Día 7: Cuts/Cortadas.

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Al despertar estaba agitado, sudado y con ojos llorosos, con el corazón acelerado volteó a ver a su pareja, y al ver que sus quejidos no pudieron despertarlo se relajó, después de su noche no quería ninguna charla motivacional de la gran Rusia.

Así que aún aturdido se levantó y fue a darse un baño, las piernas le temblaban, tenía miedo.

Cuando se metió a la bañera, se encargó de que, a pesar de las altas horas de la mañana y el clima tan helado, su agua estuviera en su totalidad fría, no soportaba por más que lo intentara el vapor salir del agua caliente.

Se duchó tiritando, pero se había acostumbrado a eso, también su país es frío, así que no tuvo mayor problema en aguantar la temperatura.

Cuando salió vio a Rusia ahora sí despierto, preparando el desayuno para después dirigirse a la junta mundial de la ONU.

--Buenos días.-- Saludó acercándose a darle un casto beso en los labios y tomando su plato de comida.

--Buenos días.-- Respondió con la seriedad que lo caracteriza el euroasiático, sin apartar la vista de su plato. --¿Cómo dormiste?-- preguntó, extrañado de que la noche anterior no se hubiera despertado a causa de los terrores nocturnos que sufría.

--Bien.-- mintió. --Me sentí bastante cómodo en la noche y no tuve ningún inconveniente en dormir ocho horas.

--Qué bueno.-- respondió sin mucho interés.

Todas las mañanas eran así, monótonas, silenciosas, sin mucha acción entre ellos dos.

Al terminar el desayuno se dirigieron a la sede de la ONU, y al entrar inmediatamente Rusia se fue de su lado, no vio adónde, ni vio con quién, pero daba igual, siempre era así, y para él estaba bien mientras le dijera que lo amaba y mientras no lo dejara.

Se fue a lo largo de un pasillo para dirigirse de una buena vez a la sala donde sería la junta, pero en el camino se encontró con el grupito de latinos, quiso dar vuelta y volver después, pero era tarde, México lo vio.

--Aguas chicos.-- Dijo con una sonrisa el tricolor. --Ahí viene el chamaco de Nazi, no los vaya a querer meter en un horno.

Los latinos rieron. Alemania le podía responder de muchas maneras, obviando que en primer lugar él era primermundista y México tan sólo un país sub desarrollado, pero no lo hizo, no estaba al nivel de esos idiotas y no les daría lo que quieren. Así que con la cabeza en alto y los lentes bien puestos, pasó por las risas y burlas de esos países. Le dolía, sí, él no era su padre, y nuca sería así de racista; en parte sabía que México no sólo lo molestaba por ser hijo de Nazi, sino que también meses antes, cuando se le declaró a Rusia, y este aceptó, México quedó con el corazón roto. Sabía que parte del coraje del americano era por quitarle a Rusia.

Llegó a la sala, se dio la aburrida junta de siempre y al salir esperaba poder irse con Rusia, pero lo vio irse a un pasillo poco transitado, así que lo siguió, cuando llegó a donde estaba, Rusia se encontraba frente al norteamericano tricolor mientras lo tomaba de los hombros.

--México, por favor, deja de resistirte y ya acéptame.-- Escuchó la voz de su pareja llena de emociones, emociones que nunca escuchó cuando le hablaba a él.

--¿Bueno tú estás pendejo o qué hijo? Estás pero si bien idiota si crees que voy a aceptar ser la puta socia de Nazi Jr. No soy una prostituta Vodka, o lo dejas y vienes conmigo, o me olvidas y te quedas con ese aburrido.

--Sabes bien que a quien amo es a ti, te lo dije desde que me pidió que fuera su novio.

--Pues no me quieres lo suficiente como para dejarlo.

--¡Si no lo dejo es por ti y lo
sabes!-- Gritó, asustando a Alemania, pero el americano se veía muy tranquilo.

--Yo nunca te pedí que te juntaras con él y me dieras de su dinero. Te olvidas, cabrón, que si antes de conocerte pude salir adelante sin ti, puedo hacerlo siempre.

--Claro, pero antes te mantenía la perra capitalista de Estados Unidos.-- Se escuchaba el odio en su hablar.

--Es mejor que lo que tú me ofreces.-- dijo ladeando la cabeza a un lado, viendo a Alemania. El europeo se espantó, pensó que le diría a Rusia, pero México sólo sonrió discreto y malicioso y dijo:

--Déjalo Rusia.-- Susurró mientras se acercaba al rostro del más alto. --Deja a Alemania, ni tú ni yo lo necesitamos. Con que tú estés conmigo me es suficiente.

Sus rostros estaban muy cerca, ahora las manos de su pareja estaban en la cintura de México mientras este rodeaba su cuello con sus brazos.

--Si lo dejas seré tuyo.-- ahora su rostro se encontraba a la altura de su oído, susurrándole, tentándolo. --No de Estados Unidos, no de Canadá, no de Chile, no amor, sólo tuyo.-- terminó mordiendo el lóbulo de su oreja.

Escuchó el jadeo de Rusia, y vio cómo rápidamente la persona que más amaba alzaba de las piernas a la persona que más odiaba, vio cómo el americano cruzaba sus piernas alrededor de la cadera de Rusia. Y, por último, vio que se besaban, con pasión y fuego escondidos en los movimientos de los labios de ambos. Con eso fue suficiente para que saliera de ahí a paso veloz.

Llegó a su casa triste, y justo en ese momento le llegó un mensaje de Rusia.

"Voy a quedarme a atender unos asuntos con ONU, ve a tu casa primero. No me esperes despierto. Mañana tenemos que hablar"

Qué irónico era, maldito hipócrita doble cara. Ese mensaje fue todo, sabía que los minutos para que la única persona que tenía también lo abandonara estaban contados.

Arrojó con todas sus fuerzas el celular, subió con ira las escaleras y simplemente se tiró en la bañera, y con una navaja, lentamente hizo dos cortes verticales en sus dos muñecas, dos grandes cortes.

No pensó en nada, ni en el dolor, ni en qué pasaría con sus tierras o con su gente, sólo se relajó mientras la sangre salía de las cortadas y se durmió cuando vio la necesidad.

Goretober (Countryhumans) Where stories live. Discover now