XXVI

578 76 5
                                    

Sunhee despertó sintiendo que su cuerpo no podría estar más adolorido. Miró su entorno y se sintió aliviada al reconocerlo como su habitación. Cuán rápido había ocurrido todo. Y parecía como si nada hubiese pasado. La ventana a su izquierda había sido reparada, y en el suelo no quedaba ni un solo cristal roto que evidenciara lo que había ocurrido la noche anterior.

Sintió un dolor agudo en su cabeza cuando se sentó en la cama. La puerta de su habitación se abrió y vio a Kihyun regalarle una sonrisa.

—Por fin has despertado —caminó hacia ella con una pastilla y un vaso de agua—. Es para los dolores. Pronto estarás bien.

—Gracias —susurró gentil la castaña. Kihyun alborotó su cabello.

—Debemos cuidarte, Sunhee. Somos tu familia —respondió como si aquello fuese obvio.

Aquellas palabras le recordaron a su madre, con la que, por cierto, tenía días sin hablar. Las lágrimas se acumularon en sus ojos oscuros y Kihyun la observó sobresaltado.

—¿P-Por qué estás llorando? —susurró alarmado. Minhyuk y Hoseok casi tumbaron la puerta, como si hubieran estado detrás de ella todo aquel tiempo.

—¿Por qué lloras? ¿Qué te dijo Kihyun? —dijeron a la vez, lanzándole una mirada reprobatoria al aludido.

—Él no dijo nada malo —Kihyun soltó el aire retenido y le lanzó una mirada aliviada—. Ah, en serio son mi familia —susurró. Minhyuk se sentó a su lado y la abrazó, dejando un beso en su sien.

—Lo somos... Pero nunca olvides que yo soy tu verdadero hermano. Los demás pueden ser tus primos o tus perros. Lo que quieras. Pero yo soy tu único hermano —Hoseok frunció el ceño.

—Ah... ¿Realmente tienes veinticinco años? —Jooheon se asomó por el umbral de la puerta—. Porque estás comportándote como un mocoso.

Las mejillas de Sunhee se pusieron rosadas. El pelinegro rio.

—Salgan de aquí ahora mismo, Sunhee debe sentirse avergonzada de que estén a su alrededor. Apenas acaba de despertar —obedientemente, todos abandonaron la habitación, salvo Jooheon, quien se acercó a ella y depositó un tierno beso en su frente—. Lamento que tuvieras que pasar por un momento tan difícil.

—No te preocupes. Sabía que llegarías. Nunca dejé de confiar en ti —reconoció la chica.

—De todas formas. Prometo que, de ahora en adelante, nada malo volverá a ocurrirte. Jamás.

—Te creo, Honey —sonrió ella. Jooheon le devolvió el gesto y se alejó.

—Baja en cuanto estés lista. Kihyun hizo la comida —dijo dulcemente y cerró la puerta tras él.

Sunhee suspiró, sintiendo sus mejillas arder de vergüenza. Se alistó en veinte minutos y salió, dispuesta a ir al comedor. Aquella mañana el ambiente era cálido, bullicioso. Como si nada malo hubiese ocurrido antes. Como una simple casa de humanos.

Ella sonrió, encontrándose a los siete chicos en la mesa, dejando un espacio libre entre Jooheon y Minhyuk. Se sentó con cuidado, saludando a Hyunwoo, Hyungwon y Changkyun. Aunque ella comió en silencio, Minhyuk y Hoseok nunca pararon de hablar. Una sensación cálida atrapó su pecho, haciéndola sonreír genuinamente contenta. El ambiente en serio se sentía tan ligero como una nube.

Se ofreció a lavar los platos. Y por supuesto, Jooheon se negó. Pero ella prometió que esta vez no rompería nada. El pelinegro terminó accediendo inseguro. Finalmente, Sunhee se burló de él cuando había terminado su tarea sin error alguno. Jooheon bufó y los demás se rieron.

Red, Like the Blood «Lee Jooheon»Where stories live. Discover now