Autorretrato de un corazón desmantelado.

te quiero más que a Ryan Gosling

Sacrificaría todos los cumpleaños del mundo (todos los San Valentines, todos los mes-aniversarios, todas las fechas marcadas a lápiz en el calendario) por tenerte recostado en mis piernas, acariciándote las mejillas, unos minutos más.

Sacrificaría toda la caballerosidad postiza [abrirme la puerta del coche, poner tu chaqueta sobre un charco, que me invites a cenar a un restaurante pijo de platos pequeños y excéntricos -que te dejarían con hambre-] por escucharte decir lo guapa que estoy y lo mucho que me quieres durante un rato más.

Eres bobo. Y no te importan los cumpleaños, ni las fechas importantes, ni los clichés romanticones. Eres bobo. Y miras al rededor cuando nos estamos besando en medio del pasillo porque te da vergüenza que nos pillen nuestros profesores. Eres bobo. Y me obligas a entrar en clase aún cuando no quiero hacerlo y lo único que me apetece es estar hablando contigo, tomando el sol, oliendo la suave brisa de la primavera. Eres bobo.

Y qué bien que seas bobo.

Que me quieras aún cuando te miro raro (y no puedo hablarte, porque no sé qué decirte, porque se me aglutinan los sentimientos en la garganta). Que me acompañes tan bien en todos mis momentos extraños. Que seas un bobo al que no le asustan mis arrebatos y me quiera con entereza.

Qué bien (qué suerte tengo) de que seas como eres: de que seas quien eres.

Te quiero por todo lo que eres. Por los momentos en los que eres extraño y pequeño y corres por tu casa en pijama. Por las veces que me has abrazado, que me has hecho reír, que me he sentido tan cuidada. Te quiero porque me ayudas a sanar, porque no me juzgas, porque no existen contigo las malas palabras ni los malentendidos. Te quiero porque has hecho que me vuelva a gustar esta ciudad, estos decorados teñidos -ahora, gracias a ti- de rosa pastel y besos (amor amor amor amor).

Te quiero. Y sé que puedo contar contigo para todo. Que puedo hablar contigo de todo. Que estás para todo. Te quiero. Porque nunca había visto a nadie tan involucrado emocionalmente, tan contrario a la negligencia, que me hiciese sentir tan segura. Te quiero cuando eres raro, cuando eres bobo, cuando eres un príncipe encantador, el mejor cómico de la capital, un cocinero de estrella Michelin  o mi lugar seguro [siempre (siempre) eres mi lugar seguro].

Haría cualquier cosa por ti. Hablaría de cualquier cosa contigo. Haría lo que fuese a tu lado.

Nunca en mi vida me había sentido tan afortunada. Tan comprendida, tan apoyada, tan querida. Me quieres de la manera más sana, más honesta y más bonita que me han querido en la vida.

Has sido enviado a mí por Cupido, por Cristo para librarme del pecado capital o por el universo. Yo te pedí a las estrellas.

Sacrificaría todo: los clichés, la caballerosidad postiza, a Noa y a su mierda de casa con ventanas azules... porque tu amor es mejor que eso, tú eres mejor que eso (tú eres mejor que todos, el mejor de todos).