Capítulo 39

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<<Ilusiones

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<<Ilusiones. Batallas. Sonrisas. Decepciones. Sorpresas. Llantos. Susurros. Escándalos. Dolores.

Por cuántas emociones y situaciones debe pasar el protagonista de una historia para finalmente saber cuál será su destino. Después de toda esa montaña rusa emocional, de tanto sudor y lágrimas, tiene que llegar arrastrándose a lo largo de la páginas para poder ver qué destino le fue descrito.

¿Y cuál será el nuestro? ¿Cuándo siquiera tenemos la certeza de que hemos llegado al final de la historia, de la lucha?

No se sabe y nunca se sabrá, jamás.

Por eso es tan importante reescribirse. Cambiar y cambiar las partes obsoletas de nuestro cuento por cosas de las cuales nos sintamos orgullosos un día. Y así, cuando llegue el final, el verdadero final, sepamos que estamos justo en la trama que debíamos estar.

Y siempre recuerda esto: si vas a reescribirte, hazlo por ti, no por los demás. Mantente fiel a tu propia trama.>>

—Ha pasado un buen tiempo desde la última vez que te vi escribiendo —comentó la ojimiel a mi lado.

Sonreí en su dirección y dejé el lápiz entre las páginas; cerré el cuaderno.

—Ha pasado un buen tiempo desde la última vez que sentí que me iba a estallar la cabeza.

Mi honesta respuesta le sacó unas cuantas carcajadas, dejándola al final con una profunda melancolía en las pupilas. Estaba demasiado triste y eso lo podía leer desde lejos. No quería que se sintiera de ese modo, por más lejos que me fuera o por más tiempo, que pasase, yo jamás me olvidaría de ella.

—Ya tomé una decisión —avisó de pronto con un destello en los ojos.

—¿Sobre qué?

—¿Recuerdas que no sabía cuál propuesta escoger? —Asentí—. Bien, pues ya creo que me decidí—. Se detuvo por un momento para morderse el labio inferior con emoción—. Me quedo.

Parpadeé un par de veces con los ojos impresionados. De verdad no esperaba que tomara esa opción.

—¿En serio?

—Sí. —Le dirigió la mirada a sus hermanos. Mark y Alex le hacían cosquillas a la pequeña Peyton causándole un adorable ataque de risa. Sonreí al contemplarlos—. Ahora que mi padre apareció de nuevo en nuestras vidas, me di cuenta de que... ellos me necesitan más que nunca ahora. Al terminar la escuela, fui a estudiar a Londres porque quería salir a otro entorno, pero al igual que tú, creo que es mi momento ahora de regresar a casa.

Boté un suspiro y la jalé para darle el abrazo más largo del planeta; al instante la castaña se desarmó en lágrimas. Las mías querían salir, pero las contuve. Julie ya estaba en llanto, no quería que me viera llorando también porque luego iba a sentirse aún peor.

Reescríbeme ©Where stories live. Discover now