Epílogo

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"Mierda, pensé en decirte que no. Ahora mírame en el mismo lugar donde todo comenzó"

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Nueva York

Holger Cheff

Donde todo comenzó

Juliana Pov

Estaba justo en ese lugar, sabía que estar ahí me iba a hacer daño, pero era lo único que tenía de ella, largos años de sufrimientos y el lugar que me llenaba al menos lo suficiente era donde todo comenzó y tiempo después finalizó, la diferencia es que no fue en este lugar donde terminó.

Si bien con el tiempo las noches pasan rápido, en esas mismas noches dejo todas mis lágrimas salir. Esta sería la última vez que venía a este lugar, luego de esto me olvidaría de ella, viviría con la tristeza de haberla dejado ir sin luchar, viviría sin el amor de mi vida, sin lo único que me hizo feliz.

—Es un gusto tenerla nuevamente por acá, Juliana. ¿Desea ordenar?—me preguntó un mesero muy amable que ya me reconocía por veces pasadas—¿Viene acompañada?

Negué con una sonrisa fingida, no por él, era por mí.

—No, vengo sola siempre, no recuerdas?—él rió un poco incómodo—...lo mismo de siempre, por favor—anotó mi pedido y caminó con largos desapareciendo de mi vista.

"...estamos, acá otra vez...no?"

Me preguntó aquella voz suave que a duras pena escuchaba, sabía que no ir a las consultas con la Dra. Margot eran el resultado de que aquella voz hablara y es que la verdadera razón por lo que no iba era simplemente porque me sentía un poco menos sola al escuchar que alguien se interesaba por mi aunque sea dentro de mi cabeza, loco?

Tal vez.

Una carcajada seguida de una llanto y un choque en mi espalda, hizo que saliera de mis pensamientos y cambiara mi atención a una menor que acababa de estrellarse contra el respaldo de mi silla. Me levanté de inmediato a auxiliarla, ya que el golpe había sido fuerte, sin poder aguantarlo reí en bajo.

—¿Estás bien?—pregunté a la pequeña sin aún verle el rostro, puesto que sus cabellos castaños la cubrían de mi vista—¿Estás sola?—sabía que una menor no podía estar suelta sin un mayor de edad, eso me hacía responsable, no?

—Lo siento, señola—dijo en un susurró que solo alcancé a oír porque tengo buena audición y de lo contrario estaría esperando su respuesta aún.

—No te preocupes, ven levanta—la jalé de la mano un poco para que se levantara, al hacerlo por fin pude ver su rostro, sus ojos eran extraños, parecían verdes a simple vista pero realmente eran café, un café muy claro, tanto que parecían verdes—¿estás perdida?

—...no, mi papi está conmigo—me sonrió mostrando sus pequeños dientes blancos, su piel era blanca y sus mejillas estaban rojas.

—¿Puedes guiarme con tu papá?—ella rió a carcajadas que a primera impresión me dio ternura, pero luego lo encontré extraño.

—¡Mi amor!—escuché que alguien gritó alertandome para fijar mi vista en aquella voz que me parecía conocida, y lo era, porque al mirar a la dueña mis sentidos se fueron al carajo y con eso mi promesa de olvido se fue con ellos.

—¡Mami!—la pequeña se zafó rápidamente de mi agarre y corrió a la ojiazul que me veía igual o más asombrada que yo—¿Es?—preguntó la pequeña a su mamá, que al escuchar aquella pregunta se alertó extrañamente.

A Step Forward (Juliantina)Where stories live. Discover now