— Fíjate por donde cami...

Un cuerpo chi a conmigo. Esa persona detiene sus palabras y me observa lentamente, un chico rubio y con ojos verdes, era de piel color café claro, y muy alto.

— Perdone, no lo vi — le dije, a juzgar por su apariencia apuesto que era uno de los residentes de la mansión.

— Tú, ¿Como te llamas? — me dijo seriamente.

Temía contestarle de la misma forma, algo malhumorada, pero no lo hice ya que si quería este trabajo, debía ser más tranquila con todos los residentes.

— Soy Elizabeth, me dirigía a la cocina, busco a la señora Anna — suelto en un tono pacifico. 

— La cocina esta a la izquierda, por allá — me señaló el fin del pasillo a la izquierda — la próxima ten más cuidado.

Su mirada me provocó un escalofrío, y casi le grito: ¡Idiota malhumorado¡ pero me guardo mis pensamientos y sigo de frente.

Pronto llegué a donde estaba aquella señora en la cocina, no tenía mas de 50 años, pero se veía muy respetuosa y decente.

— ¿Usted es la señora Anna? — le pregunté — soy la nueva empleada, ehh... Me dijeron que usted me diría que hacer — digo cuidando mis palabras para no sonar mal.

— Bien, ¿Tu nombre? — me pregunta con una sonrisa de esas maternales.

— Elizabeth — respondo. 

— Elizabeth, en total somos 49 empleados, mas tú somos 50, cada uno tiene un rol que desempeñar, tanto en cocina, en limpieza, en los autos, etc. Nos quedaba un cupón porque este trabajo que te toca es muy importante y... —hizo una de esas expresiones que ponen cuando está por venir lo peor — Usualmente renuncian y no vuelven...

— ¿Tan peligroso es el trabajo? — sueno normal pero en sí lo digo casi en burla y me río en mi mente, será.. ¿Luchar contra un dragón? 

— Debes ser la asistente personal del joven Andrew... — suelta y escupo (literalmente), pero luego sonrío con normalidad.

No me digas. El chico de antes. Bueno a juzgar por su al carácter tal vez si sea algo como luchar con un dragón.

— Tomaré el trabajo. ¿Cuando comienzo? — dije segura de mi misma.

— Mañana a las 7:00am, ¿okey?. El joven se despierta a las 7:30, pero a veces... Se suele pasar de la hora.. Tienes que encargarte de que eso no suceda. El cocinero hará su desayuno y tú se lo llevarás. Tienes que hacerle caso. Su horario estará en su mesa mañana que vengas. Listo.

— Estaré a tiempo mañana, no se preocupe — respondo sonriendo y mostrándome sin preocupación.

— El salario será 300 dólares mensuales, espero estés de acuerdo, te espero.

Se despide y yo hago lo mismo. Salgo de la mansión algo feliz, creo que esto me ayudara mucho, pasaré menos tiempo en casa y ya podré trabajar y tener mi propio dinero.

Regresé a casa en una hora más, no tenía idea si Thomas ya había llegado, pero mentalice que no tenía de que preocuparme, él nunca dejaba que saliera de casa, pero no me lo prohibia tampoco, incluso cuando era un buen esposo. Que yo trabajara.. tal vez al Thomas de ahora lo saque un poco de quicio pero era mi vida y no me iba a poder prohibir nada.

Entro a mi casa y quiero ir hacia mi habitación, no tengo auto y he caminado mucho, estoy cansada.

Mañana empezaría a trabajar. Y mañana Thomas iría de viaje de trabajo. Si recién iba a venir sería como siempre, no me hablaría y no tendría que explicarle ni contarle nada.

— ¿DONDE ESTABAS? — escucho sus gritos tras de mi y volteo, esta echando fuego, al parecer si había llegado a casa hace rato.

Thomas entra al cuarto enfurecido, se para frente a mi frunciendo el ceño y cruza los brazos. Cuando ha llegado no he estado aquí y eso nunca pasa, así que seguro esta enojado y mucho.

— Thomas... Yo.. — intento explicar pero me corta.

— ¿Por qué llegas a estas horas? ¿Que hacías? — suelta, me mira con una expresión que no recuerdo haber visto nunca de él.

Pero ¿Acaso debo darle explicaciones? ¿Él puede llegar a la hora que quiera y yo no? 

Él no tiene una maldita corona y no es el rey, no tiene que controlarme, ya lo he soportado mucho, demasiado y aunque a pesar que no quiero dejarlo, algunas cosas van a cambiar, yo tengo trabajo, como él, que se vaya haciendo la idea.

— Mira Thomas, si yo quiero hacer algo, lo voy a hacer, y puedes guardarte tus comentarios. Ya tengo un empleo —suelto y él me mira extrañado — Y me vale que te enojes, si tu vienes a la hora que quieres, yo voy a venir a la hora que se me de la maldita gana así que vaya haciendote la idea. Porque ya no voy a ser una carga para ti.

Lo digo con una increíble desición y enojo, mientras cruzo los brazos, él esta furioso, pero yo también, no quiero ser una carga, no quiero.

Sin embargo no es sorpresa ni una expresión derrotada lo que veo en él, es la misma burla de siempre, el mismo sarcasmo y la misma arrogancia. Me da una de sus famosas sonrisas de suficienta y triunfo.

— Elizabeth... Siempre serás una carga para mi.

INFIEL TÚ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora