XIV

715 92 14
                                    

Advertencia: Este capítulo contiene escenas de violencia. Se recomienda discreción.

Las primeras gotas de lluvia cayeron del cielo cuando Sunhee estaba llegando a su edificio. Era sólo una llovizna que subiría la temperatura después. Eran tan sólo las tres de la tarde cuando el timbre sonó. Ella había arreglado el departamento más que de costumbre. Aunque no estaba realmente desordenado, había un par de cosas en los sitios no correspondientes. Y realmente no deseaba dar una mala impresión al resto de los chicos. Ya que probablemente San se la habría llevado la primera vez que entró al departamento.

—Trajimos comida —fue lo primero que dijo Wooyoung cuando Sunhee abrió la puerta, levantando sus dos manos y mostrándole a la chica los dulces y snacks salados que llevaba.

—Lindo gesto —sonrió la chica haciéndose a un lado—. Pasen.

Los chicos entraron y se quitaron los zapatos en la puerta. Miraron fascinados el impecable lugar.

—Limpiaste —bromeó San—. Ya me había acostumbrado a tus prendas botadas por ahí.

—¿Qué? —Wooyoung y Mingi habían dicho a la vez, mirando a San e intercalando sus ojos con Sunhee, que estaba notoriamente avergonzada.

—Vas a morir hoy —le dijo a San, quien se rio estruendosamente.

—Es broma, chicos. Sunhee está constantemente limpiando la casa. No sé cómo puede tener tiempo para los deberes, el trabajo y los quehaceres. Yo apenas puedo dormir.

—¿No será que eres un vago y Seonghwa hace todo en su casa? —miró al rubio—. ¿Es así?

—San es definitivamente desastroso. El más desastroso —respondió el rubio asintiendo—. Una vez íbamos a viajar y ni siquiera hizo él mismo sus maletas. Es un bastardo perezoso.

—¡Hey! —refunfuñó.

†††

Jooheon suspiró, mirando con el ceño fruncido su reflejo en el espejo. ¿Cómo se había descuidado tanto para llegar hasta ese punto? Puede que se haya subestimado a sí mismo pensando que tenía todo bajo control.

—Se agota el tiempo —susurró mirando la hora en su celular. Eran las seis y cuarenta de la tarde. El sol se ocultaría pronto. Debía darse prisa.

—Jooheon —Minhyuk entró a la habitación.

—Nos vamos —dijo el pelinegro dándose la vuelta.

Minhyuk asintió, sabiendo que la mejor opción era no decir nada más. Él también estaba aterrado por lo que ocurriría a continuación. Vería nuevamente a DongJun después de que quince años atrás casi lo hace perecer. Ahora las circunstancias eran diferentes.

Aquella noche muchas cosas cambiarían en la vida de Sunhee. Aunque estaba nervioso, también había una ola de emoción que lo zarandeaba constantemente. Volvería a estar cerca de Sunhee, aquella que alguna vez no se separaba de él. Y la misma que fue alejada de su hermano en contra de su voluntad.

Para cuando estuvieron frente al edificio de Sunhee, el sol ya estaba casi oculto. Jooheon inhaló profundo. Saliendo por la puerta principal, venían los ocho lobos con semblante serio. Los vampiros también estaban todos juntos. Los ojos de Jooheon se posaron directamente en los de Seonghwa.

—DongJun está allí. Será mejor que se den prisa —susurró el rubio cuando pasó junto a Jooheon—. Estaremos a los alrededores, sin embargo —le entregó la llave del departamento.

—Bien —susurró el vampiro.

Como por arte de magia, todos se dispersaron, menos Jooheon y Minhyuk, quienes se quedaron juntos en todo momento. En la azotea del edificio vecino el mayor habló por primera vez.

Red, Like the Blood «Lee Jooheon»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora