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Aquel lunes por la mañana, Jooheon ya estaba recostado del coche cuando Sunhee cerró la puerta de casa. El pelinegro le abrió la puerta del auto sin decir nada y después de haber subido, la cerró dispuesto a dar la vuelta para subir él.

Con el mismo silencio, subió al coche y lo encendió, poniéndolo en marcha de inmediato.

El cielo estaba atestado de nubes espesas. El clima en general había mejorado y las lluvias ya casi habían cesado. Pero ese día parecía que sería la excepción. Sunhee suspiró, mirando por la ventana.

Durante el camino, miró a Jooheon varias veces de reojo, era extraño que no hubiese dicho nada.

—¿Honey? —el vampiro se tensó cuando la voz suave de la castaña llegó a sus oídos—. ¿Estás enfadado?

—No lo estoy, Sunhee —se detuvo en un semáforo y la miró con una sonrisa ladina.

Aunque se vio más forzada de lo que le habría gustado ver.

—¿Estás cansado?

—Soy un vampiro, no me canso.

—Entonces estás enfadado.

—Ya te dije, no estoy enfadado —repitió.

—Jooheon. Tal vez no tenga la habilidad de leer tu mente. Pero sí puedo adivinar por tu rostro que no te sientes bien —Jooheon parpadeó un par de veces. Con cada día que pasaba, Sunhee se había mostrado cada vez más cómoda, hasta el punto te mantener conversaciones casuales con los demás muchachos sin que pareciera existir una barrera de especies entre ellos.

Y también, había aprendido a contradecir al purasangre.

Eso era nuevo, teniendo en cuenta que toda su vida había sido respetado e incuestionable.

Pero, cómo no. Sunhee, después de todo, seguía siendo Sunhee.

Y aquello terminó gustándole.

Porque, por primera vez en mucho tiempo, Jooheon se sintió vivo. Más vivo de lo que podía recordar haber sentido nunca.

—Estoy preocupado —admitió finalmente, cuando el semáforo cambió a verde.

—¿Puedo saber la razón? —cuestionó con interés.

Jooheon tenía un mal presagio.

Dos días antes, cuando conversaron en el salón de Jooheon, y cuando el ambiente se había vuelto cálido, Sunhee se atrevió a preguntar por fin acerca de la identidad de sus amigos.

Se sorprendió al escuchar a Jooheon hablarle de licántropos, en lugar de vampiros.

Entonces, sabiendo aquello. Sunhee entendió muchas cosas.

—Lo sabrás al llegar —fue lo único que Jooheon pudo decir. La chica lo miró con desconcierto—. Sé paciente.

Y Sunhee lo fue. Cuando Jooheon aparcó en el estacionamiento del campus, la castaña pudo divisar la figura de su pelirrojo compañero a lo lejos, que no se veía tan animado como de costumbre, pero que, aun así, se esforzó por regalarle una sonrisa.

—Hoy me es complicado dejarte —murmuró Jooheon exasperado. Sunhee soltó un suspiro pesado y se acercó al vampiro.

—Nada malo va a ocurrir, Honey —susurró ella, dejando un pequeño beso en su mejilla derecha. Jooheon dejó escapar el aire retenido. Asintió levemente.

—Vendré por ti más tarde. Por favor. Ten cuidado.

Sunhee asintió, tomando sus cosas y bajando enseguida del coche.

Red, Like the Blood «Lee Jooheon»Where stories live. Discover now