Capítulo 99

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Finn:

¿Bonito? Bonito es todo desde que Sadie es mi pareja. Yo no sé, pero mamá dice que actuo de manera diferente. Nick se burla de mí, y de todas las veces que repetí que ella y yo nunca seríamos nada más que mejores amigos.

¿Feo? Feo es escuchar una tos en tu cuarto a las 10 de la noche cuando sabes que solo estás con tu mascota.

Está semana Mike esta conmigo. Dejo mi celular a un lado y prendo la luz, desde mi cama veo que está luchando por sacar algo, como si fuera a vomitar. Me levanto rápidamente y me dirijo a su camita.

Mike me ve con carita de medio morir, veo la misma carita que vi en Boo antes de patearla aquel día. No quiero volver a pasar por lo mismo, Sadie no puede volver a pasar por lo mismo y de nuevo por mi culpa. Acaricio su lomo y le doy unos toquesitos para según yo, ayudarle a expulsar lo que sea que tenga en su garganta.

Nada ayuda. Le acerco su plato con agua y hace un esfuerzo por beber algo. Nada. Me estoy poniendo nervioso, y comienzo a perder el control de todo.

-¡mami!- salgo corriendo de mi habitación y entro en la habitación de mis padres, mamá está completamente dormida. La muevo- mami, mami, por favor, mami, mami, mamá, mamita, Mary.

La muevo con rudeza, y después de tanto agetreo, se despierta. Le explico que es lo que le pasa a Mike y los dos salimos corriendo a mi habitación. Papá también se ha despertado, pero él no hace nada. Perder una mascota es demasiado duro, y nadie más que papá lo sabe.

Mamá le mira que es lo que tiene atorado y con cuidado, mete sus dedos para ver si alcanza a sacar algo.

-no hay nada, creo que debemos llevarlo al veterinario.

Asiento, le pongo una manta y mamá lo lleva en sus brazos. Dudo en llamar a Sadie. Punto uno: debe estar profundamente dormida. Punto dos: no creo que sea lo correcto, ella es capaz de salir a estas horas, sola.

Me monto en el carro, no me he quitado mi pijama. No estoy para momentos de glamour.

Nunca pensé que un animal pudiese tener tos, mucho menos una tan fea como la de mi mascota. Es tos seca. Si en un humano es la misma muerte, no quiero imaginar lo que siente un indefenso animalito.

Buscamos casi por media ciudad una veterinaria abierta ¡acaso no saben qué los animalitos también se enferman! Que deshumanidad. Debería haber centros de salud para los animalitos, así como los hay para los humanos.

-ya no puedo hacer nada más.

Mis lágrimas comienzan a salir. Es por la impotencia, me siento un inútil al no saber que es lo que pasa. Ahora atengo seguro algo; quiero estudiar veterinaria.

Damos una última vuelta, hay que abandonar todo menos la esperanza. Y... Como si fuese un rayo de luz, hay un lugar alumbrado. En el ventanal hay vestiditos de mascotas. ¡Una veterinaria abierta!.

Veo que una mujer con chaqueta azul impermeable está apunto de bajar las cortinas. ¡Está cerrando el local!. Me bajo del auto lo más rápido que puedo.

-¡por favor!- deja caer las llave, le he pegado un buen susto- necesito ayuda. Por favor.

Tomo aire.

-mi horario ha terminado. Lo siento, puedes venir mañana a primera hora.

-¡no, es urgente, por favor ayúdame!.

Mike vuelve a hacer los ruidos roncos. Parece que se va a ahogar. La doctora lo mira, sube las cortinas totalmente y abre el local. Respiro.

Mamá llega a mi lado. He tomado dos decisiones en esta noche.

Mamá entra con el perrito y la doctora a un pequeño cuarto, que supongo y es un consultorio. Yo me quedo en la sala de espera, ¿se le puede llamar sala de espera? Supongo que si. Llamo a Sadie.

(...)

La doctora y mamá salen del consultorio, Sadie no tardó nada en llegar, vino con su mamá y su hermana.

-¿que pasó?- se deshace rápidamente de mi abrazo y se dirige a la doctora. Ella da un brinco. Ya la hemos asustado dos veces en esta noche.

-Mike tiene una Laringotraqueobronquitis- al ver la cara de Sadie sonríe- también la conocemos como tos de perrera. Sus pulmoncitos están un poco inflamados. Nada que no se pueda curar con un jarabito y unas cuantas medicinas.

-¿a qué se debe eso?- pregunta la hermana de Sadie.

-bien, pueden haber varias causas, pero probablemente se haya contagiado de otros perros.

Miro a Sadie... ¿Max?.

-hay que tener mucho cuidado, no debe permanecer en el frío, ni comer cosas duras por un buen tiempo. Pueden comprar sus medicamentos.

Entre nuestras madres, pagan los medicamentos. Acordamos en traer a Max y a Duende en cuanto nos sea posible, aunque Duende es un gato, también es buena una revisadita de vez en cuando, para descartar todo.

Le damos el jarabe. No sé como le vamos a dar las pastillas.

-¿quieres que lo lleve conmigo a casa?- niego, mejor mantenerlo alejado de los demás animales. Pobre, va a extrañar demasiado a su hermana. Ojalá tampoco se le acerque a Millie, digo, por si las moscas.

-esta bien, mantenme al tanto de todo, Finn.

Acaricia la cabecita de Mike y le da un beso en la coronilla. Él no deja de toser, pero ya es menos ronca y menos seguida. Supongo que la doctora debía haberle dado algo también.

-si, lo voy a hacer- me acerco y le doy un piquito en los labios. Sonrío.

Es tan tierno. Tos. Tan bonito. Tos.

-¡no dejes que le de el Frío, Finn, súbete al auto!.

Ella se va con Su madre y yo con la mía. A duras penas Mike se queda dormido en mis piernas, y yo en el asientos el copiloto.

Amigos. (Fadie) #1 ✔ Where stories live. Discover now