capíтυlo 24

291 53 15
                                    

Creo que notó en mi cara esa incertidumbre con respecto a mi futuro.

-Esta tarde te llevaré una lista de posibilidades - Me dijo sonriéndome - ahora vamos con el resto, seguro quieres seguir comiendo.

Luego de la fiesta, de abrazos y de despedidas, volví a mi habitación junto con mis padres. Luz se fue con otro paciente, trabajaría más temprano para poder ir a mi casa más rápido.

Mi madre terminó de preparar mi pequeña maleta y esperamos hasta que el médico llegara con el alta. Nos despedimos y emprendimos el viaje de regreso a mi hogar.

El camino a casa fue algo extraño, hacía mucho tiempo que no recorría esas calles. Nunca había prestado atención a la gran distancia que había desde el hospital hasta mi barrio, sin duda se me había hecho eterno. Sentía como mi estómago estaba revuelto, tenía muchos nervios por volver, de enfrentarme a mi realidad.

Todos esos pensamientos fueron interrumpidos por madre:

- ¿Quieres que pasemos por algún lado antes de casa? - mirando hacia el asiento de atrás en donde me encontraba.

La verdad es que se me ocurrían muchísimos lugares, pero en ese momento quería ir a mi habitación, sin dar tantas vueltas al tema. - No, vamos a casa.

Mi papá me miró por el espejo retrovisor - Está bien, pero compraremos unos helados antes de ir a casa -sonriendo.

Sabía que lo hacía para animarme, para romper un poco la tensión del momento. Cambió de rumbo y luego de unas cuadras, frenó en una heladería. Ambos bajaron y volvieron con un helado para cada uno sorprendiéndome porque trajeron mi gusto preferido.

No seguimos nuestro camino hasta que terminamos de comer. Pocas cuadras más, cinco minutos del recorrido y pude notar como mi padre frenaba el auto. Era todo diferente a como yo lo recordaba, no era que había pasado mucho tiempo pensando en eso, pero había cambios.

Habían construido una rampa en el lugar de las escaleras de la entrada, era sorprendente, de verdad que hacían todo lo necesario para que yo estuviera cómodo.

Me ayudaron a bajar y llegar hasta la puerta.

-Abre tú- insistió mi madre - ¡Bienvenido de vuelta a casa hijo!.

Entré, apenas lo hice me sentí extraño.
Esa era mi casa, pero muchas cosas habían cambiado, y no era sólo yo.

-Hemos adaptado la habitación de abajo para ti, pero no la decoramos, creemos que lo tienes que hacer tu. - dijo mi padre señalando la habitación que daba directamente a la sala de entrada, en la planta baja. Era de mi hermano mayor cuando aún vivía ahí - sólo trajimos tu ropa, el resto lo bajaremos cuando tú nos digas - poniendo su mano en mi hombro.

Se podía notar los nerviosos que estaban, tenían miedo que no aceptara lo que habían hecho, pero era imposible que yo lo hiciera.

Faltaban bastantes muebles en el living porque habían hecho el lugar necesario para que me pudiera manejar por donde quisiera. Era extraño ver los muebles distantes entre sí y la cocina incluso más baja para que también pudiera acceder ahí.

- ¿Qué quieres hacer? - preguntó mi madre con cierto tono de nerviosismo.

- ¿Puedo ir a mi habitación? - mirándolos a ambos - a la de arriba - señalando.

- ¡Claro que puedes! Es tu habitación hijo - mi madre tomando el bolso que traía mi padre en su mano y colocándolo sobre el sillón. - Tu súbelo y yo voy con la silla - dirigiéndose a mi padre.

Él paso un brazo por detrás de mi espalda y el otro por debajo de las rodillas, contó hasta tres y me levantó - ¡Como pesas! Definitivamente ya no eres un bebé - sonriendo.

-Y tú no eres para nada joven - le dije riéndome de su expresión de exhausto.

Mi madre subió rápidamente con la silla y la dejó al final del recorrido para que mi papá luego me colocara ahí, y bajó nuevamente.

A cada escalón que subía lo iba contando, lo podía notar agotado. Sin duda la idea de la habitación abajo había sido muy buena, mi padre terminaría muerto si tuviera que hacer eso todos los días.

-Creí que ibas a estar más liviano - mirándome con una sonrisa pícara.

- Es tu helado - riendo - antes pesaba menos.

Llegamos y me acomodó nuevamente en la silla. Lo mire con atención y no lo noté exhausto como lo había estado un minuto atrás.

- ¿Qué me miras tanto? - riendo - ¿Te crees que me cansé por subirte? Estuve yendo al gimnasio para ejercitar mi fuerza y poder ayudarte - con una gran sonrisa sincera.

Le devolví la sonrisa, me alegraba que pensarán tanto en mí. Empujó mi silla hasta al frente de la puerta de mi habitación, y sin entrar abrió la puerta.

Lo primero que vi fue mi cama, se encontraba justo en dirección de la puerta, sobre ella y en la pared había unas letras de madera que formaban mi nombre...

-Tadeo - escuché la voz se Luz detrás de mí haciéndome brincar del susto. Había estado tan concentrado mirando mi mundo que no había notado que ella estaba ahí. -Tadeo - volvió a repetirlo. Podía notar como gozaba el hecho de llamarme por mi nombre. El tono de picardía con el que lo repetía me hacía querer escucharlo siempre.

Luz Where stories live. Discover now