Día 3: Bruises/Heridas.

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Chile despertó. México estaba teniendo otra vez pesadillas, el país se retorcía, su cuerpo sudado no paraba de moverse, gemía con dolor, y el gesto de incomodidad no se iba de su cara.

—–Oye, México, despierta amor.—– dijo asustado, no le gustaba ver a su novio así. Sin embargo, el más alto no reaccionaba, aún se notaba que sufría.

—–Bebé.—– Dijo un poco más fuerte. Sin resultados. —–¡México!—– gritó, sacudiendo violentamente el blanquesino cuerpo.

El norteamericano despertó asustado, con lágrimas en los ojos y terror en la mirada, vio a su pareja preocupado y se lanzó a abrazarlo para después llorar amargamente en su pecho.

—–¿Otra vez esas pesadillas?—– preguntó el de la cola mientras acariciaba los negros cabellos del más alto.

—–Su cuchillo sigue acercándose a mí, su risa se sigue escuchando y la sangre no para de salir.- sollozaba dolorosamente, recordando una época de dolor y sufrimiento que pasó junto a su vecino.

El mayor abrazó con todo y su roja cola el frágil cuerpo de México, mientras este temblaba y gemía quedito, como si aún tuviera ese miedo de despertar a la bestia.
Chile lo besó despacito, para después besar sus ojos de donde caían lágrimas sin parar, bebiéndose el salado líquido.

Al día siguiente había junta, eso significaba ver al protagonista de las pesadillas a tan sólo unos metros de distancia, Chile tenía miedo de lo que pudiera suceder.

En la mañana.

México y Chile salieron juntos del departamento, se tomaron de las manos y caminaron hacia la sede de la ONU, el más alto sentía sus piernas temblar por el miedo, sus ojos de a ratos se humedecían, pero aguantaba las ganas de llorar. No le daría el gusto al malnacido aquel.

Llegaron a la oficina, y tuvieron que separarse, México con los norteamericanos, con él, y Chile con los sudamericanos.

La junta pasó sin complicaciones, hasta el tricolor norteamericano creía que ese día sería perfecto, pero a la salida, cuando vio a Chile salir y esperarlo en la entrada, al querer dirigirse con él, alguien se interpuso en su camino. Oh no.

—–México.—– susurró divertido el alto capitalista. —–Pero qué gusto me da verte.—– sonrió hipócritamente, entrecerrando sus ojos rojos.

—–Hola, Estados Unidos, cuánto tiempo.—– no quería problemas, enserio, sólo quería llegar con su novio e irse, pero al parecer el de ascendencia inglesa tenía otros planes.

—–Veo que has mejorado, ahora estás más gordo y no veo golpes recientes en ti.

—–Eso es obvio, mi actual pareja no me trata tan culero como tú lo
hiciste.—– no pudo evitar contestarle con odio, algo que al primermundista no le gustó, su mirada se oscureció y tomó agresivamente el brazo de México.

—–¿Te crees mucho sólo porque tu novio no te pega como yo? ¿Cuánto crees que dure así? ¿Crees que nunca lo hará? Si tú no eres más que una puta ofrecida. Así que bájale a tus humos. Tú no eres nadie sin mí, me necesitas para no ser un maldito vagabundo.—– el agarre cada vez se hacía más fuerte, México jadeaba del dolor mientras intentaba quitarse de encima a aquel güero.

—–En algún momento regresarás de rodillas con la cola entre las patas a rogarme que te acepté de nuevo como mi perra, y cuando suceda, en el momento en que llegue el día, te golpearé y humillaré como no te imaginas. No sabes de lo que soy capaz con tal de que eso suceda, así que cuídate porque voy con todo.

Canadá llegó justo en el momento en el que Estados Unidos levantó el puño para pegarle a México, deteniendo a su hermano lo más rápido que pudo, evitando el golpe.

Se llevó a su hermano, mirando con pena y disculpa a México. Le debía tanto a Canadá, él lo ayudó a deshacerse de su tóxico hermano, le dió apoyo y un techo donde dormir.

Se quedó en la oficina, donde se agachó y rompió a llorar, mientras se acariciaba la más grande cicatriz que le dejó la potencia, en su brazo derecho, a lo largo de toda su extensión, una herida lineal que atravesaba desde el codo hasta la muñeca, se la hizo Estados Unidos con un cuchillo de cocina, en un arranque de celos que ocasionó un abrazo con Chile.

Las heridas que tenía en su cuerpo demostraban una temporada de dolor y sufrimiento que no quería volver a pasar. Y para eso estaba Chile, quien estaba seguro que lo cuidaría.

Goretober (Countryhumans) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora