Accidente #5: Saco de boxeo

Start from the beginning
                                    

—Si muero de un infarto... Espero que estés contento— tomó un par de guantes de boxeo que ya hacía en su maleta esperándolo —A~aún así... No sé qué esperas de mí— dijo finalmente para colocarse el auricular negro en su oído derecho

<<Espero ver tu valor... Espero ver tu mejor cualidad y pulirte hasta el infinito>> la voz chillona del hurón resonó por su oído mientras la escasa estática de la voz volvía más mecánica la transmisión <<Ganar no significa triunfar en una pelea... Ya lo verás... Rómpete una costilla, solo así comprenderás que el dolor solo es pasajero>> río traviesamente tras cortar su habla, ¿dónde estaba exactamente?

—"¡Solo lo empeoras todo!"— pensó con un reclamo infantil, nuevamente aquel comentario reconfortante se convirtió en solo una burla más a su persona

Puso su mano en el pomo de la puerta y la giró mientras hacía presión para abrirse camino. Un haz de luz ilumino la córnea de sus ojos de una manera inesperada, cegándole momentáneamente mientras una elocuente audiencia se escuchaba resonando en el fondo de aquel lugar donde le aguardaba su primera prueba. Cerró los párpados repetidamente para que su visión se normalizara, omitiendo ingenuamente que dicha vista solo le alteraría más.

Frente a él se encontraban las amplias gradas, más de diez escalones de puras bancas que superan los veinte asientos por fila, y la gran mayoría de dichas bancas estaban recubiertas de manchas anormales a la vista del joven deslumbrado. Dichas manchas no eran lo que parecían a primera instancia; en realidad se trataban de alumnos de múltiples grados, desde primero de secundaria hasta tercero de bachillerato, algunos que habían vuelto de sus casas tras enterarse de la pelea estelar. Al chico le maravillaba el cómo la noticia se esparció como pan caliente y a su vez el cómo hasta los profesores dieron carta libre a tal acto fuera de lo común, quizá se debía a que era la semana de los clubes y lo confundieron con un combate de práctica.

El ambiente se volvió mucho más tenso en el momento que alguien gritó el nombre del joven pelirrojo.

—¡Ahí está el retador, Nyron Zhongli! — una elocuente voz emergió de un par de bocinas que colgaban del techo del gimnasio

Todos los ojos se enfocaron en el pelirrojo. Su cuerpo, sus vendas, sus guantes, su short... Todos lo contemplaron y gritaron con elocuencia en conjunto que varios silbidos de algunos de sus compañeros le hacían enrojecer por la vergüenza hasta el punto de cubrir su cuerpo con sus antebrazos. En ese instante todo fue solo por el calor del momento; pero todos concordaban en una cosa... El desafortunado Nyron Zhongli estaba a punto de recibir una paliza de campeonato.

El joven tocó su pecho con el fin de relajar sus nervios habituales; pero su pecho no le dolió para nada, un suceso muy extraño para él. La pregunta "¿Y ahora qué?", tomó posesión de su cuerpo mientras con un paso algo vacilante decidió emprender camino hacia el cuadrilátero en medio del gimnasio. Un cuadrilátero rodeado por un mar de gente que buscaba el mismo fin que quería audiencia de las tribunas. Solo querían gozar de un buen espectáculo de lo más novedoso, quería ver el recién hallado "valor" del pelirrojo.

—"¿Qué sentido tiene humillarse en público?"...— sus pensamientos resultaron ser reproches propios —"Váyanse... Ya saben cómo terminará... Solo váyanse"— pensó nuevamente mientras inconsciente subía por las cuerdas de aquella estructura cuadrada —"Esto no es gracioso... ¿Por qué me hacen esto?... Déjenme sufrir solo..."— alzó la vista solo para ver a su contrincante y una persona con micrófono —"¡¿Por qué?!"— las risas finalmente le hicieron perder su frágil compostura

Su oponente era lo que se esperaba de un atleta capitán de un club deportivo. Cada músculo resaltaba por su tono, estaban bien definidos e inflados por la fortaleza de las fibras rojas que componían la poderosa estructura muscular del joven. Su short y guantes negros no hacía más que resaltar lo obvio, un golpe de él podría matar al joven flacucho que lo había retado. Su estatura era imponente y la figura que lo formaba era digna de un campeón de boxeo. Las chicas gritaban su nombre con euforia mientras sus asociados del club gritaban fanfarronadas con el fin de inflar más el ego denotado por su soberbia sonrisa hacía el chico, todo le afectaba al pelirrojo, fue un error... Se enfrentaba al mismísimo resultado de su valor... Una terrible catástrofe que solo empeoraría su triste situación y lastimaría más su cuerpo... ¿Por qué su suerte era así de nefasta?

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now