paraba. Empezó a moverse, como si estuviera asustado de algo, allí sí su expresión cambió. Dolor, puro dolor veía en su rostro.

Intente despertarlo, lo moví un poco, pero seguía durmiendo.

Repentinamente una de sus manos agarró la mía y me jaló a su lado, caí al lado de él en su cama, él lloraba a chorros y su respiración se agitaba.

Me había llevado junto a él, estaba echada a su lado de la cama y él sujetaba con fuerza mi mano.

Sentí calor y mi rostro ruborizado, estaba nerviosa, demasiado, pero me tranquilicé, divisé su rostro y me dí cuenta que ya se había calmado. Su piel era demasiado limpia, y su cabello rubio caía desordenado y esponjoso en mechones sobre su rostro.

— Eh... Andrew... Despierta... — intenté zafarme pero la presión de su mano era mucha — DESPIERTA!!!

Él abrió sus ojos y me vio allí, su expresión fue tranquila, no soltó mi mano, al parecer no lo asimilaba, solo estaba allí, con los ojos medio adormilados, mirándome. Luego de unos segundos se dio cuenta de que eso era la realidad, porque abrió los ojos desconcertado.

— Tú ... —  dijo mirándome ahora con el ceño fruncido.

Soltó mi mano y se levantó rápidamente de la cama, al igual que yo. Sus mejillas aparte de tener lágrimas estaban con algo de color.

Vio que lo observaba y se tapó con una mano el rostro.

— Tú.... No me mires... — me dijo enojado y yo me extrañé— Que no me mires.

Me extrañé. ¿Por qué no habría que mirarlo? Me pareció una orden estúpida así que no le hice caso con confusión.

Sujetó su almohada y me la lanzó.

— ¡Oye! — me quejé.

— Te dije que no me mires —  dijo y se dio la vuelta — ¿No le haces caso a quien le sirves?

— No te sirvo, solo trabajo — dije volviendo a colocar la almohada en su sitio.

Andrew frunció en ceño — Trabajas sirviéndome.

Era verdad. El chico tenía razón así que decidí cambiar de tema.

— Eh tu.. tu desayuno esta en la mesa.... Andrew.

— Gracias — su tono fue algo aburrido.

Se sentó en su mesa a comer, entonces me dí cuenta que esta solo tenía una silla y que era una mesa de comida, allí desayunaba y almorzaba siempre, pero ¿solo?

Se limitó a ignorarme pasadas las horas y limitarse a decir frases como respuesta, iba a sus clases en un salón de clases, literalmente, con pizarra y una sola carpeta.

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