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A veces me hacías sentir miserable.

Claro que no siempre era así –si hubiese sido así siempre no me hubiese enamorado de ti, tampoco soy tan idiota–.

Pero a veces (muchas más de las que me gustaría admitir) me hacías sentir miserable.

La pena hundía mi pecho y mis pestañas creían alzar el vuelo al ritmo de las palabras de un amor-casi-verdadero con las que me mantenías atada a ti.

Cuando me sentía profundamente desgraciada e impropia y no podía parar de llorar en todo el día, me dabas un pequeño beso de consolación por la noche para que no cruzase los brazos y sonriera.

Estuve muy atada a ti. Con correa corta. La sigo sintiendo en el cuello cuando estás cerca.
Sigo palpando el sentimiento de vulnerabilidad en el aire. Me siguen temblando las piernas junto a ti.

Caí en la trampa
zas
otra mosca muerta.

Autorretrato de un corazón desmantelado.Where stories live. Discover now