CAPÍTULO ✖ 13

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Entreabrí lentamente mis ojos al percibir un engorroso rayo de luz dar sobre mis párpados.

Instantáneamente la luz penetró mi vista, la cual la rechazó por completo haciéndome cerrar los ojos nuevamente.

Froté mis manos contra mis ojos. Tardé pocos segundos en adaptarme a la luz.

Propiné un corto recorrido a mi entorno y me detuve al ver a una persona removiendo las persianas de la ventana hacia un costado de esta. Dándo paso a un gran rayo solar que llenó por completo la sombría habitación.

¿En dónde estaba? ¿Qué había ocurido? Esta no era mi habitación y mucho menos mi apartamento.

Parpadeé seguidamente, incrédula ante la situación y volví a observar esta vez con mayor detalle.

Ahora mi perspectiva del sujeto que se encontraba delante de mí moviendo las cortinas era distinta, ya no era su trasero lo que veía, sino unos hermosos ojos intensamente celestes.

Me quedé petrificada admirando su rostro. Él me observaba de la misma manera.

En un rápido movimiento el ya no desconocido sujeto se aproximó a mí y cogió mis labios inesperadamente.

Me mantuve estática, sin poder corresponder su beso, sin embargo no me rehusé a su confortable cercanía, por alguna extraña razón no me enfurecí de manera instantánea como lo había hecho en otras ocaciones.

El chico se detuvo al notar mi quietud y para cuando me observó a los ojos nuevamente yo ya me encontraba helada. Había tenido un leve presentimiento de la circunstancia en la que me podía estar encontrando.

Para ratificar mis sospechas conduje la mirada a mi vestimenta, mis prendas de vestir habían sido suplidas por una menuda bata blanca cuya tela era tan delgada que se podría decir que era de un blanco transparente.

Al ver mi lencería traslucirse a través del delantal aguardé la poca calma que me quedaba, al menos mi ropa interior había permanecido en donde debía.

El castaño permaneció inmóvil todo el tiempo, sentado junto a mí, siguiendo cada uno de mis movimientos con su mirada, la cual se prolongo al igual que la mía, en mis prendas íntimas. Al percatarme de esto, tomé rápidamente la sábana y cubrí parte de mi cuerpo con ella en un intento frustrado por recuperar mi dignidad. Ya que él fácilmente pudo verme sin esto encima mientras dormía.

Louis rió cortamente tras mi ridícula acción, pero yo continuaba atónita al no poder recordar la razón por la que me encontraba aquí. Me sentía realmente idiota.

Mi mente se inundó con las peores causas jamás imaginables, estaba asustada y eso se podía percibir a kilómetros de distancia en mi rostro.

Al menos Louis lo notó, me observó como si lamentara mi estado y en acto seguido tomó mis manos firmemente entre las suyas- Cálma. -susurró sin eliminar el contacto entre nuestras manos, pretendiéndo brindarme su fuerza y tranquilizarme, aunque, la verdad, no había hecho más que aumentar mi pánico.

- ¿Qué hago aquí? -pregunté con mi respiración irregular sintiendo leve cambio en mi temperatura corporal, sentía que me desmayaría en cualquier instante si la respuesta que oiría no era la que quería oír.

- Cariño, ¿en serio no lo recuerdas? -preguntó y pude observar su notorio cambio de semblante a uno algo más descepcionado.

- ¿Q-qué cosa? -balbuceé con sumo nerviosismo- ¿Ocurrió algo malo? ¡¿Le ocurrió algo Grace?! ¡¿Ha sido por mi culpa?! -pregunté alzando mi voz, no aguantaría un segundo más desconociendo la situación.

ANOREXIC ||L.T|| (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora