Topógrafo de amor

13 1 0
                                    

Me dices que me quieres y a mi no me queda más alternativa que creerte. Sé que tus intenciones son honestas. Sé que tienes un buen corazón -se trasluce a través de tus ojos cuando me miras, con tanta amabilidad, con tanta paciencia-. Pero no tendré nunca la certeza de que lo haces. Sé que me quieres porque he decidido creerte. Porque creo que no me queda otra que confiar en que lo haces. Porque quiero creer que lo haces. Porque dices que lo haces.

Me quieres. Me quieres. ¿Me quieres?

Me tratas como si me quisieras. Pero no sé si lo haces como yo lo hago. Ahí está el problema (siempre).

Yo no te quiero como quiero al resto de personas que conozco. Yo no te quiero como he querido a los demás. No te quiero porque tenga que hacerlo, porque es lo que se supone que toca, porque me guste tu atención. Te quiero de manera irremediable. No porque no tenga otra opción, sino porque no quiero otra opción. Te quiero como para contárselo a mi padre. Te quiero para orbitar a tu alrededor. Te quiero como para llorar mientras escribo esto (de lo mucho que te quiero, del miedo que tengo de que tú no me quieras igual)

No te confundas, no quiero sonar obsesiva (aunque piense en ti, escriba sobre ti, hable sobre ti, dibuje sobre ti, escuche música que me recuerde a ti y esté constantemente colgada en el recuerdo de tus manos); soy bastante independiente -leo a Virginia Woolf eso significa algo, ¿no?-.
Me aterroriza que no me quieras de la manera en la que yo lo hago.
Mi amor es implacable: es una densa capa rosada, un mar agitado en medio de un tsunami que va a acabar con todo rastro de civilización mientras "Nothing" de Bruno Major suena de fondo.

Te quiero y es un sentimiento que abarca todo. Que está hundido en el fondo de mi piel, enredado alrededor de mis costillas. Soy Hades secuestrando a Perséfone. Cupido me ha tirado una flecha y me ha impactado en el centro de la cara (no veo nada con claridad). Todo está viciado por tu amor. Todo está inundado de tu amor. Te quiero de manera visceral: te entregaría mis entrañas en una cajita de madera, tallaría tus iniciales en mitad de mi alma, sería capaz de sacarme las venas de las manos para hacerte una cadena. Te quiero. Te lo digo en serio. Estoy aterrorizada. He sacado de mí los rastrojos de confianza que habitaban en el sótano de mi corazón para ofrecértelos casi a ciegas, y que tú no me quieras de la misma forma significa el destierro.

Estoy condenada al ostracismo. A odiar de nuevo esta ciudad. A nunca más mirar con amor a los mismos sitios. A sentirme herida (otra vez, otra vez, otra vez). Estoy enamorada: de tu presencia silenciosa, de tu calma imperativa, de la voz de la razón que sale directamente de tu pecho. Y quiero creerte, quiero creer todo lo que me digas. Pero me gustaría tener un termómetro, un medidor de frecuencia, algún tipo de topógrafo de amor: saber exactamente hasta dónde llega tu amor. Saber si me quieres de la forma en la que yo te quiero a ti.

Autorretrato de un corazón desmantelado.Where stories live. Discover now