capíтυlo 20

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Estaba emocionado porque esa semana me harían los últimos estudios y después iría a mi casa, también porque ese día en los ejercicios intentaría estar de pie y quién sabe, tal vez hacer mis primeros pasos.

Esa mañana me desperté antes de que Luz llegara y para entonces ya la estaba esperando en la silla.

-Veo que alguien está muy ansioso – dijo riendo al verme esperarla cuando entró.

Si lo estaba, y a medida que íbamos acercándonos a la sala de rehabilitación mi ansiedad era más grande.

En cuestión de una hora estaba al frente de las paralelas y Luz, Stella y Lisandro a los costados para ayudarme. Con su ayuda me logre poner de pie y tomándome fuerte de las barandas me mantenía firme, técnicamente toda la fuerza la hacían mis brazos, pero yo estaba feliz igual.

Miré a Luz, podría jurar que estaba llorando, pero siempre con una gran sonrisa.

No pude evitar notar que cuando yo estaba parado era más alto que ella, le llevaba casi una cabeza de altura y sin duda me daba ternura al notar su verdadera estatura.

Todo se veía diferente a cuando estás sentado en una silla de ruedas. Ahí todo estaba diseñado para eso, pero se veía mejor desde arriba.

Ese momento se sentía tan bien, me creía aquel chico, el que era yo previo al accidente, pero ahora era diferente, era mucho más comprensible y menos borde.

Volví a concentrarme en Luz, sobre todo en su bella sonrisa y en el brillo de sus ojos al mirarme. En lo linda que se veía ese dia, con su cabello suelto lleno de rulos, sus mejillas un poco rosadas y sus ojos achinados por la felicidad.

Tenía muchas ganas de abrazarla, pero muchas más de besarla y agradecerle todo lo que había hecho por mí. Estuve tan concentrado en ella que dejé de notar lo que pasaba a mi alrededor.

Hasta que volví la vista al frente y noté que todo se había puesto oscuro, sentía como estaba girando todo a mi alrededor y me costaba mantener una respiración constante.

En cuestión de segundos Lisandro estaba parado frente de mí tomándome por debajo de los brazos. Ví que movía sus labios, pero no podía escuchar lo que me decía.

Y luego de eso, todo se apagó.

Desperté unas horas más tarde en terapia, mi padre estaba dormido a mi lado, apoyado sobre sus brazos y tomado de mi mano. Quise correrla sin despertarlo, pero no lo conseguí. Abrió sus ojos lentamente y se sobresaltó al verme despierto.

Moví mi mano hacia mi rostro y noté que estaba entubado, mi papá reaccionó rápidamente quitándomela de ahí.

- ¡Deja eso, te harás daño! -su voz susurrante y serena – mientras estabas en rehabilitación te desmayaste. Estabas haciendo mucho esfuerzo y hubo una falla de tus pulmones.
No entendía mucho que era lo que había pasado, pero tampoco se lo podía preguntar, apenas tenía fuerzas para poder mover mi mano en señal de decirle algo.

-Es por la lesión medular – su cara se había tensado – Fue una pequeña falla, pero posiblemente no sea nada, tal vez fue la emoción y el esfuerzo de ese momento – se acercó a mí y tomó nuevamente mi mano – todo va a estar bien… - quiso decir mi nombre, pero luego recordó que le había pedido que no me llamarán más así. Tomó aire y con una sonrisa se corrigió - …hijo.

Todo estaba en silencio, incluso mi padre hablaba en un tono muy bajo, intenté mirar la hora en el reloj de su muñeca, pero él tiene la costumbre de hablar y mover demasiado sus manos y era imposible que las dejara quieta.

-Ahora lo mejor es que descanses, por la mañana vendrá el médico y nos dirá todo – acariciando mi cabeza.

Se quedó sentado a mi lado, sin soltarme de la mano hasta que me volví a dormir. Hacía bastante que mi padre y yo no teníamos un momento tan íntimo como aquél, podía sentir su amor, cariño y apoyo.

Cuando volví a abrir mis ojos por la mañana estaba solo, mi padre ya no estaba a mi lado y no había rastros de mi madre.

Noté que ya no tenía un tubo dentro de mi garganta, en su lugar, una mascarilla de oxígeno.
El silencio de esa habitación era interrumpido por el sonido de las máquinas que controlaban el ritmo de mis latidos. Y apenas había una luz tenue a la distancia.

Definitivamente era un lugar para estar tranquilo, pero no para mí.

Como ya dije, siempre fui muy inquieto, incluso rodeado de cables seguía sintiendo la necesidad de moverme, de hablar e incluso de irme de ahí.

Luz Where stories live. Discover now