capíтυlo 14

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A la mañana temprano volvió la enfermera con el desayuno, la escuché cuando entró así que me desperté. Le pregunté la hora, eran casi las ocho de la mañana.

Sí, debería haber conseguido un reloj porque no tenía noción del tiempo dentro de ese hospital.

Luz siempre llegaba temprano y hoy no había ido, sentía que me había pasado, que lo que le había dicho no estaba bien, y tenía que disculparme con ella porque realmente la quería.

También le pregunté si mi mamá estaba afuera, y como era de esperarme me dijo que no se había ido de ahí ni un minuto. Le pedí que la llamara necesitaba disculparme. Mi mamá entró, pero no avanzó, se quedó parada ahí, al lado de la puerta.

-Lo lamento, lamento todo. Perdón por desobedecerlos, por defraudarlos, por consumir drogas, por gritarte. Sé que quieren lo mejor para mí, pero es difícil – intentaba decir todo lo que sentía, pero se me hacía difícil formular oraciones.

Estaba mirando mis manos, soy de moverlas mucho cuando hablo, y sentí a mi mamá abrazándome fuerte, muy fuerte. La apreté hacia mí, quería que sintiera que yo también la amaba, por más que no lo demostraba, y de hecho, hacía mucho que no lo hacía.

Me agarró de los hombros y me dijo:

Yo entiendo que todo esto es difícil, pero no sólo para ti lo es, para tu papá y para mí también. Queremos lo mejor, queremos ayudarte para que te sientas bien y puedas salir adelante. – me miraba a los ojos – si te pasaba algo en el accidente me moría”- empezó a llorar.

Sabía que me querían mucho, era su hijo menor, el más malcriado, consentido, protegido y sin duda lo más importante, fruto de su “amor de supermercado” como siempre me ha dicho. Ya no interesaba si había cuatro aparte de mí, ellos ya eran grandes, ya habían abandonado el nido, y lo que menos querían mis padres era que yo también lo abandonara.

Hablamos un poco más, por lo menos una hora, hasta que le pedí si podía llamar a Luz, quería volver a los ejercicios, la necesitaba mucho y la extrañaba. Ella sonrió con picardía. Nunca me dijo nada, pero ella siempre intuyó, con su instinto maternal, que sentía algo por Luz.

Andaba por el hospital, así que no tardó mucho en llegar a la habitación. Todavía no sabía qué le iba a decir, pero quería que me perdonara, era todo para mí.

Te necesito. No sólo para hacer los ejercicios o para poder recuperarme…Te necesito para poder estar acá. Eres mi Luz, la que me trajo de vuelta, me das fuerza para poder hacer todo y levantarme todos los días. Por favor, perdóname, fui imbécil ayer. Todo lo que dijiste era verdad, y… no quiero perderte."

Nunca le había contado a nadie lo de la luz, la del final del túnel, la del camión, o incluso lo que ella significaba. Pero sin duda para mi tenía un gran sentido.

Me sonrió, seguramente nunca se había enojado, sino que, quería que me diera cuenta de las cosas, pero nunca lo supe.  Simplemente me acercó la silla y me dijo que nos apuráramos porque íbamos dos días tarde. Se paró a mi lado para ayudarme a ir a la silla de ruedas, y me dio un beso en la mejilla.

-Sabía que no me querías perder -sonriendo. – Ahora… ¿me vas a explicar lo de “me trajo de vuelta”? – haciendo comillas con sus manos.

Estaba colorado de la vergüenza, cuando lo dije no había pensado en toda la explicación de mis palabras ante ella, y no podía hacerlo. No tenía valor.

-Otro día te contaré… posiblemente – dudé.

-Vamos ya, pequeño pinocho – dándome una pequeña palmada en el hombro.

Estuvimos haciendo los ejercicios. Camino de vuelta a la habitación tuve la oportunidad de poder nuevamente hablar tranquilo con Luz, así que aproveché para pedirle un favor que me andaba dando vuelta en la cabeza desde el primer día.

- ¿Me puedes prestar tu celular, una Tablet o computadora con lo que pueda entrar a Internet?

Se sorprendió, me preguntó para qué necesitaba, pero no le contesté.

Nadie sabía dónde estaba mi celular, seguramente se rompió en el accidente, y necesitaba entrar a internet.

Me dijo que intentaría conseguirme algo, y luego de despedirse me abandonó. A la tarde Luz pasó por mi habitación y me llevo su Tablet, me dijo que estaba conectada al wifi del hospital, y volvió a preguntar para que la necesitaba.

- ¡Dime! - me rogó- ¿qué estás por buscar? ¿Mil maneras de asesinar a mi terapeuta ocupacional? -río.

Recuerdo esa broma, habíamos empezado a reír los dos. Amaba sus ocurrencias y su sentido del humor.

Entendió que no le quise decir y me dejó solo, volvería dentro de dos horas como lo hacía siempre.

Inmediatamente entré a Google y empecé a buscar información sobre el accidente. Había demasiada información, pero nada que no supiera. Me había sorprendido como todos esos relatos eran falsos, como habían cambiado los sucesos para que nosotros pareciéramos las víctimas de todo lo ocurrido.

Luz volvió más tarde.

- ¿Te puedo pedir otro favor?

- ¿Otro? -sorprendida.

-Sí. – le devolví la Tablet con una página abierta que había estado leyendo. – necesito eso – se lo dije con seriedad.

- ¿Seguro? -levantando levemente la vista de la pantalla.

Asentí.

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