35|¿Quieres...?

104K 5.8K 1.8K
                                    

Comida. Solo por eso.

Simplemente salí de mi habitación por un poco de comida porque mi estómago empezaba a rugir de hambre y terminé con mis padres en una plática donde eran ellos los suplicantes. Cosa rara, en especial en mamá, razón por la que se resistió y nos dejó a papá y a mí. Media hora después de hablar con él, aquí estoy, cruzando el jardín hacia la casa de mis nuevos vecinos: los Miller. Al parecer, Jace les pidió a nuestros padres que hablaran conmigo para que recapacitara en venir a ayudarlos. Dijeron que debía tomarlo como una buena acción, pensar en ayudar antes que en mí primero. Y aquí estoy, viendo el musculoso cuerpo sin camisa de Mike salir de su casa con una radiante sonrisa.

‹‹¿Cuál es la necesidad de estar sin camisa?››, pienso mientras me acerco más a él y el camión de mudanza.

—Ey, hermosura —saluda, levantando ambos brazos—. ¿Qué hace por aquí la guapura de mi nueva vecina?

En otra ocasión, hubiera rodado los ojos y probablemente le habría golpeado, pero es Mike. Y con él, mi reacción es cruzarme de brazos y sonrojarme tímidamente. Tiene un carisma que desarma al instante y un físico que mata, pero la confianza con que me ha hablado son otro nivel, pues nunca lo había escuchado llamarme así.

—Mmm... —Pienso mi respuesta antes de soltarla, decido responder como lo haría con normalidad. Como si mis nervios no estuvieran a punto de estallar—. Tanto mis padres como mis hermanos me han obligado a venir.

Me decido por decir la verdad, a pesar, de que pueda sonar un poco descortés, pero para ser sincera, no tenía ni tengo ganas de estar aquí. Mi cama y un buen libro hacemos mejor equipo. Mike hace un mohín con su rostro perfecto.

—Y yo que recordaba que eras muy generosa y que te gustaba ayudar a la gente —Su intención de molestarme es muy notable.

Su sonrisa demuestra una inocencia que a leguas se ve que es falsa. Acaba de encontrar el punto para que me abra a él. Encontró el interruptor de mi comodidad, un poco de diversión y tal vez, burla.

La comisura derecha de mi boca se eleva.

—Sí, bueno, es que algunas veces existen excepciones, ¿no crees?

Bajo mis brazos y pongo uno en mi cadera izquierda, viéndolo directo a los ojos mientras piensa su respuesta. Frunce el ceño un poco a causa del sol que da directo a sus ojos color esmeralda.

—No creí que me consideraras una excepción. —Se acerca cada vez más a mí, su sonrisa que se torna socarrona, decorando su rostro—. De pequeña te recuerdo ofreciéndome jugos y galletas cuando llegaba a tu casa. Estando al pendiente de mi cada que podías. Te recuerdo con una linda sonrisa cada vez que nos veíamos, eras muy adorable.

Su cercanía hace que mi sistema se acelere cada vez más. Lo conozco, lo único que quiere es tentarme, prenderme y sacar algún provecho de eso. Sin embargo, mi mente solo viaja a esos recuerdos y se me hace imposible no pensar en lo patética que era intentado llamar la atención de Mike. Diablos, que bueno que cambié en ese aspecto.

—Se le llaman modales —reacciono, llevando mi mano derecha hasta su hombro izquierdo—, amigo.

Su rostro cambia cuando me escucha decir la última palabra, ha captado muy bien. Su vista viaja rápido al lugar donde se encuentra mi mano, con la suya toma mi muñeca y empieza a conducirme al camión de mudanza.

—Pues si tantos modales tienes, amiga —recalca muy bien la última palabra, siguiendo mi juego—. Puedes ayudar con algunas cajas a tus nuevos vecinos.

Sube al camión con mucha facilidad, se acerca a una pila de cajas y empieza a tomar una por una. Veo como se tensan los músculos de sus brazos por el esfuerzo que hace, al final, deja tres cajas a la orilla del camión. Dos grandes y una mediana.

El deportista y ¿la nerd? [PI #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora