VI

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Sunhee dejó sus pertenencias en su escritorio y se sentó, echándole una mirada gentil a San, quien la observó con una sonrisa desde su asiento. La tarde anterior había llegado a su casa sin inconvenientes luego del trabajo. Sorprendentemente, habían tenido más de dos clientes, cosa que para aquella época del año, era bastante increíble.

—Sunhee —susurró San desde su lugar. La castaña lo observó, lanzándole también una mirada de disculpa a la chica que se sentaba entre ambos, quien los había fulminado por interrumpir la clase—. Vayamos con los chicos en el descanso.

Sunhee se rió suavemente y asintió, volviendo a mirar al frente.

Ya habiendo salido del aula. La castaña le dio un leve empujón al menor.

—¿No era acaso más fácil pedirme que te acompañara cuando la clase terminara? —se rio caminando junto a él a... Quién sabe dónde.

—Lo siento. Me emocionó volver a verte, Noona —sonrió inocente.

—No te preocupes —ella sacudió la cabeza—. ¿A dónde vamos?

—Por ahí, no lo sé —Sunhee paró en seco y lo miró alarmada. Él soltó una risa estruendosa y la observó—. Estoy jugando. No te preocupes. Iremos a donde nos conocimos. Les dije a los chicos que esperaran ahí.

La chica asintió lentamente, volviendo a seguir los pasos del muchacho.

San la observó un par de veces por el rabillo del ojo. Tal y como Mingi había mencionado la tarde anterior, Park Sunhee era hermosa: Cabello castaño oscuro, piel pálida y perfecta; también tenía doble párpado. Y no necesitaba absolutamente nada de maquillaje para lucir espléndida. La primera vez que la vio, se sorprendió de lo hermosa y natural que ella era. Aquello había sido tema de conversación toda la tarde anterior. Y aparentemente Son Mingi estaba encantadísimo con la muchacha.

Aunque probablemente a ella le demostraría todo lo contrario.

—Buenos días —saludó San al llegar al sitio con la chica pisándole los talones.

Sus hermanos habían dejado de hablar cuando divisaron al muchacho a un par de metros. Sólo se quedaron quietos, observando a la castaña con detenimiento. Seongwha se aclaró la garganta cuando la notó removerse incómoda y empezó a juguetear con sus dedos.

—Encantado de volver a verte, Sunhee —le dijo él amablemente. Ella levantó la mirada e hizo una reverencia.

—Buen día —dijo avergonzada. Wooyoung sonrió ligeramente.

—Siéntense —sugirió el peligris. San se desplomó a su lado casi de inmediato, mirando a su amiga confundido cuando notó que ella por otro lado, seguía de pie.

—¿Estás bien? —cuestionó el pelirrojo preocupado.

—Yo... —guardó silencio un par de segundos—. Lo estoy, lo lamento. Estaba distraída.

La chica vaciló un poco antes de tomar asiento junto a la única persona que realmente conocía. San sonrió y le lanzó una mirada tranquilizadora, que caló hasta lo más profundo de su ser. Y repentinamente toda la tensión se había ido de sus hombros.

—Está bien —sonrió Yunho—. No debes ser tan retraída. No vamos a lastimarte —dijo cálidamente. Sunhee volvió a sonreír tímida.

—Gracias —habló con un tono de voz un poco más seguro.

—¿No eres de aquí? —sorprendentemente, Mingi le había hablado, aunque igual de tajante que la última vez. Ella negó con la cabeza.

—Soy de Daejeon —respondió ella mirando al castaño.

Red, Like the Blood «Lee Jooheon»Where stories live. Discover now