Por alguna extraña razón me sentía terrible, yo era una persona bastante egoísta, nunca antes me había puesto en el lugar del otro, nunca antes me había dolido tanto el dolor ajeno, esas cosas solo me habían ocurrido con mi madre.

Y por esa misma y desconocida razón en esos momentos me dolía tanto ver a ese pobre chico sufriendo y aún así diciéndome que todo estaría bien, que no llorara ni me preocupara... Era simplemente increíble lo que había logrado en mí.

Dos nuevas lágrimas cayeron, llamando nuevamente la atención de chico.

- Ya te dije que no llores, linda. Podría darte cientos de razones por las que una chica como tú no debe llorar, y una de ellas soy yo. -dijo por último.

Al oír esta última frase mi corazón se derrumbó en mil pedazos. Lo observé cobardemente a los ojos, insegura de lo que haría después, y sin pensarlo nuevamente me acerqué cuidadósamente a su rostro.

Lo miré profundamente a los ojos, besé con suma delicadeza en la mejilla, y posteriormente en los labios, los cuales debido a la gravedad de su estado ya no se sentían como los dulces y cálidos labios de siempre. Ahora se encontraban muy fríos, aún más que los míos.

Él mantenía una mirada llena de dolor que por más que quisiera le fué imposible de disimular, pero de todas maneras con un esfuerzo fué capáz de dedicarme una hermosa sonrisa.

- Te estás aprovechando de la situación, Rachell. - murmuró con pocas fuerzas, en un tono de humor.

- Y lo haría un millón de veces. -repliqué rápidamente.

Después de haber dicho esto, Louis levantó su brazo con pocas fuerzas, dejándo así su mano descansar sobre mi nuca, acercándome hasta su rostro hasta lograr hacer nuestros labios rozarce una vez más.

- ¿Ya han sido demasiados besos no crees? -se oyó la voz del chico desconocido en un tono terriblemente arrogante, haciéndo que me separara de Louis por un instante- ¿Sería mucha la molestia si te pidiera que te levantaras y salieras de aquí un momento?

- ¿Perdón? -le cuestioné ofendida por su tono de voz y el hecho de que me mandara de esa manera.

- ¡TE HE DICHO QUE SALGAS!!!

- ¡Ya basta, contrólate! -ordenó Louis desde su posición en el sofá- Ha sido sufieciente, no es necesario que le grites de esa forma...

Nuestras tres miradas se dirigieron directamente a la puerta al oír tres cortos golpes contra ésta, interrumpiendo la pequeña discusión que, según yo, estaba pronta a formarse.

- Ya debe haber llegado. -susurró el muchacho sin modales en forma intuitiva para luego dirigirse a abrir la puerta. Y al hacerlo dió paso a otro chico desconocido, era rubio y de claros ojos azules, aunque fácilmente se podía notar que su tono real de cabello era el castaño. Estaba vestido con unos jeans y tenis negros, una camiseta gris sin mangas, y un sencillo polerón negro sobre ésta, además llevaba un gran bolso oscuro a cuestas en su espalda. Esperaba que su trayecto a pie hasta aquí no haya sido muy extenso, puesto que el bolso era inmensamente grande, y él, muy delgado, quizás no lo era en exceso, pero lo era.

Su rostro se mostraba serio, hasta parecía algo asustado moviendo y cambiando su mirada de lugar con tanta rapidez, cosa que me enterneció bastante. Una vez que se decidió por levantar la vista, ésta se cruzó con la mía, la cual estuvo siempre sobre él. Al percatarse de eso, el chico esbozó una pequeña y mínima sonrisa hacia mí, a lo que respondí de la mísma manera, él se encontraba notablemente incómodo.

- ¿Dónde está? -preguntó cambiando mi mirada por la del muchacho de mal carácter.

- Al fondo de esta sala, sobre el sillón gris junto a la chica. -respondió éste de manera seca y sin la más mínima expresión.

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2015 ⏰

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ANOREXIC ||L.T|| (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora