Día 24: Toxic/Tóxico.

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Y ahí estás tú, arrodillado frente a tu pareja mientras embiste tu boca sin parar, te toma de tu adolorida mejilla, la misma que fue golpeada con anterioridad con la misma mano que ahora se aferra con fuerza a tus cabellos sin tomar en cuenta tus lágrimas.

Sientes el líquido caliente llenar tu garganta, una última estocada te deja sin aliento y lloras con más fuerza, te duele el cuerpo, el estómago lo tienes revuelto debido a las patadas, el ojo izquierdo está hinchado y de un asqueroso color morado, ya no sientes la mitad del rostro a causa de las agresiones a las que te sometió tu pareja.

Los bellos ojos azules te miran con frialdad, te toman del cuello levantándote en contra de tu voluntad y besa tus labios rotos con necesidad y desespero.

El aire se te escapa, tus pulmones gritan por un descanso pero el norteamericano disfruta morder tus ya heridos labios, bebiendo la sangre que sale de ellos y ahogándote con su lengua.

Golpeas con cuidado su pecho, haciéndole ver qué estás a punto de perder la conciencia por el dolor, el cansancio y la falta de oxígeno. Te arroja sin cuidado sobre el suelo una vez satisfecho y sale de la habitación cerrándola con seguro, asegurándose de dejarte encerrado.

Quieres llorar pero ya no hay lágrimas, quieres gritar pero no encuentras tu voz, deseas salir por esa puerta e irte para no volver a sufrir esto, pero luego recuerdas la bella sonrisa de Estados Unidos cuando está de buenas, recuerdas el cariño con el que acaricia tu mejilla cuando estás tiste, y tu corazón se enternece y decides darle otra oportunidad.

Piensas que al fin y al cabo fue tu culpa, que no debiste de haber abrazado a tu hermano norteamericano en esa fiesta, y menos estando borracho. Te convences a ti mismo que fue tu error, piensas que si aún sabiendo cómo es la potencia todavía te atreves a abrazar a otra persona en su presencia te tienes merecido los golpes e insultos.

Pasas el rato entre quejidos y vanos intentos de ponerte de pie, pero el dolor en tu cuerpo te impide siquiera pensar con claridad cuánto rato ha pasado desde que USA dejó la habitación.

Luego de unos momentos escuchas la puerta abrirse y ves al estadounidense acercarse a ti con un botiquín en las manos, te toma entre sus fuertes brazos y te acuesta en la cama. Trata tus heridas con cariño, delicadeza y cuidado, te dice que te ama y besa tus heridas mientras las desinfecta.

Lágrimas de felicidad mojan nuevamente tus mallugados cachetes, lentamente diriges tus pequeñas manos a su rostro y besas suavemente sus labios, el primermundista te devuelve la caricia con fervor mientras te toma con muchísimo cuidado de la cintura y se acuesta a tu lado abrazándote, pone tu cabeza en su pecho, ahí escuchas su corazón latiendo fuertemente, la emoción empieza a hacer de las suyas en tu mente y sonríes con amor al darte cuenta que está así de acelerado por ti.

Suspiras, te enamoras y lo perdonas otra vez. Escuchas su voz romper el cómodo silencio y un escalofrío de miedo te recorre completo cuando deja de hablar.

—–No me vuelvas a hacer enojar, Perú.

Goretober (Countryhumans) Where stories live. Discover now